La última entrega de los premios Grammy, que se realizaba anoche en el Staples Center de Los Angeles, tuvo un preámbulo especial. Durante la tarde, cientos de fans del basquetbolista Kobe Bryant se acercaron al recinto a rendirle tributo -como consecuencia de su muerte debido a un accidente en helicóptero-, el mismo espacio donde jugó muchísimas veces al frente de Los Angeles Lakers.
Quizás fue el simbolismo de una ceremonia marcada por una previa repleta de hechos extramusicales, entre acusaciones, polémicas y despidos. Deborah Dugan, ex directora ejecutiva de los Grammy, fue despedida por acusaciones de acoso laboral apenas 10 días antes de la cita. Ella lo desmintió, fue hasta la justicia y contraatacó con una bomba aún más letal: dijo que fue boicoteada por sus intentos de renovación -la Academia de la Grabación siempre ha sido observada como conservadora y monopolizada por hombres blancos- y que los galardones estaban arreglados y condicionados por el apetito de representantes y sellos discográficos. También expuso que fue expulsada del cargo después de plantear inquietudes sobre "irregularidades y conflictos de intereses" que tienen relación con el proceso de nominación y revisión de la entidad. Todas las notas de la prensa ayer giraban en torno a eso: serían unos Grammy eclipsados por una nube negra.
Otra controversia de las últimas semanas tuvo relación con Ariana Grande, una de las máximas nominadas de la velada, quien recibió una denuncia por plagio que asegura que la exitosa canción 7 Rings, que aparecía en Grabación del año, contiene estrofas y ritmos copiados de un rapero llamado Josh Stone.
Quizás como una respuesta a todas las críticas de conservadurismo y poca renovación, la ceremonia de anoche estaría marcada no sólo por la alta presencia femenina en el espectáculo y en las candidaturas, sino que también por la masiva irrupción de figuras jóvenes en las categorías principales, casi todas mencionadas por primera vez y casi todas representantes de propuestas que intentan torcer los patrones del pop global del último tiempo. Entre ellas estaba la rapera Lizzo, con ocho nominaciones; la cantautoraBillie Eilish, con seis; el hiphopero Lil Nas X, con la misma cantidad; y otras mujeres también aparecían en las menciones más relevantes, como Ariana Grande, H.E.R, Lana del Rey, Maggie Rogers y Rosalía. De hecho, la española se llevó en la ceremonia previa el galardón a Mejor álbum latino de rock, urbano o alternativo por su aplaudido disco El mal querer (2018).
En la previa, sobre la alfombra roja desfilaron nombres como Lana del Rey o los clásicos Ozzy Osbourne y Cyndi Lauper. Como siempre, el Grammy uniendo tradición y novedad. Aunque esta vez a la ecuación se le puede añadir un tercer componente: la polémica.