Es una verdad absolutamente conocida que las películas biográficas, más cuando son biografías del mundo del espectáculo, logran atraer a la prensa, el público y los premios. Judy (2019) es la segunda película del director Rupert Goold. Una biopic que transita entre el drama, los momentos musicales y la sonrisa de quién no sabe afrontar la vida de otra manera: esa es Judy Garland.

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La película está basada en la obra de teatro y nos presenta a Judy en los momentos más bajos de su carrera. Abandonada por los grandes estudios, enferma y sin un lugar para vivir, Judy acepta realizar una serie de conciertos en Londres, a pesar de que esto signifique alejarse de sus hijos, para así poder tener el dinero suficiente y obtener la custodia de ellos.

A partir de diferentes flashbacks entendemos la compleja niñez y adolescencia de Garland. El trabajo excesivo, las dietas estrictas y el suministro de anfetaminas para que Garland no detuviese su trabajo construyeron a una adulta inestable y sin verdaderos lazos afectivos. Fue una chica talentosa tratada como un objeto, como un ser sin autonomía para decidir qué hacer con su vida.

Judy es interpretada por Renée Zellweger, una de las actrices mejor pagadas en los 2000, cuyo éxito comenzó a bajar al final de esa década y terminó realizando un retiro autoimpuesto. A pesar de que Zellweger volvió oficialmente como actriz en el 2016, parece ser que Judy es el filme que se convertirá en el verdadero hito de su retorno.

Hollywood es más difícil de lo que creemos, tanto Garland como Zellweger pueden dar fe de ello. A pesar de pertenecer a eras distintas de la historia del cine, parece que muchas cosas se mantienen igual para las actrices: la persecución de la vida personal por parte de la prensa, las exigencias sobre el cuerpo, los prejuicios o el hecho de que todo el mundo cree saber quién eres. Cuando una gran actriz interpreta a otra gran actriz, tiene plena conciencia de todo lo que conlleva.

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Judy Garland y el Star System

Frances Gumm fue una joven que logró firmar un contrato con MGM (Metro-Goldwyn-Meyer) a los 13 años. Esa joven pasó a llamarse Judy Garland. La biopic logra mostrar la cantidad suficiente de momentos en que Judy fue maltratada y explotada como un objeto. La cantidad de horas de rodaje (que podían llegar a ser 16 horas por día) no le permitía tener una vida propia, eso motivó a que el estudio creara situaciones como una cita o su propio cumpleaños para llevar las fotografías y relatos a las revistas que intentaban demostrar que las estrellas de Hollywood "tenían una vida normal".

El star-system es un método utilizado por los grandes estudios de Hollywood entre las décadas de los 30 y 50. El estudio "criaba" a una estrella desde pequeña (el nombre del actor o actriz era cambiado por los productores) y generaban contratos por años. En el caso de Garland, estuvo casi 15 años junto a la MGM donde produjo casi 30 películas. En esta época, los musicales se producían de manera seriada (existía un departamento de Musicales en los estudios) casi como una fábrica donde el actor o la actriz son el engranaje principal, pero un engranaje, al fin y al cabo. A los exhaustivos rodajes se les sumaba la promoción de las películas, giras, actuaciones en radio y demases. La promoción del musical El Mago de Oz (1939) impidió que Garland terminara sus estudios en la secundaria.

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En Judy vemos flashbacks de nuestra protagonista quién vivió una juventud marcada por las dietas, las mínimas horas de descanso, la ausencia de una vida personal y las drogas suministradas por estudio para que la joven soportara la gran cantidad de horas de trabajo. Sin embargo, también entrega una luz de esperanza cuando vemos a una adulta Judy probar un pastel (la película sugiere que es la primera vez que ella se permite comer pastel) y sonreír, descubriendo aquel placer cotidiano que se le negó por tanto tiempo.

El regreso de Renée

El regreso de Renée a las pantallas vino de la mano de la tercera parte de la franquicia de Bridget Jones, el personaje que le valió su primera nominación a los Oscar. El bebé de Bridget Jones (2016) nos muestra a Bridget en sus cuarentas, embarazada y con el optimismo de siempre. La película fue aceptada por la prensa y los fanáticos.

Desde el 2016, Zellweger ha participado en películas de poca relevancia o mala crítica. Estuvo junto a Keanu Reeves en El Abogado del mal (2016), Tan distinto como yo (2017) y Aquí y ahora (2018) junto a Sarah Jessica Parker. Si bien las actuaciones de Zellweger son en general apreciadas, la irrelevancia de estos filmes parece atraparla en la misma situación en la que estaba antes de su período de retiro.

Entre los proyectos que trajo devuelta a Zellweger se encuentra Dilema (2019), una serie original de Netflix en tono de thriller. En los últimos años, los actores de las ligas del cine se acercan más a las series de ficción, que han demostrado ser lo suficientemente lucrativas, desafiantes y respetadas en el círculo del audiovisual. Sin embargo, el regreso de Zellweger en la plataforma más posicionada del streaming no causó el revuelo necesario. Dilema obtuvo críticas paupérrimas y algunos críticos consideraban que la actriz era la única cosa buena en la serie.

El ocaso de Judy

Zellweger consiguió su segunda nominación al Oscar gracias al musical Chicago (2002). En esta película, Zellweger es pura energía y pasos de jazz. Llevó perfectamente el personaje de Roxie Hart, una mujer alta en gracia e ironía, que pasa por un momento gloria que no dura lo suficiente.

Judy es la segunda película de Goold, un hombre con más experiencia en la dirección teatral que en la cinematográfica. Creo que el gran logro de este director proviene desde esta formación, que permite equilibrar estas dos energías artísticas: en la cinta logramos tener hermosos momentos íntimos versus intensos momentos musicales donde la voz de Zellweger envuelve la sala de cine. En los momentos musicales de Judy nos valemos más del talento interpretativo de Zellweger, cuyo rostro logra sostener los primeros planos largos que se realizan en estos espacios. Así, la teatralidad radica puramente en la actriz y no lo exterior a ella.

Judy es una película que se hace cargo de la caída de un ícono, pero aún así hay un tratamiento hecho de manera tan respetuosa que el final de la película logra hacernos sentir que llegamos a una caída y aún así podemos sonreír. Es imposible no encontrar la belleza en este filme sobre una mujer rota que sigue luchando a pesar de este sentir y que su manera de defenderse del mundo son las bromas o alguna sonrisa. Zellweger logra generar esa empatía tanto a partir de los pequeños gestos como los momentos en que Garland se transforma y apodera del escenario.

Al final, el filme deja la sensación que el único amor que encontró Garland fue el de los aplausos, no a partir del egocentrismo, sino por las heridas y carencias de amor en su niñez y adolescencia ¿Podía Judy renunciar a ese amor?