Antes de convertirse en el retratista de la diversidad racial de Chile y mucho antes de ser también el fotógrafo del arte chileno, Jorge Brantmayer (1954) deambulaba por las salas de teatro de Santiago registrando una escena bullente y política que resistía a punta de ingenio el oscuro periodo del régimen de Pinochet. Durante 10 años, Brantmayer asistió a cuatro obras teatrales por mes, fotografiando escenas y decorados para la revista Mundo Diners que dirigía el artista Mario Fonseca. Sin embargo, con el tiempo, el fotógrafo olvidó el material en el entretecho de su casa, el que hace cuatro años volvió a aparecer.
Tanto él, como la investigadora María de la Luz Hurtado coinciden en que fue un día lluvioso de 2015 cuando ella tocó el timbre de su casa en Román Díaz, preguntando por las fotos de Testimonios de las muertes de Sabina, de Juan Radrigán, de 1979. Brantmayer le contó que no había podido hallarlas, pero que si le interesaba, tenía una caja con viejas diapositivas teatrales que podría donarle.
"No lo podía creer, era un tesoro absoluto, nadie imaginaba que esto existía. Descubrir todas estas imágenes a color fue la explosión de un imaginario vital y poético", dice la investigadora, quien desde 2000 dirige el Programa de Investigación y Archivos de la Escena Teatral UC que suma 25 mil documentos visuales.
Hurtado tomó esa tarde la caja con el compromiso de firmar un convenio entre la universidad y Brantmayer, prometiéndole una gran muestra que este próximo 3 de enero se abre a público en el GAM. Fragilidad y excesos: archivo abierto de la escena chilena 1983-1992 recoge el trabajo del fotógrafo con 110 imágenes ampliadas, además de las 1.538 proyectadas en un muro. La muestra -que se abre en el marco de Santiago a Mil- se trabajó junto a la Olaya Sanfuentes, especialista en historia visual; Patrizio Gecele, investigador teatral y Camilo Yáñez, en la dirección de arte.
"La UC ya ha mostrado el archivo de René Combeau (1947-1974) y de Luis Poirot (1964-1971), ambos en blanco y negro; por eso el trabajo en color de Jorge es especial. Mientras Combeau hacía posar y Poirot armaba escenas en otros lugares, Jorge disparaba durante la obra, un momento íntimo, único, usando la propia luz de la sala. Para mí éste es un eslabón perdido en la obra de Jorge", dice Hurtado.
El archivo Brantmayer tiene además la curatoría implícita de quienes en esos años eran los críticos de teatro de la revista Mundo Diners: Eduardo Guerrero y Luisa Uribarri, quienes eran los encargados de elegir las obras que el fotógrafo registraría. "En total son 140 obras seleccionadas por estos dos críticos también muy bien informados", agrega la investigadora, entre ellas montajes del Ictus, del Gran Circo Teatro, del Trolley de Ramón Griffero o del mismo Teatro UC.
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Ojo de pintor
Para Brantmayer también fue una sorpresa encontrar el material. "Verlas después de tantos años y ahora ya montadas ha sido una delicia. Me gustaba mucho el tema de la luz, el contraluz, el vestuario de los actores, eran como escenas de pintura", cuenta el fotógrafo.
Entre 1974 y 1979, estudió arte en la U. de Chile al mismo tiempo que fotografiaba en las noches. Al final lo último primó, pero el ojo de pintor es evidente en sus tomas. "Todo te educa de forma inconsciente y ahora me doy cuenta de que el teatro ha influido en mi trabajo", dice Brantmayer, quien en los últimos 10 años ganó reconocimiento por sus retratos a mujeres en prisión, inmigrantes e indígenas, estos últimos exhibidos este año en el Museo Precolombino y Museo de la Memoria.
Actores y actrices conocidos y más jóvenes figuran en las imágenes de Brantmayer. Héctor Noguera, Tomás Vidiella, Bélgica Castro, Laura Pizarro, Schlomit Baytelman, entre muchos otros artistas que también ayudaron a reconstruir las historias que serán narradas en esta exposición.
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Tres tristes tigres (Alejandro Sieveking, chileno): Schlomit Baytelman (actriz). Compañía Pedro de La Barra. Dirección: Gustavo Meza. Escenografía: Juan C. Castillo. Vestuario: Luciano Brancoli. Sala El Conventillo. 1986. foto: Jorge Brantmayer.[/caption]
El recorrido en el GAM abre con Bienaventuranzas, la obra callejera que llevó a Andrés Pérez a París. Una vez dentro, la muestra se divide en temas: Desamparo y desarraigo con obras como Pueblo de mal amor de Juan Radrigán, Tres tristes tigres de Alejandro Sieveking y Cinema Utoppia de Ramón Griffero; Poder y violencia, con La muerte y la doncella de Ariel Dorfmann, Lo crudo, lo cocido y lo podrido de Marco Antonio de La Parra o Domingo eterno de Mateo Iribarren; Fiesta y destape recoge obras del Trolley que dirigía Griffero o Cariño malo de Claudia Echeñique, y en Identidades desoladas y populares se agrupan obras como El cepillo de dientes de Jorge Díaz; La nona, con Aldo Parodi y La negra Ester de Andrés Pérez.
"A veces me gustaba este trabajo y otras no tanto", confiesa Brantmayer. "Había todo tipo de compañías, algunas más impostadas y tradicionales que otras, el Ictus tenía ironía, pero otras eran muy dolientes y yo salía deprimido. Después llegaron Griffero, (Vicente) Ruiz y (Andrés) Pérez que cambiaron rotundamente el panorama. Me acuerdo cuando vi La negra Ester, qué manera de cagarme de la risa", recuerda.
A los ojos de hoy, además, estás imágenes toman renovadas lecturas para el fotógrafo. "Hay escenas donde veo a un militar reprimiendo a una mujer, Andrés Pérez sosteniendo una bandera negra y una estrella blanca caída, la gente en las calles, por otro lado el travestismo; todos son temas que aparecen de nuevo hoy, entonces es fuerte cómo se repite la historia de alguna forma", resume Brantmayer.
Fragilidad y excesos
Archivo abierto de la escena chilena 1983- 1992. Fotos de Jorge Brantmayer en el GAM desde el 3 de enero.
Ma a vi, de 10 a 19 hrs. Sá y do, de 10 a 21 hrs. Entrada liberada.