Cuando el director suizo-alemán Stefan Kaegi (1972) visitó Cuba, el país vivía un momento inédito de apertura. Fue en 2016, poco antes de la histórica visita del ex presidente estadounidense Barack Obama. Ese mismo año, The Rolling Stones ofrecieron un concierto masivo en La Habana y la película Rápido y Furioso filmó algunas secuencias para su octava entrega en la misma ciudad.
Meses después, Donald Trump llegó a la presidencia de Estados Unidos y la situación económica en Cuba volvió a endurecerse y se mantiene así hasta hoy. A 60 años de la Revolución Cubana, cumplidos en 2019, Stefan Kaegi se pregunta por el futuro de ese país a nivel internacional. "Mi proyecto intenta hacer uso de la situación histórica de Cuba en un proceso artístico bilateral, para documentar hacia dónde se dirigirá la revolución, no solo el cubano, sino el proyecto de la izquierda a escala internacional", explica el director a La Tercera.
¿Se puede predecir el futuro de Cuba desde una perspectiva internacional? ¿Qué puede decirnos Cuba sobre los proyectos utópicos en Europa?, son las preguntas que se hace el director y la obra Granma, metales de Cuba es el resultado de aquella búsqueda. A través de las historias de cuatro jóvenes cubanos, Kaegi aborda el pasado y el presente de un país cuyo derrotero aún parece marcado por la lógica de la Guerra Fría. Como parte del Festival Santiago a Mil, el montaje se presenta hoy y mañana a las 18.30 h y el sábado a las 15.00 h en el Teatro UC, con entradas a $ 11.200.
Figura protagónica dentro del teatro documental, Stefan Kaegi ha trabajado en Europa, América y Asia con proyectos que vinculan la historia y el entorno a propuestas escénicas. Su colectivo Rimini Protokoll, formado en el 2000 junto a Heldgard Haug y Daniel Wetzel, fue reconocido en 2011 con el León de Plata en la Bienal de Venecia y se ha presentado en Argentina, Brasil. Polonia, Shanghai, Moscú y Nueva York. La producción de la compañía consiste principalmente en obras, radioteatros, intervenciones e instalaciones donde por lo general sus protagonistas no son actores profesionales, pero sí personas con grandes historias detrás.
Es ese el caso de Granma, metales de Cuba. "Hoy, la revolución no solo tiene hijos, sino también nietos. Algunos representantes de esta generación más joven han emigrado. Otros se han quedado y viven en casa con sus padres, sus nuevas parejas, sus nuevos medio hermanos y sus abuelos. La 'familia compuesta' es un modelo social cubano surgido de la escasez de viviendas que ha dado lugar a increíbles convivencias", cuenta Kaegi, quien para seleccionar a su elenco conoció a más de 50 nietos de los revolucionarios de 1959.
Finalmente seleccionó a cuatro jóvenes. Está Daniel, nieto de Faustino Pérez, quien fue ministro de Recuperación de los Bienes Malversados por el régimen de Fulgencio Batista. Diana, una música cuyo abuelo fue uno de los fundadores de la Orquesta Maravillas de Florida. Christian, un programador de software de 24 años que recrea el camino de su abuelo hacia la Guerra Civil angoleña. Y Milagro, una estudiante de Historia que trata de comprender por qué el hito de la Revolución Cubana, que permitió que pudiera estudiar gratis, apenas le permitirá ganarse la vida cuando sea profesora.
"Encontramos personas que realmente tienen que contar algo y que son emblemáticas para ciertos problemas y temas de la Cuba contemporánea. Algo de esto también puede ser sobre el Chile contemporáneo en transformación", cuenta Kaegi sobre los jóvenes seleccionados para la obra.
Más allá del relato de las experiencias de los protagonistas sobre la Cuba que vivieron sus abuelos y a la que se enfrentan hoy, el montaje también cuenta con música compuesta por el estadounidense Ari Benjamin Meyers, y una puesta en escena donde los elementos audiovisuales son el eje central de la propuesta.
"La historia de Cuba estuvo acompañada de cerca por los cineastas. Una de las escuelas de cine más importantes se encuentra en La Habana", dice Kaegi. Para acompañar las historias de los protagonistas, la escenografía incluye proyecciones simultáneas en tres pantallas, con equipos de tecnología láser de alto contraste utilizados al mismo tiempo. "Revisamos una gran cantidad de imágenes históricas de calidad increíble. Y filmamos en lugares importantes para la revolución, pero transformados por la realidad desde entonces", añade el director suizo.