El antropólogo José Bengoa (74) se fue a vivir al Cajón del Maipo. A veces regresa, por trámites médicos, a su casa de Ñuñoa. Hace dos años padece un cáncer óseo y hace algunos meses se sometió a un trasplante de médula. Siempre sonriente, más delgado que de costumbre, el destacado académico que en 1985 publicó Historia del pueblo mapuche: siglo XIX y XX, está de buen ánimo a pesar de los achaques.
"Otra vez me está saliendo pelo y, bueno, las rodillas me complican, por eso me apoyo con este bastón", señala sentado en el living de su hogar en Ñuñoa, quien casi siempre usó el pelo largo que perdió debido a las quimioterapias. Pero el cabello de su cabeza está volviendo y a ratos Bengoa logra desplazarse sin apoyo.
Ex rector en dos oportunidades de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano e integrante de la Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato con los Pueblos Indígenas, José Bengoa ha observado atento a la contingencia tras el estallido social, donde ciertos temas se asoman en su último libro, Crónicas de la Araucanía (Catalonia).
En sus páginas parte hablando del Homo Viator, "El hombre viajero", para abordar el origen de pueblos y tribus y su desplazamiento por el mundo, hasta el análisis de la bandera mapuche "enarbolada como símbolo de libertad y protesta", escribe.
En las manifestaciones se multiplican las banderas mapuches. ¿Cómo interpreta eso?
Creo que es un asunto polisémico que requiere múltiples interpretaciones. Llama la atención que, a veces, en una marcha se vean más banderas mapuches que chilenas. Hay gente que dice que representa el carácter mestizo o latinoamericano de nuestra sociedad. Pero también es apoyo a la causa mapuche, porque no es cualquier bandera. Un pueblo no tiene bandera, una nación tiene bandera. Y también representa libertad. Por ejemplo, he visto en redes sociales, que ahora se ha difundido el escudo de armas de José Miguel Carrera, que a sus costados tiene a dos mapuches de pie. En un periodo de la Independencia de Chile, la cuestión araucana, como se decía en ese momento, era muy valorada. Existe toda esa mitología que Bernardo O'Higgins hablaba mapuche, que incluso Roberto Bolaño reparó en un libro muy curioso, O'Higgins es araucano, de Lonko Kilapan.
El rostro o el nombre de Camilo Catrillanca también aparecen en las manifestaciones...
Es una imagen muy icónica porque sus rasgos son mapuches. Por lo tanto, esto se interpreta como que a esta persona se la mató por ser mapuche y en un gran montaje que fue nefasto. Lo sobresaliente, en el presente, son los golpes bajos a la línea de flotación de la cultura chilena, como al patriarcado. Lo que ha sucedido con el colectivo Lastesis es algo insólito, que puede transformar las relaciones humanas en Chile. Me refiero a que toda esa zona de ambigüedad que existía entre hombres y mujeres, entre profesores y alumnos, entre curas y feligreses, puede ser superada. Y no creo que nadie tenga la intención de subirse al escenario de la Quinta Vergara a contar chistes contra las suegras, los indios y los homosexuales.
Usted ha dicho que la sociedad chilena es muy racista.
Y sigue siéndolo. Cuando ocurre el estallido social, una de las demandas que sale al ruedo es dignidad. ¿Qué significa dignidad? Todo lo que es contrario al menosprecio, la discriminación y también contra el rotear. Mira la fuerza que tuvo el roteo en la situación que ocurrió en el portal La Dehesa. Ahora es algo que siempre ha ocurrido en Chile. Rotear con expresiones como "Sale para allá roto" o "No seas roto", pero hoy el rotear se transformó en algo muy feo y criticado. El chileno del siglo XIX creó el arquetipo de "El roto" para olvidarse del tema indígena.
¿En una nueva Constitución los pueblos originarios deberían tener participación?
De lo contrario sería una frustración masiva. Deben tener aunque sea una cuota mínima de participación. Es como si no estuvieran presentes las mujeres, mucha gente no iría a votar, porque no están considerados los elementos centrales de la sociedad actual. Volveríamos a una constitución del siglo XIX.
El tema de la oligarquía también ha sido desarrollado en sus libros.
Claro, a través de los estudios sobre hacienda y ahora en Crónicas de la Araucanía. Hay que decir que la oligarquía chilena, la clase alta, ha sido históricamente durísima. En este libro, hay un capítulo donde cito a Mario Góngora y Álvaro Jara, grandes historiadores conservadores. La tesis de Góngora es muy fuerte: Chile se construye en forma "exitosa" por la existencia de la frontera interna, o sea, el "otro" va a ser el indígena, el araucano, el menospreciado.
¿Qué le parece la presencia de historiadores mapuches como Fernando Pairican y Pablo Marimán?
Es una transformación enorme y altamente positiva, porque hoy nadie puede hablar a nombre de los mapuches. El mapuche dejó de ser el sujeto silente, donde sociólogos, historiadores, antropólogos, uno mismo hablaba por ellos. Me gusta que existan diferentes voces y que sean dispares. Pairican ha publicado dos libros que son extraordinarios. Elicura Chihuailaf es notable y Pedro Cayuqueo también, pero deben pensar distinto, y eso es bueno. Hoy el desafío de las ciencias sociales es que no se puede decir cualquier cosa.
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Crónicas de la Araucanía
, de José Bengoa (Catalonia).[/caption]