No era el mejor día para partir con una fiesta cultural pero los organizadores le dieron el lustre que pudieron dadas las circunstancias del momento. El Festival de Berlín, uno de los tres encuentros cinematográficos más importantes de Europa junto a Cannes y Venecia, comenzó ayer en la noche en su tradicional sede del Berlinale Palast con la exhibición fuera de competencia de My Salinger year (2020), del canadiense Philippe Falardeau. Antes, sin embargo, hubo un minuto de silencio por las nueve víctimas fatales del atentado del miércoles en la localidad de Hanau.
En la ceremonia, donde tomaron la palabra el presidente del jurado Jeremy Irons y el nuevo director del festival Carlo Chatrian, también intervino la ministra de Cultura Monika Grutters y el alcalde de Berlín Michael Müller.
Se trató de un singular comienzo para la llamada Berlinale, en cuánto el ambiente no sólo estaba teñido de contingencia, sino que además cargó con la sombra de la reciente eliminación del premio Alfred Bauer: una nvestigación del diario Die Zeit determinó que la personalidad cinematográfica a la que el galardón honraba con su nombre había sido un ferviente nazi.
Se trata también del primer Festival de Berlín que encabeza el italiano Carlo Chatrian, que sucede en el mando a Dieter Kosslick, el hombre que durante 20 años llevó las riendas de este encuentro. La selección de Chatrian tiene una marcada preferencia por el cine asiático y latinoamericano, con conexiones hacia las independientes de EE.UU. En esta oportunidad compiten filmes como Siberia, cinta del estadounidense Abel Ferrara con Willem Dafoe; The roads not taken, filme de la británica Sally Potter con Javier Bardem; The woman who ran, del celebrado maestro coreano Hong Sang-soo; Rizi del consagrado taiwanés Tsai Ming-liang, o Undine, del alemán Christian Petzold. En la misma competencia oficial, desde Latinoamércia provienen El prófugo, de la argentina Natalia Meta, y Todos os mortos, de Marco Dutra y Caetano Gotardo.