En la fértil provincia que siempre ha sido Chile para la composición, con decenas de talentos reconocidos por nombre y apellido en el exterior, tres de ellos se distinguen, hoy, como los compositores chilenos más programados en el mundo.

Andrián Pertout (1963) vive en Melbourne y es presidente de la Liga de Compositores Australianos. Durante el año pasado, se presentaron 30 obras suyas en una decena de países. Su catálogo supera las 200 obras, y su música ha sido tocada en 47 países. Entre las más interpretadas están Navigating the Labyrinth y L'Assaut sur la Raison, ambas orquestales, y Sonus Dulcis, pieza de cámara.

"Lo intelectual es muy importante para mí, pero siempre busco que mi música se conecte, con el público o la orquesta. La emocionalidad le da sentido musical a una partitura", dice Andrián Pertout, autor de notables investigaciones sobre el vínculo entre matemáticas y música.

"Mi lenguaje es ecléctico. Algunas cosas son muy experimentales y otras, un poquito más accesibles. Nunca tomo un camino recto, para mí la estética es una cosa abierta", profundiza.

"No es fácil vivir de la composición, pero lo sigo intentando. Por suerte todos los años me encargan obras, y además uno se apoya en otros proyectos", agrega.

Este año, se estrenarán comisiones que le realizaron la Sinfónica de Uzbekistán, la Simón Bolívar y el oboísta chileno José Luis Urquieta.

El catálogo de 80 obras de Javier Farías (1973) es rico en piezas para guitarra sola o combinada, pero también tiene creaciones orquestales. Dos son las más emblemáticas: Sonata para guitarra, con la que ganó el concurso Michelle Pittaluga en 2004. "Considero que es mi obra para guitarra mejor lograda. Todavía no logro superarme", ríe Javier Farías. La otra es la épica Arauco: por fuerte, principal y poderosa, un verdadero himno del influyente Ensamble de Guitarras de Chile, que él fundó en 2007.

Durante 2019, fueron interpretadas 15 piezas de Farías en Chile, y 50 en el resto del planeta.

"Vivo de la composición, pero también estoy haciendo varios proyectos con guitarra eléctrica, como intérprete", aclara. Eso es lo que hará cuando estrene Along Walk, ciclo inspirado en relatos de inmigrantes en Estados Unidos. En este país ha hecho proyectos conjuntos con artistas tan relevantes como Andy Summers. ex guitarrista de The Police, y el virtuoso Eliot Fisk.

La próxima ocasión para oír su música en Chile será el 31 de marzo: Romilio Orellana tocará La Paloma Volará en el Municipal de Santiago.

Carlos Zamora (Calama, 1968), está en York, Inglaterra, terminando un doctorado. Sus 90 composiciones, van de lo sinfónico-coral a la música de cámara.

En 2019, se tocaron 45 obras suyas en el orbe. Algunas son ya clásicos: Tres Visiones de un Sikuris Atacameño, Tenebrae Factae Sunt, el Cuarteto de Cuerdas N°2 y sus Quintetos de Vientos.

Pero la que más ha sido cantada es Víctor Jara Sinfónico: todos los años se presenta varias veces, y las funciones se multiplicaron en noviembre y diciembre, y fueron multitudinarias. "Me llenó de alegría, porque no estando yo en Chile, fue una manera de estar presente", dice Zamora. También por las movilizaciones se presentó seis veces la versión a capela de la Cantata Santa María de Iquique que le encargó el colectivo Femme Vocal. Y, además, él mismo vino a dirigir un concierto por la paz.

"La tradición precolombina que más he explorado es la Lican Antai, pues soy de San Pedro de Atacama. Muchos reconocen en mi producción musical elementos rítmicos, melódicos y tímbricos precolombinos, pero ahora estoy haciendo una mixtura con la vanguardia", explica. Ello podrá apreciarse el 15 de abril, cuando Pascal Santelices y Solístico de Santiago toquen su Concierto para oboe y cuerdas.