Seis semanas. Eso creía el equipo tras Los Simpson que duraría al aire el programa sobre la amarilla y disfuncional familia creada por Matt Groening, el que había nacido en formato de cortos en El show de Tracey Ullman. Pero se equivocaron. Y bastante: desde su debut en solitario hace 30 años, el 17 de diciembre de 1989, la apuesta se convirtió en un hito cultural. Es visto en cerca de 200 países, llegó al cine y es el programa de ficción más longevo del horario prime en EE.UU.

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Las razones se deben precisamente a lo singular del producto: una serie animada para adultos que, por su irreverencia y particular análisis de la sociedad, gustaba a toda la familia. "Cuando salieron Los Simpson fue tema. En todos lados veías a Bart en poleras y peluches: penetró a la cultura. No se había visto algo así y era aún más impresionante, porque eran dibujos animados. En ese entonces se pensaba en animación como algo de Disney o programas para niños", dice Robert J. Thompson, director del Centro Bleier de Televisión y Cultura Popular de la Universidad de Syracuse.

"Los Simpson fue un éxito instantáneo por lo bien que conecta con las audiencias: muestra ángulos de la cultura colectiva que son novedosos de ver", explica a Culto Mathew Klickstein, quien coescribió el libro Springfield confidential con el histórico guionista Mike Reiss. Y esta conexión ha llevado a la serie a ser parte crucial de la cultura pop: "Sin importar la edad, es difícil encontrar a alguien que no sepa quiénes son Homero o Bart Simpson", dice Thompson, quien explica que también ha llegado sin mayores problemas a tantos países porque los enredos familiares y la comedia física del programa son universales.

Pero Los Simpson ha trascendido más que solo fronteras. Ha permeado ámbitos como la política y la ciencia, con invitados como Tony Blair y Stephen Hawking, y en el último tiempo se ha hecho común hablar de sus "predicciones": la llegada de Trump a la presidencia y la existencia del autocorrector. Incluso, la muletilla "D'oh" de Homero entró al diccionario y el show ha inspirando cursos universitarios.

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Llegar a los 30

Para Thompson, un factor importante en la permanencia del programa es que, al ser animado, los personajes no envejecen. "Ha logrado mantenerse cronológicamente congelado durante generaciones. Entonces, se hacen parte de la cultura". Además, destaca lo bien escritos que están los capítulos: "Tiene tal cantidad de chistes que aunque uno no los entienda todos, igual lo va a pasar muy bien por 30 minutos". Finalmente, explica, tiene 671 capítulos. "Puedes dar dos episodios diarios cinco días a la semana y no lo vas a repetir en mucho tiempo", dice. "Esto no tendría importancia si el programa no hubiera logrado hacer una tan buena parodia de la clase media estadounidense de fines del siglo XX y comienzos del siglo XXI".

Otra característica crucial para el especialista en TV es la gran cantidad de chistes por episodio: "Dependiendo de la edad que se tenga, el programa es algo nuevo. Cuando uno tiene seis años gusta porque son monitos y porque Bart es maleducado y uno piensa que eso es gracioso. A los 13, uno empieza a apreciar los elementos más adultos. Y cuando se está en la etapa universitaria, uno entiende todas las referencias literarias al estilo Harvard. No importa si ya lo has visto, porque los cambios en tu propia vida permiten ver cosas que no eran evidentes antes".

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Para Moritz Fink, autor de libro Understanding The Simpsons, el atractivo que generan los personajes en distintos grupos etarios es primordial: no es una historia aferrada a una sola generación, como ha sucedido con otros ejemplos de la TV gobal. "Especialmente, los roles masculinos se convirtieron en estereotipos de distintas identidades generacionales. El despreocupado Homero se puede ver como un análisis de los baby boomers y la sociedad de posguerra. Su padre, el abuelo Abe, es la generación que peleó por esos beneficios, pero comparte el destino de muchos ancianos occidentales: sentirse solo y abandonado en una casa de reposo. Y Bart, el skater de pelos parados, es la Generación X".

Pero, ¿cómo se han mantenido? Tras dos años trabando en Springfield confidential, Klickstein asegura que ocurre porque no hay mayores dramas en el equipo: "Puede que esto suene a cuentos de Hollywood, pero es verdad: quienes trabajan en el programa se tienen mucho cariño, son realmente apasionados por la calidad y saben lo importante que la serie es para los fans", dice, y se explaya sobre lo que vio en las oficinas de producción y reuniones de guionistas: "No tienen el tiempo ni la energía para aproblemarse con las cosas que terminan con otras producciones de TV. Son realmente inteligentes y trabajadores, ese es el mayor 'secreto' que descubrí".

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El rol hoy

Thompson admite que probablemente Los Simpson no es tan relevante hoy, pero considera que es casi imposible generar ese impacto, pues tras su debut apareció la TV paga y las audiencias se fragmentaron. Algo que agudizó el streaming. Otro factor es que la animación para adultos actual, a la que Los Simpson abrió la puerta, es infinitamente más irreverente. "Aún así, con cada episodio, logran más risas que cualquier programa hoy", asegura.

Por su parte, Klickstein considera que aunque la audiencia puede ser más de nicho hoy, los fans que lo ven religiosamente o quienes siguen los especiales de Halloween se siguen sintiendo identificados. Finalmente, Thompson comenta sobre el futuro del programa: "La cantidad de chistes multiplicado por cientos de capítulos da como resultado que el programa va a estar presente para siempre".

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