La magia está en los detalles y en los pequeños momentos. Esos que a ratos son tan espontáneos y efímeros que si pestañeas te los pierdes. Lady Bird (2017) está llena de esos momentos. Hay uno fugaz y brillante en la escena en que la protagonista busca un vestido con su madre en un outlet eterno. Discuten sin dejar un segundo de silencio, constantemente lanzando dardos de un lado y del otro. Pero todo se quiebra cuando ambas ponen sus ojos sobre el vestido ideal, y exclaman de emoción, reparando en un segundo perfecto una relación llena de trizas.
En Mujercitas (actualmente en cines), la heroína, Jo March, en un momento llora desconsoladamente sentada en una escalera de madrugada. No es por las múltiples causas dignas de llanto que la aquejan, sino por su pelo, o más bien la ausencia de este: se lo cortó para venderlo e inmediatamente lamentó la decisión. Cuando una de sus hermanas logra consolarla, Jo lleva una última vez su mano de forma temblorosa a su pelo y emite un suspiro adolorido, recordando nuevamente la causa de su penuria.
En ambas escenas las protagonistas son las mismas: la directora/guionista Greta Gerwig y la actriz Saoirse Ronan.
Ronan nació en Nueva York en 1994, hija de padres irlandeses, quienes la criaron en el país europeo, de ahí su acento y nombre impronunciable ("Ser-sha"). Su primera nominación al Oscar fue a las 13 años, como actriz secundaria en Expiación, deseo y pecado, y a sus 25 ya acumula cuatro nominaciones, incluyendo tres como Mejor Actriz en las últimas cinco ediciones de los Oscar (incluyendo la que se realizará el 9 de febrero).
Gerwig nació en Sacramento en 1983. Partió su carrera como actriz, siendo musa del director independiente Joe Swanberg, con quien co-dirigió su primera película, Nights and Weekends (2008). Tras protagonizar y/o coescribir una serie de películas con el director Noah Baumbach, incluyendo Frances Ha (2012) y la subvalorada Mistress America (2015), saltó a dirigir y escribir en solitario. Con sus dos películas, las mencionadas Lady Bird y Mujercitas, suma tres nominaciones al Oscar (inexplicablemente no considerada como Mejor Directora en esta oportunidad).
Sus historias se cruzaron en 2015. En el Festival Internacional de Toronto, Gerwig estaba promocionando Maggie's Plan, cinta que protagonizaba, y Ronan hacía lo propio con Brooklyn (que le valdría su segunda nominación al Oscar). La joven actriz ya había recibido el guión de Lady Bird por parte de su agente, y contactó a Gerwig para ofrecerse en el papel.
En entrevista con el LA Times, la cineasta contó que se reunieron en una pieza de hotel y leyeron juntas el guión completo: Ronan las líneas de Christine Lady Bird McPherson, y Gerwig todos los otros papeles. "Cuando íbamos en la página 2, sabía que era la persona adecuada. Era tan inteligente y llena de emoción, graciosa y desgarradora al mismo tiempo". La directora ha admitido en más de una ocasión que le cuesta hablar de los dotes actorales de Ronan, porque se emociona de inmediato.
Si la irlandesa ya era una promesa con su papel en Brooklyn, Gerwig la elevó a la mejor actriz de su generación con Lady Bird y Mujercitas, donde interpreta a la heroína Jo March. Ronan no sólo tiene un rostro tan expresivo que de seguro habría sido musa de Ingmar Bergman si hubieran coincidido, sino que expresa la emoción con todo su cuerpo (la postura de sus hombros refleja tanto su sentir interno como sus ojos).
En ambos papeles, Ronan sin dudas es un receptáculo de Gerwig. Lady Bird es sin dudas autobiográfica (no en su forma pero sí en su fondo) y si bien Jo March fue creada por la novelista Louisa May Alcott en el siglo XIX, esta vez en específico el personaje representa la lucha y la pasión artística de toda mujer creativa, desde la misma Alcott hasta la realizadora que adoptó y escribió al personaje como si fuera ella misma. Ambos son personajes unidos por la ambición desbordante de alguien que sabe que tiene la capacidad de llegar más lejos de lo que la sociedad les permite.
"Tengo una relación con ella como con ningún otro director. Me hace sentir que puedo hacer lo que sea", dijo Ronan a Entertainment Weekly sobre Gerwig. Verla en pantalla es la prueba de que "lo que sea" es incluso "lo imposible". Las películas de Gerwig y Ronan tienen derechamente pulso, con interpretaciones tan honestas que más que cintas, es ver la creación de vidas completas, con todas sus capas, prácticamente de la nada. No sólo en los momentos más intensos, sino justamente en esos detalles en los que crean magia.
Incluso en sus primeros años de existencia, el trabajo entre ambas recuerda a las grandes duplas de directores y actores de la historia, desde el mismo Bergman con Liv Ullmann hasta Martin Scorsese y Robert De Niro; duplas cuyos inmensos talentos por separado sólo son superados por la simbiosis casi imposible que consiguen cuando están juntas. A pesar que no son favoritas en sus categorías, alguna de las dos podría ganar su primer Oscar el próximo 9 de febrero, consolidando en oro el dúo más brillante del Hollywood actual.
Ronan y Gerwig podrían ser perfectamente las nuevas De Niro/Scorsese para una generación. Pero la comparación lleva a las palabras de la gimnasta Simone Biles: “No soy la próxima Usain Bolt o Michael Phelps. Soy la primera Simone Biles”. La primera dupla Ronan/Gerwig también tiene potencial de sobra para seguir escribiendo su propia leyenda.