Luego de casi 25 años como actriz de teatro, protagonista de telenovelas, series y conductora de matinales, de ser "famosa" real, como dijo Javiera Contador, no dejó de ser llamativo verla nerviosa en los primeros minutos de su actuación. Pese a que el público la recibió con aplausos inmediatos, le tomó algo de tiempo afirmarse con una rutina de stand up hablando de su figura, su carrera, familia e hijos, con algunas referencias explícitas a la contingencia política -y al plebiscito de abril-, que de todos modos no fueron la columna vertebral de su rutina y marcó diferencia a lo presentado por Stefan Kramer el domingo.

Contador podrá haber sentido nervios, delatados más en su rostro que en su voz, pero tiene un carisma, una simpatía y un manejo sobre el escenario excepcional. Especialmente por la velocidad para contar sus historias, que no daba respiro (y tenía sufriendo a la intérprete de señas en TV). Sin llegar necesariamente a las carcajadas, pero manteniendo la atención constante.

La de anoche era de mujeres sobre el escenario de la Quinta Vergara y alguien podría haber pensando que Javiera Contador había llegado allí más por su "fama" televisiva que por su carrera como comediante en vivo. Pero los dos años que lleva en pequeños locales, reinventándose, la han fogueado en estas lides y los organizadores del Festival de Viña acertaron en llevarla.

Le falta ajustar algunas piezas a su libreto -a mitad de actuación tuvo un notorio bajón y luego retomó con lo de la montaña rusa y mantuvo las risas hasta el final-, pero se agradece que haya marcado un estilo propio (no hay modo de compararla a otra comediante que haya pasado por Viña y eso es un talento aparte) y tiene todo para crecer más y seguir afinando su incipiente carrera en el stand up.