Los códigos de Valentín Alsina: 2 minutos y el punk como punto de partida

2-MINUTOS

¿Cómo es que la ópera prima de una banda logró convertirse, contra todos los pronósticos —incluso los propios—, en un superventas; en un álbum esencial para la cultura punk latinoamericana, y en el catalizador de dos géneros tan distintos, como lo son el rock barrial y la cumbia villera? Walter Lezcano, periodista y escritor correntino, busca dar con todas esas respuestas. Como parte de la colección Vademécum, se acaba de editar Un regalo del diablo, donde repasa las historias que dieron vida a Valentín Alsina, punto de partida de 2 minutos y el disco que los convirtió en un clásico.


Para 1994, cuando largaron Valentín Alsina, su álbum debut, 2 minutos sumaba un manojo de historias que hoy apenas tendrían cabida en los highlights de una improbable carrera: la abreviación de su primer nombre, 2 minutos de advertencia, en respuesta al “Two minutes warning” de Depeche Mode; un puntapié inicial en El Bondi, un tugurio de Villa Crespo, el 8 de julio de 1989, tan solo unas horas después de que Carlos Menem asumiera la banda presidencial en medio de la hiperinflación, los levantamientos militares y el ocaso de la primavera democrática trasandina, y una invitación para abrir el telón de Ramones y Motörhead en Vélez. Nada mal para una banda punk old school del conurbano que, hasta entonces, no tenía pretensión alguna: ni siquiera se habían planteado la idea de pisar los estudios; les bastaba la experiencia en vivo y anotarse uno que otro contacto para resistir sobre los escenarios.

Recién a mediados de 1992, aceptaron la convocatoria para participar de un compilado junto a otras siete bandas: allí, en Mentes abiertas, antología que implicó el punto de quiebre generacional del punk argentino, los 2 minutos grabaron las dos canciones más sobresalientes del disco, "Arrebato" y "Ya no sos igual", sin sospechar aún que ése sería el germen de su mayor éxito y acaso el hito fundacional de la agrupación: se empezaba a cocinar Valentín Alsina.

Un regalo del diablo, libro del periodista, poeta y escritor argentino Walter Lezcano (Los wachos, Luces calientes, Días distintos) que acaba de editar la Colección Vademécum, deconstruye todo lo que vino después: las más de 50 mil copias vendidas, himnos que trascendieron el género como "Ya no sos igual" o "Amor suicida" y un legado no menos importante que imprevisto, incluso para sus mismos integrantes. "Valentín Alsina significó para la punk argentina una refundación y una reorganización de prioridades y objetivos. Es decir, cómo seguir siendo punk en un contexto socio-económico y político determinado. ¿Cómo se establecen esas nuevas cosmovisiones? —propone Lezcano—: bueno, Valentín Alsina se destaca por poner en el mapa del mainstream una escena renovada que venía a dialogar no sólo consigo misma, sino también con todo el arco creativo del rock nacional. Que eso surja a partir de un debut lo hacía más increíble todavía. Era una gran historia para contar por la trascendencia que tuvo puertas adentro (del punk) y hacia afuera (en toda Latinoamérica)".

El disco, en ese sentido, también vino a obrar el componente clave para la creación del "rock barrial" o "rock chabón", como se lo conoce. De hecho, durante la segunda parte de los noventas, los periodistas de rock trasandinos resignificaron a 2 Minutos como los impulsores de esta movida, etiqueta que al grupo no los convencía. En una entrevista para Revista Crisis que le concedió al propio Lezcano, el cantante Walter "Mosca" Velásquez subrayó: "Yo venía influenciado por Sham 69, Cockney Rejects, Cock Sparrer: bandas que hablan de su terruño, de su barrio, sus costumbres, cosas así. Nosotros no nos despreciamos. Siempre vamos con la frente bien en alto. Los periodistas siempre tienen que ponerte una etiqueta". Y, de paso, aclaró cómo lo veía: "2 Minutos no tenía nada que ver con esas bandas: Los piojos, Los caballeros de la quema y esos que decían que hacían rock barrial o chabón. No me siento emparentado ni identificado con esas bandas para nada".

Lezcano, sin embargo, ofrece su opinión:

—A 2 Minutos las etiquetas no les importan un carajo y está muy bien que así sea. El artista no tiene ninguna responsabilidad retórica con sus obras y no tiene por qué rendirse ante las explicaciones, las causas y las consecuencias de cómo se recibe lo que hacen en un disco. Ese es trabajo de los otros —explica el escritor—. A partir de ahí, yo creo que ellos sí inventaron el rock barrial (que atraviesa generaciones y distintos ámbitos artísticos de modo transversal) desde el punk, porque le dieron entidad artística y valoración sonora a una obra que posiciona al territorio de procedencia como articulador esencial de la creación. Y eso era una novedad absoluta en estas tierras. De golpe importaba el barrio y de dónde venías. Era, a su modo, una relectura de los modos tribales de comportamiento humano. Somos, siempre, nuestra tribu.

A Valentín Alsina igualmente debe entendérselo como uno de los responsables directos en la génesis de la cumbia villera. Pablo Lescano, creador del subgénero, mencionó en varias ocasiones a 2 minutos como una fuente de inspiración, y el "Mosca" se lo confirmó a Lezcano ("es un buen pibe que me contó que mi música lo re influenció"). Sin ir más lejos, "Vos sos un botón", la primera canción de esa nueva escena tropical, guarda muchas similitudes con "Ya no sos igual", hit imperecedero del álbum. Ambas hablan de un pibe que le dio la espalda a su barrio y se hizo policía: "Cuando ibas a la cancha/ parabas con la hinchada y tomabas vino blanco/ y ahora patrullas la ciudad/ si vas a la cancha vas en celular/ y a tus amigos andás arrestando", cantaba Flor de Piedra; "Ya no vino nunca más por el bar de Fabián/ y se olvidó de pelearse los domingos en la cancha/ por la noche patrulla la ciudad/ molestando y levantando a los demás", el "Mosca" y compañía.

—Sin 2 Minutos en el año 1994 no hay posibilidad de creación de la cumbia villera en el contexto de un país destruido en el 2001. Es un puente ineludible que también habilita pensar la importancia de lo barrial hasta llegar, lamentablemente, a la tragedia de Cromañón —piensa Walter Lezcano—. Nada de esto es responsabilidad de 2 Minutos. Lo que digo es que el rock barrial se metió en todos lados y habilitó que Pablo Lescano encuentre su manera de crear música y un subgénero. Desde ahí habría que ver cuál fue el límite (el nivel de saturación) de lo barrial como estética, y creo que ahí ingresa como elemento de análisis la tragedia de Cromañón. Todo esto está presente en el libro.

—2 minutos con este disco, entonces, logró de cierto modo instalar al conurbano en la conversación…

—Después de la salida de Valentín Alsina cierto léxico y modo de hablar se instaló en una parte de la sociedad. Usar palabras como buchón, arrebato, entre muchas otras que estaban presentes en las canciones de 2 Minutos, fue algo habitual y generó un modo de comunicación que tenía a estos neologismos como señales de pertenencia, calle y experiencia por afuera de la normalidad burguesa.

—Ya habías escrito sobre Andrés Calamaro y El Mató a un Policía Motorizado. ¿Por qué, más allá de lo que hablamos, escogiste esta vez un disco de 2 minutos? ¿Qué viste allí?

—Me manejo por obsesiones o quizás, lo mejor sea verlo así, con pozos muy profundos de los que me cuesta mucho salir (y tampoco sé si quiero salir). Y el disco Valentín Alsina de 2 Minutos era una de mis obsesiones porque salió, año 94, cuando yo hacía mi educación sentimental en la adolescencia. Y son esa clase de vivencias que te acompañan toda la vida, son formativas y te configuran. Después de escuchar y pensar mucho en el disco comprendí que era una obra que no sólo hablaba de mi adolescencia (y mi clase social) en los 90, sino que también era una obra que cristalizaba muchas de las problemáticas que atravesaban gran parte de la sociedad mientras el neoliberalismo se instalaba sin piedad en este país.

—Sobre Días distintos (trilogía del fin de siglo de Andrés Calamaro) me comentabas que evitaste a toda costa la típica biografía. Acá, ¿cómo lo encaraste al libro?

—En este caso busqué una manera mutante. Porque no sólo se trataba de la historia de un disco, sino también la historia de un territorio (Valentín Alsina), de una evolución del punk y de cómo eso se fue filtrando hacia otras disciplinas como la literatura, por ejemplo. Entonces, eran muchos flujos de energía tensionando en una misma obra. Entonces, el mayor desafío fue equilibrar la información de los protagonistas, con la mirada de los analistas y esas visiones personales que quería desarrollar en el libro. Se trató de investigar mucho, leer mucho, escribir mucho y esperar que aparezca dios y me ayude a escribir algo decente. Dos años de laburo. Uno de mis planes secretos era hacer una versión (propia, personal, privada) de Rastros de carmín de Greil Marcus.

—Para ti, ¿cómo fue que la ópera prima de una banda debutante, punk old school además, llegó a convertirse en un éxito de ventas (ser de platino)?

—Buena pregunta. Es una de las intenciones de este libro llegar a alguna conclusión al respecto.

—El año pasado, precisamente, Valentín Alsina cumplió 25 años. Para ti, ¿cómo envejeció?

—El punk es la fibra nerviosa de la humanidad. Y en ese sentido, el mundo siempre es un infierno. Por lo tanto, cuando el punk está bien hecho, es honesto y apela a las intervenciones políticas del ser siempre se mantiene vigente. Valentín Alsina 25 años después de salir por primera vez todavía tiene cosas para decir sobre esta época. Es por eso que esta clase de obras se vuelven clásicos: porque cada generación les da nuevos contextos de resignificación a materiales que son atemporales.

—Pareciera que no sólo el disco sino también 2 minutos se transformó en un clásico: más de 30 años de carrera y siguen de pie. ¿Es, para ti, este disco el responsable?

Valentín Alsina, al igual que Is this it? de The Strokes, el primero de Ramones, Horses de Patti Smith, entre otros, que nos presenta a una banda con su propuesta estética definida desde el mismo comienzo a un nivel insuperable, y a su modo culminada. Todo lo que viene después de esta clase de discos es ir generando variaciones (extraordinarias, jugadas, experimentales, lo que sea) sobre esta base, este trampolín, este hogar que supieron construirse. Yo creo que 2 minutos sigue en pie porque son héroes de la clase trabajadora y porque supieron definir la forma honesta de pararse ante el mundo con el que muchas personas comulgan y se sienten identificadas. Yo estoy entre esa gente.

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