Francisca Valenzuela: colores y recursos

Francisca Valenzuela

"La artista se manifiesta más vulnerable, abierta y sincera. Una variedad de personajes le permite explorar el empoderamiento femenino, la coquetería y el sexo con mayor espontaneidad dejando atrás la imagen conservadora y señorial".


En seis años, el periodo desde el último álbum, Francisca Valenzuela (32) dejó de ser una veinteañera y la música urbana se convirtió en un asunto global insoslayable para los artistas dedicados al pop.

Tomó también las riendas del festival Ruidosa cuya pretensión es "el empoderamiento de mujeres a través de las industrias creativas" como proclama la cuenta de Twitter, y la música quedó algo rezagada. Tajo abierto (2014), el disco anterior, mostró una cara más sombría de la compositora e intérprete nacida en California, con canciones taciturnas menos cautivadoras en comparación a los dos primeros títulos. La mujer rabiosa de "Muérdete la lengua", el single que dio la dio conocer impetuosamente hace ya 13 años, es ahora una artista con más colores y recursos. La fortaleza es su mejor disco.

La artista se manifiesta más vulnerable, abierta y sincera. Una variedad de personajes le permite explorar el empoderamiento femenino, la coquetería y el sexo con mayor espontaneidad dejando atrás la imagen conservadora y señorial como sucede en Tómame, de líneas inequívocas como "y que me tires el pelo y me chupes las tetas", verso interrumpido con una risita instalada a modo de autocensura, mientras la música -con producción de primera- recuerda los años más horny de Britney Spears. Para una figura que no mantenía links con una carnalidad así de explícita, el giro fluye espectacular.

Cuando explora ritmos urbanos los enaltece porque logra timbrar una musicalidad que el género rara vez prodiga. El single Héroe resume ese talento. Otra mejora notoria: la voz. Francisca Valenzuela solía ser más rígida, incluso algo forzada, pero también hay mayor relajo y ganas de ampliar las líneas melódicas asumiendo personalidades distintas.

Estilísticamente La fortaleza es un paseo ambicioso que arranca en el neosoul de "Nunca quise herirte", cruza los paisajes urbanos en "Héroe" y "Tómame", se interna en el synth pop épico y melódico de "Ven a buscarlo" hasta llegar a "Flotando", perfecto soft rock con coro memorable y entre los mejores cortes de su cancionero. El piano de Claudio Parra es preciso para "Al final del mundo", otra de las piezas sólidas del álbum donde la artista es capaz de darle una vuelta a los sonidos urbanos. La segunda mitad es más confesional -"No te alcanzo", "Ya no se trata de ti", "Ansiedad (peleo con las sombras)"- y los arreglos crecen en dramatismo.

La larga pausa de Francisca Valenzuela valió la pena. Un regreso recargado de buenas canciones.

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