Amigos, escritores y familia despiden a Germán Marín
El autor, quien murió el domingo a los 85 años, ayer tuvo una ceremonia funeraria en el Parque del Recuerdo.
"Mi santo padre, que de santo tenía bien poco", dijo ayer bromeando Arturo, uno de los dos hijos del escritor Germán Marín, quien falleció el domingo a los 85 años. "El hombre tenía su carácter complejo, vivió dedicado a sus 'papiros' como le decía a sus textos", agregó el único orador de la familia, en la ceremonia realizada en la tarde en el Cinerario del Parque del Recuerdo, en Huechuraba.
Concentrado en su labor literaria, el hijo también recordó que Germán Marín "delegaba todo en mi madre". Así, señaló que el autor de la trilogía Historia de una absolución familiar nunca tuvo una cuenta corriente ni aprendió a manejar un auto.
"Se fue sin recibir ningún reconocimiento, pero sabemos que su obra es rotunda y maciza", expresó Arturo Marín. Cerca del féretro estaba Juana Robles, viuda del narrador, su otro hijo, Germán, y algunos nietos. Además, asistieron sus amigos y varios escritores como Álvaro Bisama, Rafael Gumucio, Roberto Merino, los historiadores Manuel Vicuña y Alfredo Jocelyn-Holt, el crítico Juan Manuel Vial, y los editores Matías Rivas, Pablo Dittborn, Felipe Gana y Josefina Alemparte.
Tras las palabras de Arturo Marín, Matías Rivas se refirió a la dedicación del escritor, a la "forma religiosa de entender la puntuación y su fijación en asuntos formales". Sin embargo, el director de Ediciones UDP recalcó que un tema fundamental de la escritura de Germán Marín era la conversación.
"Hay muchos escritores que dicen: murió un maestro. Yo me sumo a esas palabras. Germán estaba cansado y se va en paz", dijo un conmovido Matías Rivas.
Luego Juan Manuel Vial recordó el día que quiso conocer a Marín: estando en la calle se acercó a saludarlo. El escritor más tarde ficcionaría aquel encuentro.
Vial destacó tres características de su obra: el humor, el coraje y el estilo. "Yo le había dicho que era un gran estilista. Después me enfrentó como si lo hubiese tratado de peluquero", añadió.
Mientras que Roberto Merino destacó su generosidad con los más jóvenes cuando Marín volvió a Chile desde el exilio a inicios de los 90.
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