Hace 10 años la televisión inglesa estrenó una serie que llegaba precedida de tantas expectativas como suspicacias: una nueva mirada a Sherlock Holmes, personaje tantas veces reimaginado para el papel y la pantalla que no era ilógico cuestionarse cuál era la necesidad o la novedad de una producción más.

Mark Gatiss y Steven Moffat fueron los guionistas y productores que sorprendieron gratamente con Sherlock, entregando una versión fresca, inteligente y fascinante del personaje de sir Arthur Conan Doyle. Ellos mismos, una década después, decidieron tomar un desafío similar, ahora con el más famoso de los vampiros de la ficción: el conde Drácula. Así que quien haya visto y disfrutado de Sherlock ya sabe que lo justo es al menos darle una oportunidad a esta producción.

En Netflix están los tres episodios de la miniserie Drácula, que toma la novela de Bram Stoker, aunque no de manera literal. Aquí la historia parte contando dos relatos en paralelo: en uno, el abogado Jonathan Harker (John Heffernan) es un hombre destruido física y sicológicamente luego de haber arrancado de las garras de Drácula (Claes Bang), que le cuenta a una cínica monja que ha perdido la fe (Dolly Wells) la historia que ha vivido. Ese es el segundo relato: cuando lo vemos llegar a Transilvania como un tipo sano y alegre y conocer a un conde muy deteriorado que, gracias a su "ayuda", empieza a rejuvenecer y a hacerse otra vez poderoso, al tiempo que le revela su plan de ir a Inglaterra, donde está la gente culta e inteligente. "Eres lo que comes", explica con simpleza.

Así se inicia una historia que es a la vez terrorífica, llena de suspenso y también de un frío y divertido humor.

A pesar de tener sólo tres capítulos, la serie se toma su tiempo y no se acelera en el relato. Hay espacio para escenas sangrientas y confusas, desarrollos que no ocurren en un minuto y diálogos que revelan datos importantes para armar el puzzle y a la vez definen a sus personajes sin necesidad de sobreexplicación, como en el primer capítulo, cuando Drácula le entierra una estaca de madera en el corazón a una chica que había convertido y que tenía encerrada en su castillo, y Harker le pregunta por qué la mató. "¿A quién? Ah. Porque quería saber si se moriría, supongo. No me mires así, Johnny, fuiste niño una vez, conoces la sensación. ¿No rompiste alguna vez tus juguetes para ver cómo funcionaban?".

Drácula es un personaje directamente malo, amoral y ya desapegado de la mayoría de los sentimientos y razonamientos de los humanos, además de tener grandes poderes. Así irá a amenazar al mundo y a iniciar una batalla contra adversarios quizás impensados, en tres capítulos que sin duda vale la pena ver.

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