La batuta que agita el verano en el Municipal
Pedro-Pablo Prudencio cumplirá cuatro años como director residente de la Filarmónica. Juntos presentan hoy el ballet La casa de los espíritus y el miércoles, la Novena de Beethoven.
Su primer contacto profesional con la Filarmónica de Santiago fue a inicios de los 2000, cuando asistió a Rodolfo Fischer, entonces director residente de la agrupación. "Hicimos La flauta mágica (Mozart); yo preparé a los cantantes", recuerda Pedro-Pablo Prudencio (1976). Sin embargo, su vínculo con la orquesta del Teatro Municipal de Santiago, donde hoy ejerce las funciones que cumplió Fischer, tiene raíces en su infancia, ya que solía acompañar a su padre, Jaime Prudencio, cuando dirigía al Ballet de Santiago.
"Venía a todos los ensayos. Mi padre fue mi primer profesor de piano y fue quien me inculcó el amor por la música", asegura. Su padre tuvo su propia orquesta en Hannover, ciudad alemana donde vivió Pedro-Pablo Prudencio desde los seis meses de edad hasta los 10 años. "Pasaba mucho tiempo en la escuela de música y también en la Ópera con mi papá. Allá la música clásica está muy arraigada dentro de la cultura, es una ciudad de 500 mil habitantes con varias orquestas, con un título de ópera distinto cada día, con un coro amateur en cada iglesia", aclara.
"Un día quisimos ir a ver La flauta mágica a la Ópera, pero estaban todas las entradas agotadas. Entonces mi mamá nos puso el disco en la casa y yo fui dibujando las diferentes escenas que iban apareciendo en mi mente en un cuaderno que lo tengo hasta el día de hoy", recuerda.
En 1996 volvió a Hannover, para estudiar dirección coral y orquestal. Tras siete años de estudio, se convirtió en asistente del director coral Johannes Mikkelsen en la Ópera de Hannover. Pero decidió volver a Chile. Se casó, tuvo tres hijos, y se integró a la escena local. "Con la Filarmónica de Santiago debuté oficialmente dirigiendo Don Giovanni (Mozart) en Talca, no me acuerdo en qué año. Y mi primera invitación a la temporada oficial del Municipal fue con La italiana en Argel (Rossini), en 2009", detalla.
Paso a paso, fue invitado a las otras orquestas: Sinfónica de Chile, Clásica de la Usach, de Cámara de Chile, Sinfónica Nacional Juvenil, de Cámara de Valdivia, U. de Concepción y U. de La Serena. Hasta que en abril de 2016 asumió como director residente de la Filarmónica de Santiago. "Fue difícil tomar la decisión, pero conocía a la orquesta y es un teatro donde siempre me ha gustado estar, desde que era niño", dice.
Ritmo frenético
Como director residente, Prudencio tiene un rol capital preparando a la orquesta, los cantantes y el coro. Aparte de eso, en la temporada oficial conduce tres o cuatro ballets y un concierto al año. Pero su mayor compromiso es operático: dirige a los dos elencos de una o dos producciones al año, y también conduce al segundo elenco en otros cuatro títulos líricos.
"Lo disfruto; trabajar con la Filarmónica es como manejar un Ferrari. Es un lujo que agradezco cada día. De repente me tomo libertades de hacer locuras y la orquesta me sigue. ¡Es fantástico!", dice Prudencio.
Ahora mismo, por ejemplo, ha tenido un intenso diciembre: en tres semanas, ofreció con la Filarmónica cuatro funciones de música de películas, y luego ocho de Cascanueces (Tchaikovsky), con el Ballet de Santiago. Todo a tablero vuelto. El director destaca la masiva reacción del público frente a las bandas sonoras de John Williams: "Fue increíble, porque la gente todavía no se animaba a venir al teatro tanto como antes". Ello, como coletazo del estallido social y el cambio de los horarios. "Pero estuvo repleto, y la gente pedía más y más", exclama Prudencio, quien jugó con la audiencia. Fingió, por ejemplo, que su batuta no tenía efecto sobre el pianista, y que recién al cambiarla por una varita de Harry Potter pudo dirigir. "La música de películas es un género heredero de la ópera", asegura.
El sábado pasado, Prudencio y la Filarmónica llevaron la música de Williams a la Quinta Vergara, y aún tienen dos programas más durante enero, pero en el Municipal de Santiago. Desde ayer y hasta mañana, presentan con el Ballet de Santiago La casa de los espíritus, de José Luis Domínguez, y basada en la novela de Isabel Allende. Las funciones son a las 19.30 horas al igual que los días 15, 16 y 17, cuando aborden la Novena Sinfonía de Beethoven con el Coro del Municipal y los solistas Carolina García, María Luisa Merino, Pedro Espinoza y Sergio Gallardo. Así, el teatro iniciará la celebración en Chile por los 250 años del nacimiento del genio alemán.
"Es tan actual la Novena; y tan pertinente en nuestra contingencia: una sociedad dividida, donde los seres humanos no se respetan. Y lo único que pide Beethoven es que tenemos que ser hermanos y remar en la misma dirección respetándonos mutuamente", dice Prudencio
¿Qué obras anhela dirigir?
Me encantaría hacer la Pasión según San Mateo (Bach), y en cuanto a la ópera, La valquiria (Wagner). Con Wagner cuesta atreverse porque se cree que es para público erudito, pero el año pasado hicimos El oro del Rin en el Pequeño Municipal y fue un tremendo éxito. Y eso que había temáticas difíciles de transmitirles a los niños, como por qué el hombre tiene que guiar a la mujer o por qué una madre le da a su hija un puñal para que mate a Sarastro.
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