Planes artísticos truncados por la agitación social y política. Sucedió hace varias décadas y en otro contexto, en la previa al Golpe de estado de 1973, cuando Congreso alistaba su segundo trabajo, Terra incógnita, cuyo estreno finalmente se tuvo que materializar dos años después. Y sucedió muchos años más tarde, con el estallido ciudadano de 2019, cuando la misma banda debió posponer uno de sus espectáculos más estelares del último tiempo, acordado para el 8 de diciembre en el Teatro Municipal, para este lunes 9 de marzo en el mismo recinto: la cita con que el conjunto pretende bajar el telón de los festejos por sus 50 años.
"Que se posponga un show finalmente es una anécdota. Yo sigo más a Teillier, el poeta, cuando dice que sólo hay que tener nostalgia por el futuro", tempera el histórico vocalista Francisco "Pancho" Sazo (66), invitado ayer junto al baterista Sergio "Tilo" González (67) al programa Tercera Voz de La Tercera, ante un show bautizado como Jazz en todas las esquinas y que los tendrá acompañado de Ensamble Quintessence, insigne agrupación del género. Con ellos repasarán -y remodelarán- piezas de toda su discografía.
El cantante sigue: "Lo que estamos viviendo es una apuesta, a la que adherimos con alma, cuerpo y uñas, por un nuevo país, por un nuevo trato entre los chilenos. Estamos aprendiendo de todo lo que está sucediendo. Ahora, cómo lo vamos a plasmar en temas y canciones, es un desafío bonito. Lo peligroso es creerse amigo del guionista, como si uno supiera para dónde va la película. Lo mejor es dejarse llevar, el arte y la música tienen un componente de sorpresa más allá del fósil del disco o de un recital. Hay que seguir cantándole a la gente que no sale en la foto, que somos todos nosotros".
Su compañero desde los 60 adhiere: "Lo mejor siempre es dejar fluir sin muchos parámetros. Es un gran desafío ver qué se escribe hoy con todo lo que ha pasado".
¿No ha sido siempre esa la filosofía de Congreso: no seguir la dirección de lo que está sonando ni apelar a lo obvio?
Francisco Sazo: Si hay algo que nos cargaba cuando éramos cabros era que nos leyeran la lección, que nos dijeran lo que hay que hacer. Eso siempre huele a facho. Nosotros pensamos más en la interacción. Hay cosas terribles que hemos dicho, pero hoy también hay otras maneras de escuchar, que van del trap al hip hop.
Sergio González: No nos damos el tiempo (de escuchar cosas nuevas), pero llegan, uno siempre está atento, siempre hay amigos que te muestran música nueva y que te abren un camino distinto. Además, las canciones que han acompañado las manifestaciones no son las que están hechas desde la industria, sino que desde afuera; nunca pensaron en ser vendedoras, se hicieron desde el alma.
FS: Los viejitos siempre estamos atentos y lo que puede poner uno a la maravilla de la juventud es la experiencia. Los procesos sociales tienen elementos parecidos, pero corresponden a otras épocas y a otros talantes, a otra sentimentalidad y a otra racionalidad.
¿Cómo ven que en las últimas semanas otros artistas sean "funados" por gente que no está de acuerdo con ellos, hasta incluso obligarlos a terminar su show?
FS: La funa (a los artistas) siempre es media cobardona. Uno se escuda entre un gran número de gente para decir "¡bájate desgraciado!". Pero a veces, es lo que le queda a un colectivo para establecer ciertas demandas. Es una relación de fuerzas extrañas. Uno tiene el micrófono y tiene la fuerza, y el otro tiene otra fuerza. Ahora, hay que estar muy atentos. Sin caer en una moralina colectiva, todas las voces son necesarias, pero los artistas, los humoristas y los músicos tienen que estar atentos a lo que la colectividad y el pueblo de Chile desea. Y lo que desea, es el movimiento feminista, las minorías sexuales, los pueblos originarios, el cuma… ¡yo soy cuma! (se ríe)… el mestizo… y que aparezcan en su dimensión humana, no como algo desechable. Lo otro es reírse de ciertos clichés peyorativos, que son propios de una clase que esquina a la gente, que no integra. Pero hay que tener mucho cuidado con las funas.
SG: Además, uno contra cuarenta es una batalla un poco desigual.
Aunque la agrupación ya cuenta 50 años, el concepto de "retiro" aún no merodea en su léxico. "Es bueno hacerse cargo de la edad, de la vejez y de la maravilla de estar vivos. Y los grupos deberían acabarse cómo se acaba el amor: suavemente, yendo a la penumbra, para pasar después a la oscuridad y ahí quedarse, atrás sin golpes. Por ahora, queremos seguir tocando y hay material; aunque no digo para 50 años más, porque o sino la casa de reposo se va a enojar (se ríe)", dice Suazo.
"Tilo", como hace cinco décadas, también secunda a su camarada: "Al menos yo que compongo la música, siempre digo que no sé si voy a poder componer otra cosa después. Hay una sensación extraña, donde uno escribe y dice: 'no sé si será esta la última canción'. Es una sensación de que quizás es lo último, y eso me ha sucedido en los últimos 50 años. Igual, cuando me preguntan por lo que viene en los próximos 50 años de Congreso, siempre digo: 'bueno, varios funerales' (se ríe)".