Una familia que se traslada de Macul a La Florida. Muchos cómics. Pocos amigos. El Santiago post año dos mil. Y, sobre todo, dibujos.

Muchos dibujos.

De hecho, eso mismo: un niño que se escapa de la realidad dibujando.

O como lo pone Copano en Mi vida como dibujante, su debut literario: "En todos los colegios de Chile y quizá del mundo hay un niño ligeramente distraído, deslizando el lápiz sobre el cuaderno".

Fabrizio Copano (Santiago, 1989) es uno de los comediantes chilenos del momento.

Y a eso también habría que agregarle que es uno de los "comediantes latinos emergentes", ya que Copano, hace dos años y contando, vive en una de las mecas del stand-up comedy gringo: Los Ángeles. Y claro: allá, frente al poco conocimiento de Chile, Copano cae dentro de la amplia categoría de lo latino.

Así, Fabrizio Copano ya se ha presentado en importantes clubes de comedia de Estados Unidos: el Hollywood Improv, el Laugh Factory y el legendario Comedy Store.

Y todo eso en inglés.

(Aunque sigue, paralelamente, haciendo stand-up en español.)

"Me demoré un poco menos de un año y medio", cuenta sobre la escritura de Mi vida como dibujante. "Lo escribí en Los Ángeles. Partí primero buscando los dibujos que hacía en mi infancia, sacándole fotos a antiguos cuadernos y dejándolas en mi celular".

Mi vida como dibujante es una novela de aprendizaje. Muchas cosas vienen de la vida de Copano, quien creció en La Florida. Aunque por eso mismo la novela comienza con una nota introductoria en la que se aclara que, claro, estamos frente a un libro de ficción.

"Al principio quería describir cada personaje e intentar desde ahí reconstruir las historias de esa época", dice. "Luego olvidé los dibujos y me puse a ficcionar sobre cosas que me pasaron, desde la cabeza de un dibujante y sus conflictos laborales, sentimentales, etc. Ya hacia el final del libro, se me olvidaron los dibujos y me puse a desarrollar historias post adolescentes que recordaba, pero con deliberada imprecisión".

¿Por qué esa nota introductoria?, ¿sentías que si no los lectores pensarían en ti a la hora de leer lo que cuenta el narrador?

Sí, yo creo. En algún momento me pasé hasta el rollo que en términos legales tenía que explicar que el libro no era una biografía. Ya que cuando empecé a escribir decidí ocupar solo nombres reales, porque no hay nada mejor que los nombres reales. Pero al mismo tiempo las situaciones en las que están esos nombres se encuentran muchas veces alteradas en más de un 50%.

Como que la novela es una carta a esa otra vida que nunca tuviste: la de dibujante. ¿Ese fue el motor para escribir este libro?

Sí. El libro empieza a gestarse luego de largas conversaciones con Alejandro Zambra, con quien llevamos muchos años de amistad. Él fue mi profesor en la universidad y desde ahí, seguimos conversando continuamente. Él me habló de esta idea del niño que dibuja en la esquina de la sala del colegio, después de leer una entrevista que me hicieron en revista Sábado. Fue muy bonito sentarse a recordar y luego escribirlo, pero con la libertad también de alterar el recuerdo y arruinarlo.

*

Pasada la mitad de Mi vida como dibujante uno de los temas que se instala con fuerza es Chile y las clases sociales. De hecho, el libro termina con eso: con el mismo adolescente ya en la universidad (en una universidad del barrio alto, privada, ahora desaparecida) sintiéndose como un extraterrestre al lado de sus compañeros zorrones.

Y todo esto sucede en medio de una fiesta a la cual asiste con una amiga de su misma comuna. Ambos, en palabras del narrador, se sienten como "dos polizontes floridianos en el corazón del cinco por ciento más rico de Chile".

"Creo que, si uno quiere escribir con honestidad sobre la infancia y adolescencia en el Chile", dice Copano, "los conflictos de clase van a aparecer inevitablemente. Es un elefante demasiado grande en la habitación como para evitarlo".

Y de ahí agrega sobre esa escena con que termina su libro: "En esa frase incluso aparecen como una forma de exacerbar el romanticismo, más que una crítica real al modelo chileno. Lo que pasa es que el sistema tiene obviamente una escala íntima, en donde la brecha es hasta parte del decorado. Mejor escribirlo que ignorarlo".

Sé que estudiaste literatura en la UDP. Y que has estado siempre cercano a ciertos escritores, como Alejandro Zambra. ¿Cómo definirías tu relación con la literatura?, ¿qué te gusta leer?, ¿qué no te gusta?

Sí, como te decía, Zambra fue el gran promotor y gestor de este libro al editarlo de manera magistral. Aún así, mi relación con la literatura es bien práctica, poco espontánea y cero-aventurera. Leo recomendaciones de gente que respeto, los libros que se mencionan en la radio pública gringa que me gusta y de esos libros que funcionan como manuales para aprender de temas muy específicos, como para cachar cómo funciona Wall Street o ISIS. Ahora que tuve un hijo hace poco, hartos libros sobre los colores y las formas se han tomado mi biblioteca.

¿Cuál es la diferencia entre el Fabrizio escritor versus el Fabrizio comediante?

Creo que cuando uno es comediante, es bastante escritor también. Aunque tus escritos solo tienen sentido cuando los dices, pero como los chistes son estructuras, tienen harto trabajo narrativo duro. Editar, cortar, reescribir. Hay mucho de eso. Lo bueno, como escritor me puedo dar el lujo de no intentar siquiera ser chistoso, cosa que en el stand-up todavía me cuesta mucho. Los silencios o momentos que potencialmente son más "interesantes" que "cómicos" en el stand-up son súper duros. Escribir es mucho más cómodo y me hace más feliz.

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Estás haciendo rutinas en inglés. Cuéntame un poco de ese proceso, pero desde el lado de las palabras: ¿qué tan difícil ha sido?, ¿has tenido que estudiar inglés? A veces el humor no se traduce bien. Distintos lenguajes tienen distintas sensibilidades humorísticas.

Claro, el lenguaje en el humor es fundamental y cambiarlo es caleta de pega. Ha sido un proceso de años para poder subirme con seguridad y hacer una rutina en inglés. Tengo la suerte que ya he logrado un pequeño nombre en los tres clubes más grandes de acá y me ha salido harta pega gracias a eso. De forma autodidacta me puse a estudiar inglés, leyendo solo libros en este idioma y hablándolo todo el día, con todo el que encontrara. Es bastante emocionante verme en lugares como el Laugh Factory, me siento muy orgulloso de haber logrado eso. Y espero sea solo el principio.

Saul Bellow decía que "un verdadero comediante está en su mejor momento cuando es más miserable". ¿Es así?, ¿qué tan importante es ser infeliz para un comediante a la hora de ser chistoso y/o creativo?

Ahí estoy en desacuerdo con Saul. Creo que esa versión del comediante ha quedado más en los 80/90. Hay muchos tipos de esa onda, muy buenos, pero creo que también hay una romantización de la vida miserable en el mundo de un comediante. Hace poco se suicidó un comediante muy querido en el underground de acá y me dio pena como lo transformaban en un ícono, cuando honestamente el tenerlo expuesto a la romantización de la tristeza y la presión de una carrera exitosa, lo habían empujado a ese abismo. Por supuesto que el drama y los conflictos son un camino próspero para el humor, pero eso no significa que haya que autodestruirse como única forma de encontrar material.

¿Qué tal observar el "estallido social" desde Los Ángeles? Me imagino que debe ser un poco irreal; Chile no es "pauta" en Estados Unidos, pero a la vez —he visto tus videos sobre la situación— te interesa estar al tanto y participar en lo que está sucediendo acá, ¿no?

Es bastante irreal. Los gringos son bien ignorantes y en general no cachan nada. Mis amigos más cultos me preguntan y se interesan mucho en cómo va a terminar. Es una larga introducción la que hay que hacer, porque es como explicarles una realidad paralela. Y verlo en la tele, es aún más raro, como cuando uno veía en las noticias lo que pasaba por cinco minutos clips de, no sé, Irak. Pero al mismo tiempo, ese “Irak” es mi casa, donde crecí y donde está la gente que amo. Muchas veces al día, pienso tanto en Chile, que se me olvida que no estoy allá. Pero nada, intento participar con las herramientas que tengo e intento no marearme. No es fácil.