Las estrellas de los Grammy siempre brillan sobre el escenario y, lógicamente, vienen del mundo de la música. Pero anoche fue distinto. Para una ceremonia domesticada y subordinada a los libretos estrictos, lo de ayer en el Staples Center de Los Angeles fue un quiebre de última hora en el guion que los obligó a mirar más allá. Sacudidos por la muerte del basquetbolista Kobe Bryant en un accidente en helicóptero -lo que además hizo que cientos de fans de Los Angeles Lakers llegaran a peregrinar al recinto donde el equipo hace de local-, los primeros minutos de la cita estuvieron rendidos a su memoria.
De hecho, las primeras palabras que se escucharon sobre el escenario fueron "¡esta noche es por Kobe!", lanzadas por la rapera Lizzo, una de las grandes ganadoras del evento, célebre por una imagen que promueve la aceptación y que desafía a los clichés de belleza más estandarizados, y que partió con el hit global "Cuz I love you".
Luego, con acento menos festivo, la anfitriona, Alicia Keys, tomó la palabra y también honró al astro del deporte. "Para ser honestas con ustedes, todos nos sentimos muy tristes, porque más temprano en Los Angeles, América y el mundo perdieron a un héroe, y estamos aquí con el corazón roto en la casa que construyó Kobe Bryant", expresó, para luego admitir que sobre la marcha prepararon el homenaje más adecuado posible para decir adiós al jugador de la NBA. Con la compañía del grupo Boyz II Men, la artista interpretó "It's so hard to say goodbye", mientras dos de las camisetas de Bryant resplandecían desde las alturas del lugar.
Pero como el asunto se trata de música –"la noche más grande de la música", según le gusta publicitarse a la ceremonia desde hace décadas-, luego vinieron los galardones y los shows. La propia Lizzo avisó que este sería su momento al ganar el primer gran premio televisado del día, Mejor interpretación de pop solista, convirtiéndose en una de las grandes vencedoras, con tres gramófonos dorados.
En tanto, la gran promesa pop Billie Eilish –con 18 años, un disco grabado en su casa junto a su hermano, un timbre fantasmagórico, un llamado en sus letras a la sexualidad sin etiquetas y una estética de ropa holgada que también se contrapone al exhibicionismo de algunas contemporáneas- acumuló cinco estatuillas de las seis a las que postuló, incluyendo Canción del año y Grabación del año ("Bad guy"), Mejor artista nuevo y Álbum del año (When we all fall asleep, Where do we go?).
Toda una marca para una artista tan joven y que por primera vez aparecía en los premios.
En el hip hop, Tyler, the Creator también corrió con la suerte de los debutantes y se embolsó el primer Grammy de su trayectoria en Mejor álbum de rap por IGOR. En los apartados hispanohablantes, los grandes vencedores fueron la española Rosalía –se quedó con Mejor álbum de rock, urbano o alternativo por El mal querer, y se presentó en la ceremonia, arrolladora como siempre- y su coterráneo Alejandro Sanz –Mejor álbum de pop latino por #ElDisco-.
En los shows, destacaron un dueto de la pareja integrada por Blake Shelton y Gwen Stefani, artista que en marzo próximo estará en Lollapalooza Chile; el desabrido retorno a instancia del trío Jonas Brothers (recién rondan los 30 años de edad y acaban de anunciar una residencia en Las Vegas); un homenaje al fallecido Prince también anémico de chispa que protagonizaron Usher, FKA Twigs y la percusionista histórica del cantante, Sheila E.; el pop templado de Camila Cabello, dedicándole "First man" a su padre sentado en primera fila; el despliegue de Ariana Grande, confirmando su estatus como una de las figuras de la escena anglo actual; la propia Eillish con su apuesta más sombría y minimalista; el renacer escénico de Demi Lovato tras una temporada de tormentos y rehabilitación; y el virtuosismo comedido aunque fogoso de Gary Clark Jr.
¿Y el rock? ¿Y los clásicos? Bien, gracias. Apenas presentes con el dueto de Aerosmith y Run-DMC, recordando esa era donde la combustión entre el rap y las guitarras aún le interesaba a alguien. Y en la reaparición de Ozzy Osbourne junto a su esposa Sharon, para presentar la categoría Mejor interpretación de rap (los casilleros de rock se presentan fuera de emisión). El intérprete emergió en escena con un bastón y sólo días después de revelar que sufría de mal de Parkinson.
Pero en general, los rockeros y la vieja escuela estuvieron ausentes en una fiesta anoche más que nunca patrimonio de la nueva generación y que deja a los héroes del pasado remitidos a los homenajes, los recuentos y la historia.