A veces las estrellas del espectáculo vienen de carreras exóticas para aquellos pagos. Es el caso de Harrison Ford quien, aunque siempre gustó de los escenarios, se dio cuenta, a inicios de los setenta que le iba mejor como carpintero. Hasta que lo presentaron a George Lucas y participó en la muy nostálgica American Graffiti en 1972. U Ozzy Osbourne que se las había batido como afinador de bocinas para automóviles antes de saltar a la fama con Black Sabbath.
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Ese es el caso de José Luis Perales, quien había logrado, a los 16 años, una beca en la Universidad Laboral de Sevilla para estudiar electricidad.
Perales, que se había interesado por la música desde muy temprano —ya a los seis años era hábil en la técnica del solfeo y tocaba el laúd—, aparte de su trabajo con los alicates, componía de motu proprio algunos temas y en ocasiones se los mostraba, muy aventurado, a bandas o solistas señeros de la época (mediados de los años sesenta) como Fórmula V, Basilio o el Dúo Yerbabuena.
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Contactos Phil Spector español
Justamente desde mediados de los años sesenta, como sindicaba el antiguo blog "Cuando calienta el sol", España empezó a convertirse en una potencia de la música en castellano. Premunida por los éxitos de lo que luego daría en llamarse "la canción del verano", de la mano de bandas como el Dúo Dinámico ("Quince años tiene mi amor", "Hello, Mary Lou" y, por cierto, la ganadora de Eurovisión "La la la" en la voz de Massiel), los mismos Fórmula V ("Cuéntame", "Cenicienta" y, obviamente, "Eva María") o Rumba Tres ("No sé, no sé" o "El Tiburón"), la armada española, en gran medida educada desde las formas de la balada romántica estadounidense, invadía los diales de lengua hispana con voces masculinas como Raphael, Camilo Sesto o Julio Iglesias, y femeninas como las de Mocedades o Sergio y Estíbaliz o Mari Trini.
En este contexto eran los productores, los arreglistas, los ingenieros de sonido y, sobre todo, los estudios —como CBS o Hispavox— el corazón de una industria que facturaba éxito tras éxito. Uno de esos productores, Rafael Trabuchelli, de origen italiano, en las dependencias de Hispavox alojadas en la madrileña calle de Torrelaguna, había encontrado la fórmula mágica de los hits radiales combinando una orquesta dirigida con puño de hierro, la mezcla en las mesas de sonido de múltiples instrumentos sonando al unísono (un invento que había pirateado a Phil Spector, la "Muralla de Sonido"), así como la selección meticulosa de voces que dispusieran de coloraturas o timbres peculiares. Así había logrado fichar a la cantante de origen británico Jeanette ("Soy Rebelde") o al baladista de origen argentino Alberto Cortez ("A mis amigos"), tanto como a Miguel Ríos, que con su "Canción de la alegría" había logrado no solo sintetizar la balada y la música selecta, sino que alcanzar los puestos más altos de los charts merced a esa extraordinaria combinación de orquesta y estudio.
Trabuchelli requería siempre de buenos letristas y entonces le llegaban a veces los ejercicios letrísticos del electricista José Luis Perales. Uno de ellos, "¿Por qué te vas?", significó un hito en la carrera de la mencionada Jeanette, al mando de Trabuchelli, al punto que este productor de origen italiano se obsesionó con que Perales interpretara sus propios temas.
https://open.spotify.com/track/0SGnzUQ7c7emJu5oVyUz5T?si=JCQnAQcqQZSiKp16wowf1A
Cuenta el hispano en su biografía de su sitio oficial: "Después de Jeanette fui reclamado por Rafael Trabuchelli para escribir para artistas como Raphael, Paloma San Basilio, Massiel, Enrique y Ana, etc., y paralelamente firmé un contrato como intérprete, casi obligado por aquel productor, que demostró tener una gran fe en mis canciones. A pesar de mi reiterada negativa a meterme en un estudio de grabación, intuyendo lo que me esperaba, dado mi miedo a enfrentarme al público, Trabuchelli insistió tanto que acepté, deseando de todo corazón que aquel disco pasara de noche, lo cual me facilitaría seguir trabajando como autor. Dos semanas después de salir al mercado, 'Celos de mi guitarra' se ponía número uno en la lista de Cuarenta Principales".
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Con una voz atildada, pero no descollante, quizá lo más atractivo de la interpretación de las canciones sobre todo del primer Perales, incluida en un lugar excepcional "Celos de mi guitarra" (no eléctrica), corresponde justamente a que permitía con mucha más fuerza lograr un equilibrio dinámico con la orquestación. Las voces de Raphael o de Camilo Sesto, y para qué hablar de Nino Bravo, tendían a superponerse con extrema fuerza por sobre los arreglos, dejándolos en un segundo o tercer plano, y lo que Trabuchelli y el Torrelaguna Sound de Hispavox perseguían era llevar en paralelo ambos componentes: orquesta y voz. Y Perales facilitaba hacerlo con más sutileza que sus competidores.
Eso significó un vuelco de los modos de producción hacia voces ya no tan peculiares y una concentración mayor en los pequeños guiños domésticos de las letras, cantadas como si fueran ligeras epifanías de la interioridad ("yo sé que te has sentido feliz / sentada junto a mi hoguera"), al punto que empezaron a surgir, por aquí y por allá, imitadores de Perales como José María ("Chema") Purón u otros.
https://open.spotify.com/track/4ohbIt5VVxeRAVnxoangVK?si=HNcpm3MqSrWUYO5DcVGz-w
Al cumplir 45 años de trayectoria como intérprete este pasado 2019, José Luis Perales lanzó una placa que sostiene es la despedida de su carrera, Mirándote a los ojos (Recuerdos, retratos y melodías perdidas), donde "Celos de mi guitarra" es reinterpretada a nueve lustros de su estreno, por una voz ya más gastada, pero con la misma emoción que aquel 1974 cuando todo comenzó con una guitarra (no eléctrica).
https://open.spotify.com/album/2zDNysvoOIyWs50n93nxHQ?si=6g1X_NiIQEG4PNbt-0w_GA