Sexo, dinero y ego: cómo se separa un grupo según Ana Tijoux

Prisioneros Baile de los que sobran
Los Prisioneros.

En el documental Hijos de la rosa de los vientos, estrenado en exclusiva por Culto, la artista desarrolla las razones que motivaron la separación de Makiza. Restando dramatismo, sitúa el proceso en una suerte de clasificación de quiebres en que los líos de la convivencia humana y la ponzoña generada por la fama, como un residuo de las noches de excesos, acaban con los proyectos musicales.


En alguna oportunidad, Billy Corgan reconoció que "todo el rock and roll está basado en artificios". Se refería a que no es tan solo la música. Es ante todo una ilusión, un espectáculo engarzado en lo más profundo de la cultura pop, que además ofrece comidillo para la prensa. Por ello uno de los aspectos más comentados en el final de una banda de rock, en especial cuando ha resultado exitosa, es especular sobre los motivos de su quiebre; porque a fin de cuentas, pareciera existir la necesidad de hacer ruido tanto en la gloria como en la muerte.

A excepción del momento en que la ingrata visita de la muerte arrebata al grupo de un miembro clave -le ocurrió a Led Zeppelin al morir John Bonham- con el paso de los años, a veces las razones que precipitaron el final, parecen cambiar. Cada presente parece tener una respuesta. Cada cual dialoga con el pasado a medida que los recuerdos, las rabietas y las cuentas bancarias, demandan atención.

Sucedió en el caso de Makiza. Uno de los proyectos más fulgurantes del hip hop chileno en el Chile de la transición, acabó de súbito. Como un azote rápido, cuya marca duele más a medida que pasa el tiempo, las razones no quedaron del todo esclarecidas. A casi veinte años, el documental Hijos de la rosa de los vientos, estrenado en exclusiva por Culto, detalla la historia del grupo. Desde sus comienzos, al intrincado crisol de emociones involucrados en la intempestiva salida de Ana Tijoux.

"Las bandas se separan por tres razones: problemas de faldas o de pantalones, dinero o ego. Y acá fue un tema de ego", dispara Tijoux, rápida y certera tanto, en la opinión como en la rima.

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Los líos amorosos a menudo son disparadores de conflictos. O exacerban los latentes. Acaso uno de los más recordados es el que motivó la primera salida de Claudio Narea de Los Prisioneros. En su momento, el guitarrista adujo diferencias creativas con Jorge González. Pero la realidad era más poderosa. El líder se involucró en una aventura con la entonces esposa de Narea. La situación incluyó hasta propuesta de trío y un intento de suicidio. "Encuentro súper romántico que nos hayamos separado por un lío de faldas...lo encuentro súper bello", dijo González años después.

En las filas de los Rolling Stones, un lío de faldas mantuvo en tensión a Keith Richards y al rubio Brian Jones. Él estaba emparejado con Anita Pallenberg, actriz y modelo creyente del amor libre en tiempos convulsos para la convenciones sociales. Pero sus manías, sus celos y sus quejas minaron la pasión. Y Anita no se quedaba quieta. La tensión sexual latente  con Richards se liberó una calurosa noche de verano en Valencia, bajo el aroma de los naranjos. Para Jones fue un golpe devastador. Dos años después murió en la piscina de su casa, al poco tiempo de haber sido expulsado de los Stones. Fue un amor violento.

A veces simplemente quieren dinero. Si bien la separación suele ser un proceso complejo, los billetes suelen ser una razón de peso, especialmente por su reparto. Así sucedió en parte con los Smiths, pues su dupla creativa, Johnny Marr y Morrissey estaba reconocida como el eje del grupo y cobraba más dinero por conceptos de managment, Una situación que dejaba al margen al bajista Andy Rourke y el baterista Mike Joyce, quienes eran considerados unos miembros asalariados a los que solo se les pagaba el 10% de las regalías.

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Pero como todo en los de Manchester, las cosas estaban en un limbo permanente entre la integridad indie y el manejo profesional laxo. Por ello, el grupo no tenía un contrato oficial que detallara la situación económica de cada integrante, lo que derivó en una serie de enredos y malos entendidos. El asunto se hizo crítico al separarse los Smiths y casi de inmediato gozar de un status de banda de culto, empujado por algunos de sus herederos noventeros como Oasis. Allí Joyce llevó la disputa a tribunales donde logró hacerse del 25% de los royalties. Dicen que hasta hoy, Morrissey no se lo perdona.

En otros casos, tal como sucedió en Makiza, son los egos los que impulsan el curso de colisión. "Casi de cabro chico, a ti te están mirando más y me gustaría que me miraran más, así lo vi yo", recuerda DJ Squat en el documental. "Siempre hay un tema de ego -reconoce el MC Seo2- pero en realidad eso no era lo que nos molestaba a nosotros. Yo creo que le molestó más a ella [Tijoux] como sentir esa presión de que ella era tan indispensable y que todo recaía sobre ella". La disputa por la atención suele volverse conflictiva, en especial cuando hay una dupla al mando, como Axl Rose y Slash, John Lennon y Paul McCartney, Noel y Liam Gallagher, y los mencionados Morrissey y Marr.

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El carácter suele ser un potro difícil de domar. Le pasó a Roger Waters cuando comenzó a gobernar Pink Floyd con puño de acero, a mediados de los setentas. El éxito de The dark side of the moon, en que creó el concepto y las letras, le hizo entrar en una tensión con el guitarrista David Gilmour. Pero sobre todo, disentían en su visión del proyecto; Gilmour quería fama, dinero y libertad creativa para todos; Waters, exigía reconocimiento por el rol de líder, que entendía, le correspondía por liderar los proyectos. Todo acabó como se hacía en Pink Floyd; a lo grande, con tragedia. Waters se retiró tras dejar las sobras de The Wall en The final cut. Pero el resto del grupo continuó sin él. El bajista no lo soportó. Era un bofetada contra su ego. Por cierto, también para su bolsillo.

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