Por tercera vez en su historia, la ceremonia de los premios de la Academia no tuvo a un anfitrión —para agilizar el evento y poner el foco en las estrellas— y nuevamente se extrañó la gracia que le da un conductor al arranque. Steve Martin y Chris Rock cumplieron en parte esa función, aunque el ajustado guion dio poca naturalidad a lo de ellos. El primer premio fue a actor secundario y Brad Pitt, predeciblemente, se impuso a los legendarios Joe Pesci y Al Pacino, por su papel en Once upon a time... in Hollywood, un rol celebrado, pero que frente a la actuación de Pesci en The Irishman no está a la misma altura. Un punto llamativo: ni Pesci ni Anthony Hopkins, postulado por Los dos Papas, fueron a la ceremonia.

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En un año donde a la Academia se le criticó la ausencia de mujeres en la categoría de mejor dirección y la casi nula presencia de actores afroamericanos —a excepción de Cynthia Erivo—, que la ceremonia partiera con Janelle Monáe y luego aparecieran Chris Rock y Regina King no ha sido casualidad: artistas negros sobre el escenario de un evento especialmente blanco, buscando expiar culpas. Tampoco fueron casuales las numerosas referencias a mujeres, especialmente en la categoría documental, donde la mayoría era dirigida por mujeres.

Hubo atención por los presentadores de premios, buscando estrellas que dieran los premios. Un ejemplo: guion original lo entregaron Diane Keaton y Keanu Reeves; guion adaptado fue presentado por Natalie Portman y Timothée Chalamet. Y los premios fueron para Parasite y Jojo Rabbit, respectivamente, ratificando que este año no iba a ser para The Irishman.

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Maya Rudolph y Kristen Wiig le dieron gracia a premios secundarios para los televidentes —diseño de vestuario, dirección de arte—, anotándose como dos actrices que perfectamente podrían haber estado enlazado un premio de otro, porque la ceremonia se hizo larga y no muy graciosa, sobre todo en una audiencia que sigue disminuyendo.

Fue una noche de premios predecibles: había una cinta española y otra francesa en la categoría de filme animado, pero los votantes le dieron una vez más la estatuilla a una cinta de Disney/Pixar, Toy story 4, la más taquillera de la quinela. El mejor documental, en tanto, fue a parar a American factory, coproducido por los Obama y que está disponible en Netflix, que había obtenido todos los premios previos.

También era un premio cantado el de actriz secundaria para Laura Dern por Marriage story, el segundo premio de la noche para una producción de Netflix. Dern agradeció a su madre, la actriz Diane Ladd, quien lloraba en la platea mientras su hija obtenía su primer galardón de la Academia. Había consenso en que su rol era menor y otras actrices tuvieron mejor performance, pero el consenso era aún más grande de que la hija de Bruce Dern merecía hace mucho un Oscar. Su discurso fue uno de los pocos momentos emotivos de la ceremonia —cuando ya promediaba los 90 minutos—, aunque el público no llegó a ponerse de pie, seguramente porque todos sabían que ella sería la segura ganadora.

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Buscando audiencia

Que Eminem cantara "Lose yourself", una canción ganadora de 2002, califica como una de las grandes rarezas de la ceremonia: ¿18 años después? En efecto, fue la primera sacudida de la noche, los invitados se movieron y por un rato la ceremonia pareció la de los Grammy. Su presentación, eso sí, nunca fue explicada (en redes sociales se recordó que aquel 2002 su presentación fue censurada) y fue a continuación de un gran clip que resumió los mejores momentos musicales de las películas estadounidenses. Desde Digan lo que quieran y El guardaespaldas hasta Casi famosos y Footloose. Un bloque evidentemente buscando atraer a la audiencia para darle un corte a la noche y una previa a la presentación de otra estrella musical de la noche, Elton John, aunque en su caso su presencia estaba justificada por competir a mejor canción por Rocketman, en una muy deslucida presentación que palicedió a lo que hizo momentos antes Eminem.

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Exigiendo sorpresa, uno de los pocos premios no anunciados fue el de mejor montaje. No estaba 1917 y la Asociación de Montajistas había premiado a Parasite y Jojo Rabbit. Por eso, fue una sorpresa que el galardón fuera para Ford v Ferrari, el filme por el que Christian Bale debió estar nominado a actor y no lo fue, y que exigía un trabajo de edición exigente por el que finalmente ganó.

Los premios de maquillaje a El escándalo y efectos visuales a 1917 marcaron otra tónica de la noche: la de los premios bastante repartidos, donde ninguna cinta arrasaría. Tampoco hubo sorpresas en filme internacional, que fue a manos de Parasite. Hubo una mínima tensión, porque el premio lo presentó Penélope Cruz -muy extraño que una actriz que es parte de un filme en competencia anuncie la categoría- e hizo recordar aquella vez que le dio el premio a Pedro Almodóvar. Pero el guion parecía escrito con anticipación: el trofeo no fue para Dolor y gloria sino para la elogiada cinta coreana, la verdadera favorita en cintas no estadounidenses.

Que Sigourney Weaver, Brie Larson y Gal Gadot presentaran juntas un premio fue uno de los grandes aciertos de la ceremonia. Nuevamente la Academia preocupada de hacer un guiño pop, esta vez con tres grandes heroínas del cine. En las categorías de música, Joker y Rocketman ganaron las estatuillas de banda sonora y canción original, tal como estaba previsto. Ambas habían logrado premios importantes en la previa.

Recién cuando la ceremonia apuntaba las 3 horas de duración vino la primera sorpresa de la noche: Sam Mendes había obtenido todos los trofeos importantes en la previa por su trabajo en 1917 y la carrera a mejor dirección parecía recorrida. Pero los votantes eligieron a Bong Joon-ho por Parasite, el segundo favorito de la categoría y que mantiene una tendencia: en los últimos 10 años solo dos directores premiados en esa categoría han sido estadounidenses. El coreano le dio un reconocimiento a Martin Scorsese —mientras Spike Lee le había dado la estatuilla— e hizo que el cineasta se pusiera de pie y fuera ovacionado por los mismos votantes que dejaron a The Irishman sin ningún trofeo. Una de las postales que dejan estos Oscar.

Tras lo de Joon-ho, la noche siguió en el carril de los favoritismos: Joaquin Phoenix ganó en el apartado a mejor actor por Joker y Renée Zellweger a mejor actriz por Judy y ambos terminaron dando discursos similares a los que ya se les escuchó en otras premiaciones. Dos premios que se suponían de antemano por performances discutibles, pero muy del gusto de los votantes.

Para el premio más importante de la noche, una espectacular Jane Fonda subió al escenario para dar el trofeo a mejor película, que fue la gran sorpresa de la noche. El Oscar a Parasite marca un hito en la ceremonia de Hollywood, no solo porque derrotó a la muy sobrevalorada 1917, sino también porque es la primera cinta no hablada en inglés en quedarse con el Oscar más importante. Un hito que echó por tierra todos los pronósticos —era la segunda favorita, pero nadie esperaba realmente que lo lograra— y que sacudió la aburrida noche que había sido hasta entonces.

Los Oscar 2020 serán recordados como uno de los con mejores películas en competencia. Es indudable que The Irishman, Once upon a time... in Hollywood, Parasite y Marriage story serán recordadas en 10 ó 15 años más, fácilmente. Algo no sucede muy a menudo. Quizás la ceremonia —que se alargó media hora más de lo esperado— haya sido algo aburrida, pero había estrellas y películas de sobra como para hacerla una ceremonia recordable por las razones precisas y con la primera cinta no hablada en inglés en ser premiada. Justo lo que el año pasado no había lograda la mexicana Roma.