Era una época distinta, pero el mensaje puede resonar tan bien hoy como en el añoso siglo XVIII. Se cuenta que en algún momento, el genial Wolfgang Amadeus Mozart defendió los largos e inusuales plazos que dedicaba a componer y pulir sus óperas, ante la presión de sus encopetados y nobles clientes. "Lo más necesario, difícil y principal en la música, es el tiempo", afirmó.
https://culto.latercera.com/2020/02/16/tame-impala-the-slow-rush-kevin-parker/
No escribía asombrosas piezas musicales a los cinco años como el austríaco, pero Kevin Parker, la mente tras Tame Impala, tiene otros talentos. Maximizar el tiempo, entre estos.
Como si quisiera dejarlo aún más en claro, en The Slow Rush, su nuevo álbum tras cinco años, el músico parece detenerse a la orilla del camino para tomar distancia. Consigue llevar a pulso lento la prisa por crear, tal como varias de las piezas midtempo de la placa.
Lejos de cualquier ánimo de responder a cualquier expectativa, y muy atento a eludir a quienes insisten en ungirlo como una suerte de redentor del rock, Parker firmó doce canciones que suenan más espontáneas. Cuidadosamente espontáneas. Se trata de creaciones sustentadas en deliciosos paisajes sonoros, más que en ganchos convencionales. No está la alegría pistera de "Let it happen", ni la pisada rockera de "Elephant". Pero a cambio ofrece un intrincado juego de sonidos, que parecen esquivar las cada vez más obsoletas etiquetas de estilos.
En The Slow Rush aún podemos oír aquello que distingue a Parker. Pero desde el otro lado del cubo.
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Portada de The Slow Rush, cuarto disco de Tame Impala[/caption]
Casi ninguna canción se revela como potencial hit. Pero a cambio, hay una mirada más reposada a la obra del australiano. Los temas sumergen al oyente en un espacio sonoro cuya calidez recuerda los paisajes más brillantes de Innerspeaker(2010). Las melodías aún son el elemento que condensa las capas de sonido y a menudo funcionan como una suerte de estribillo que no suena forzado; un truco que ya se escuchó en temas como "Why won't you make up your mind?", pero que ahora retoma en "Instant Destiny" o "Borderline".
https://www.youtube.com/watch?v=1_Uk5SrE5tE
El pasado también puede servir como insumo. Acaso uno de los combustibles más poderosos en la creación. Más cuando remiten a los asuntos familiares. En el caso de Parker, el doloroso recuerdo de Jerry, su progenitor, es el eje para "Posthumous Forgiveness", un tema cuya apertura suena dramática, teatral, terrible. Como una carta al padre, en que le rinde tributo a la vez que lo increpa. "Mientras aún tenías tiempo, tuviste la oportunidad -dice la letra-. Pero decidiste llevar todas tus penas a la tumba".
Aunque trata sobre el optimismo a todo trance, la hermosa "On track", destaca por su lectura de las baladas setenteras, a confesión del propio autor en la storie agregada en la reproducción de Spotify. Su fino sentido de la melodía, lo acerca a la evocación épica al estilo de "Rocketman", pero su sazón remite más al rock progresivo y al delicado cruce con la psicodelia. Ahí salen las horas escuchando los discos de Supertramp. Como sea, es un pop barroco facturado en el siglo XXI, con buen gusto.
https://open.spotify.com/track/0IuE6FnXPCdZ8NLuuvJRhb
Puede que "Lost in Yesterday" tenga algo de esa urgencia propia de un single de éxito -de hecho, Parker cuenta que usó el clásico truco de "abrir" la mezcla una vez que llega al coro-. Su video de inspiración setentera, que en las redes algunos consideraron hilarante, tiene un mensaje que bien puede resumir el álbum: hacernos conscientes del paso del tiempo, como revisión o punto de partida.
Precisamente, perdido en el ayer, Parker ha definido su lugar en el espacio sonoro de hoy. En plena era del remix, en que el pop se sienta en el mismo escaño con el hip hop, y el rock gana aire con sus acercamientos a la electrónica, la propuesta de Tame Impala es un poco de cada cosa. Y en este álbum, ese desprejuicio es el que permite saltar a diferentes momentos sin mayores sobresaltos; extensos paisajes, invitaciones al movimiento y ensoñaciones dreamy. Nada es absoluto. Por eso las composiciones suenan tan sueltas.
https://www.youtube.com/watch?v=utCjuKDXQsE
Si los primeros años se pensó que podía estar siguiendo el manual de Phil Spector o Glyn Jones, su sonido actual ha dejado en evidencia una vibra pop que lo emparenta mucho más con la marca autoral de Max Martin. Sus colaboraciones se expandieron hacia los rincones de gente como Travis Scott y Kanye West, más allá de los obvios cruces de los primeros días con sus amigotes de Pond.
https://culto.latercera.com/2017/08/01/fetiche-llamado-kevin-parker/
Por eso es que en este trabajo, la sorpresa es que sin dejar de sonar como Tame Impala, a ratos omite ciertos detalles que antes eran más evidentes. Las guitarras están fundidas con el resto de los instrumentos, y no suenan tan dominantes como antaño. Más bien se acotan a ciertos guiños. Se volvieron parte del entramado de colores y opciones tonales que Parker ha dominado con su desbordante talento, merced a su gran capacidad para componer desde los efectos. Dio un paso hacia adelante.
Desde su aparición en el mercado musical, con Innerspeaker, un disco grabado en la soledad de una cabaña playera en Australia occidental, Kevin Parker demostró su habilidad para crear piezas melódicas que parecen encerrar un universo tan misterioso como reconfortante. Desde entonces, ha manejado su carrera al ritmo que su talento le ha dictado. Hoy, parece estar en una meseta desde la que observa lo aprendido, lo logrado. Al menos, su propia leyenda no lo ha consumido. Y eso parece tenerlo claro cuando aseguró: "La nostalgia es una droga a la cual algunos son adictos".
https://open.spotify.com/album/31qVWUdRrlb8thMvts0yYL