Los elefantes van a morir a las universidades: El nombre del mundo de Denis Johnson
El nombre del mundo es una breve, triste y divertida novelita sobre un ex escritor de discursos políticos devenido en académico. Su autor, Denis Johnson, murió el 2017 y fue considerado —por muchos— como el último escritor maldito made in USA.
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Mike Reed busca refugio en el insular mundo académico.
Desde hace tiempo que hace clases en una universidad del Medio Oeste; es decir, este gringo en sus cincuentas vive y enseña en alguna parte del medio de la nada de Estados Unidos.
¿Y qué enseña? Historia.
Aunque Mike Reed no es exactamente un académico especializado en historia: antes de esto, antes de perder a su esposa, Anne, y a su hija, Elsie, en un trágico accidente automovilístico, Mike Reed vivía en Washington DC y se codeaba con políticos y gente del gobierno.
De ahí, tal vez, que mire con distancia sus alrededores: sabe que al final del día, incluso en el biempensante mundillo académico, todo es sobre quién tiene y quién no tiene poder.
"Desde los primeros días de mi adolescencia, he asociado todo lo que tiene que ver con el college, con la vida académica, con ciertas imágenes que flotaban hacia mí, supongo, desde la pantalla de un televisor", dice Reed al inicio de esta novela, publicada en 2000 y traducida al español por Rodrigo Fresán. "En particular esas imágenes de las películas de los años treinta que solían emitir sin descanso cuando yo era un niño y, en especial, una determinada escena: jóvenes de rostros frescos que dejaban fuera una noche de otoño para sentarse alrededor del fuego de una chimenea en la casa de su querido maestro".
Así, a parte de enseñar historia, Reed intenta obtener una beca de investigación (sin muchas ganas) y reflexiona sobre haber perdido a su familia sin realmente mostrarnos lo vulnerable que se siente por dentro.
A veces a Reed le gusta ir a un museo. Se acerca a uno de los guardias. Un tal Bill. Y lo observa detenidamente. Aunque Mike Reed nunca ha hablado con Bill. Lo cual no impide que tenga conversaciones imaginarias con él.
"A veces nos reconocemos mutuamente", confiesa, "y me pregunto si él me reconoce".
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José Donoso, en su última novela, jugaba con la siguiente idea: los elefantes van a morir a las universidades. "¡Qué infierno es este ambiente de universidad yanqui! Con razón dicen que en Estados Unidos las universidades son los sitios donde van a morir los elefantes".
Y John Williams en su ya canónico Stoner lo ponía así: "Es para gente como nosotros por lo que existe la universidad, para los desposeídos del mundo; no para los estudiantes ni para la altruista búsqueda del conocimiento, ni por ninguno de los motivos que se aducen por ahí".
https://culto.latercera.com/2019/03/09/almas-estado-siniestro/
Mary McCarthy, la un tanto olvidada autora gringa, escribió una divertida novelita también sobre lo mismo: las universidades y los microcosmos dentro de los campus. "Estas continuas disputas entre facciones y escándalos ideológicos son una forma de lujo espiritual que satisface los deseos de polémica, chismes y murmuraciones sin caer en bajezas, tan obvias en las universidades más grandes, de competencia personal y envidia", dice el personaje de Arboledas universitarias (traducida por Alfonso Calderón y publicada por Zig-Zag en los sesenta).
Las novelas sobre las universidades (o 'campus novels') son una suerte de sub-género literario: quien escribe esto tiene como favorita Pnin de Vladimir Nabokov e Intercambios de David Lodge. Ambas novelas como ejemplos de lo mismo: los académicos como gente que vive fuera de la realidad; gente que no tiene mejor que olerse los traseros y hablarse mal entre ellos y ellas; un microcosmo en ámbar que proyecta lo peor y más divertido de la raza humana.
Denis Johnson, el autor de El nombre del mundo, circuló por aquel mundo. Fue profesor de escritura creativa en Iowa y otras universidades gringas. Antes, eso sí, tuvo días heroinómanos y alcohólicos; es decir, antes de caer en el mundo académico, aquel en que se estudian cosas "importantes", pasó por lo peor que esta vida puede ofrecer.
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Mike Reed deambula por los pasillos de la universidad. Conoce a una joven estudiante y artista, Flower Cannon, la cual se convierte en una (im)posible conquista sexual o en una (im)posible recuperación de su hija fallecida. En cualquier caso, Flower Cannon se convierte en lo único que emocionalmente lo "mueve" después de perder a su familia.
"En mi cabeza hablé con ella tanto como con cualquier otra persona, tanto como Bill, el hombre del museo, incluso más", nos cuenta Reed. "Tú, le dije a ella. Tú actúas salvajemente y sin falsedad. Tienes una especie de ignorancia bendecida. Tú eres como California ¿A qué me refiero con que eres como California?, le pregunté a ella. A que eres larga y tu diversidad se extiende hasta el Océano Pacífico".
Ato seguido, Mike Reed comienza a seguir a Flower Cannon.
¿Pero por qué?
¿Y para qué?
¿Y qué ha hecho con el trauma de perder a su esposa e hija?
¿No lo siente?
¿No lo comunica?
En un momento le dice a Flower Cannon: "Te admiro".
Y Flower Cannon respira hondo para hablar, aunque entonces parece cambiar de opinión y le dice: "¿Por qué?".
Y Mike Reed le responde, a medio camino entre la admiración, pero también un poco stalker: "Porque haces locuras sin tener ser una loca".
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La novela de Denis Johnson huele a autobiografía, pero en verdad es una trampa: a lo largo de sus 168 páginas no conocemos realmente a Mike Reed. El nombre del mundo circula por entre la cabeza de Reed y los pasillos universitarios; sin embargo, en realidad es una novela sobre perder las ganas de estar con vida. "No solo porque mi dolor me hizo leal a mi esposa, sino también porque estaba llorando por alguien que estaba muerto, y la muerte es algo tan físico. Y ya no quería cosas físicas. Ni siquiera me gustaban los hechos, y de manera secreta llegué a odiar la verdad misma", dice.
Reed nos habla todo el rato sin contar demasiado sobre su interior. Sobre lo que le sucede por dentro.
"Dirigía pequeños seminarios, le pedía a los estudiantes brillantes y no dirigidos que leyeran libros que ya había leído y luego escucharon mientras presentaban artículos al resto del grupo para que los criticaran. En otras palabras, no hacía mucho".
https://culto.latercera.com/2018/08/19/la-ultima-palabra-denis-johnson/
Es su forma de sentirse poderoso, de protegerse, dentro del mundillo académico, el cual, a su vez, gira asimismo en torno al poder. "Como dijo Emerson: 'Di lo que piensas hoy con palabras difíciles y, si es necesario, contradícelo mañana con palabras igual de difíciles'".
Y no sabemos, al final, si Reed ha hecho las paces consigo mismo. Lo que sí sabemos —alerta de spoiler— que es expulsado del mundo académico.
Y que se convierte en periodista. Y que termina en la Guerra del Golfo.
Y que ni siquiera en medio de una guerra algo de emocionalidad se le escapa.
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"El nombre del mundo es mucho más grande y largo por dentro de lo que parece por fuera", dice Rodrigo Fresán, el traductor y fanboy numero uno de Johnson, en el prólogo. Dice el autor argentino que esta novela de Johnson, así como sus anteriores trabajos, tratan sobre "la expulsión desde las alturas de un infierno íntimo y único para descender al purgatorio común donde todos somos iguales".
En este caso el infierno íntimo y único son las universidades. Los académicos tan preocupados del tenure track (ay), o del paper sobre la deconstrucción (aunque nunca deconstruyan el sistema académico-capitalista que los mantienen), y que por eso se olvidan de que no todo gira en torno a la dictadura del publish or perish.
La distancia emocional que permite que Reed no sufra la pérdida a su esposa e hija es lo que finalmente le permite sobrevivir dentro del mundillo académico. O sea: El nombre del mundo como una novela sobre la pérdida del sentido de la vida. O en otras palabras: Mike Reed como un fantasma caminando por entremedio de otros académicos sin demasiada vida, acaso todos, sí, un poco fantasmagóricos.
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