Al interior de una vieja bodega, visible gracias a luces tenues y junto a un foso, Henry Cavill se asoma con la actitud y apariencia características de su último rol: frases cortas, ceño fruncido y un look de traje de cuero y extensiones de cabello blancas. A su lado, el menudo Adam Levy, el druida Mousesack en la historia, luce como una presencia insignificante, que podría caer tumbada como cucaracha si así lo quisiera el personaje de Cavill, un brujo y cazador de monstruos llamado Geralt de Rivia.
Aunque no basta con una toma, es una escena simple la que se graba en el set de The witcher. Lo es al lado de la compleja producción que montó Netflix en Hungría, hasta donde Culto llegó para hablar con los responsables de trasladar a la pantalla un mundo de fantasía abundante en detalles y personajes, basado en la saga de novelas del polaco Andrzej Sapkowski, que representa una de las mayores apuestas de la plataforma de streaming.
"Es la versión europea de El señor de los anillos, en cierto sentido. Lo comienzas a leer y está el enorme Continente, sus diferentes regiones, estas otras especies de civilizaciones, el mundo humano, el mundo elfo. Y como sabemos, el proceso de llevar a la pantalla El señor de los anillos fue gigantesco. Ojalá podamos hacer lo mismo con esto", dice Julian Parry, el supervisor de efectos visuales de la serie.
Encargado de la misma tarea en otras producciones televisivas como Vikings y Camelot, Parry se preocupa de los monstruos, hechizos y todos los elementos propios de la fantasía que tiene The witcher. "En realidad no hay ninguna página del guión en la que no haya algo en lo que estemos involucrados", asegura. "En una película que tiene criaturas puedes hacer una con captura de movimiento y después la postproduces, como lo ves en los grandes blockbusters de ahora. Nosotros simplemente no tenemos ese tiempo, entonces tenemos que buscar una forma más fácil en que seamos capaces de resumir eso", especifica.
Mientras unos extras con trajes de soldados aprovechan para servirse café, la creadora de la serie, Lauren Schmidt Hissrich, comenta: "Hay monstruos y mucha sangre, pero hay también una familia reuniéndose. Para mí realmente ese ha sido el tema de la primera temporada, qué es una familia, por qué se supone que tienen que estar juntos. Creo que la gente que quizás no piensa que son fans de la fantasía van a venir y descubrir que lo son".
En sus ochos primeros capítulos -ya disponibles en la plataforma-, la serie ofrece a Cavill como un tipo letal y de pocos amigos, pero también a Ciri (Freya Allan), una princesa arrojada a la deriva tras una tragedia, y a la hechicera Yennefer (Anya Chalotra), que vive una transformación radical. "Se cuentan muchas historias humanas", señala la guionista, con experiencia en títulos que van desde The west wing a Daredevil.
Las comparaciones con Game of thrones surgen naturalmente: son dos apuestas de fantasía con múltiples recovecos y posibles conexiones con el mundo actual. La misma showrunner es la primera en mencionar a la serie de HBO, al declararse una "gran fanática" de GOT, en su recta final al mismo tiempo que la producción de Netflix graba su primera temporada. "Creo que tonalmente son distintas. (En The witcher) hay un humor, una ironía sutil, el mundo no se toma muy en serio a sí mismo", aclara. "Entre los capítulos tenemos pequeñas historias conclusivas en las que creo que la gente se podrá sumergir, como parte de un arco más grande y serializado. En Game of thrones no puedes entrar y salir de cada episodio", afirma Schmidt Hissrich, que contó con el autor de las novelas originales en calidad de consultor del proyecto.
Como la serie basada en los libros de George R. R. Martin, el título de Netflix grabó en varias locaciones. Además de Hungría, previamente estuvo en las Islas Canarias. "Tienes que ser muy cuidadoso de no llevar a la audiencia de un ambiente a otro muy similar, porque se empieza a sentir que no estás yendo a ningún lado", indica Andrew Laws, diseñador de producción, que cuenta que llegó a recorrer 200 locaciones en cuatro días en España. "Era muy importante para nosotros, desde el principio hasta el final, sentir que viajamos a través del Continente, porque de cualquier forma lo hicimos", añade.
Un periplo que continuará ahora que la serie aseguró una segunda temporada, con fecha de estreno para 2021. Antes de volver a abocarse al rodaje del debut de The witcher, la creadora es elocuente: "Lo peor que podemos hacer es poner todas nuestras energías en la primera temporada y no pensar en cómo pueden crecer estos personajes".