Luego de dos jornadas de alta intensidad, nervio y dificultades especiales para los animadores y la producción, el Festival buscaba anoche retomar su tranco habitual de los últimos años. Una cierta normalidad, si es que eso es posible en una ciudad que ayer sumaba su tercera jornada consecutiva de protestas y enfrentamientos entre manifestantes y carabineros, en el marco de las demandas sociales y el rechazo a la realización del certamen.
Y para tratar de recuperar su esencia, el evento apeló a sus clásicos. Primero, a las 21.30 horas, con un anunciado homenaje al español Camilo Sesto -quien estuvo tres veces sobre el escenario de la Quinta Vergara-, a cargo de los cantantes nacionales Jordan y Denise Rosenthal junto al argentino Luciano Pereyra. Una obertura que antecedió a la aparición de los animadores, más sueltos y locuaces que en los días anteriores, como dejando entrever que lo más complejo ya había pasado en estas convulsionadas noches festivaleras de Viña 2020.
Así, presentaron a Ana Gabriel ante una Quinta que -igual que el lunes- lució asientos vacíos en los palcos y un público más adulto pero dividido, entre aquellos que se las arreglaron para levantar pancartas con mensajes contra el Presidente y los que entonaban el Himno Nacional.
Una cierta polarización que la aparición de la mexicana evidenció aún más: tras entonar un par de sus éxitos, como Soledad y Mar y arena, la cantante agradeció a la alcaldesa Virginia Reginato por haberla convencido de volver por cuarta vez al certamen, desatando las primeras rechiflas del público.
Acto seguido vino un discurso en el que la artista analizó el panorama social y político de Chile, comparándolo con el de Venezuela y Nicaragua. "Se me llenó el alma de preocupación por ver a Chile de esta manera, por el amor que sale del fondo de mi alma", dijo.
"No me gusta la política, pero tampoco acepto que le hagan daño a los pueblos. No lo puedo aceptar, como no acepto lo que está pasando en México. Vamos a orar todos para que se arregle. (Este era) el último país que yo pensé que iba a caer en las garras de unos pocos", agregó, en un claro contrapunto con los discursos de las dos jornadas anteriores. Un mensaje que fue celebrado por figuras políticas como Camila Flores y José Antonio Kast.
Luego, el turno del humorista Ernesto Belloni, una de las incógnitas de esta edición, quien durante la semana se había enfrentado a la prensa y otros colegas. Con una rutina caótica y dispersa, efectiva en la Quinta Vergara pero vapuleada en las redes sociales, que incluyó alusiones al estallido social, la resurrección de su personaje "Che Kopete", un show de transformismo y un mea culpa "por 35 años de silencio", el comediante logró quedarse con las dos gaviotas y no dio para un bis. "Estoy con las demandas, estoy con los jóvenes", dijo Belloni antes del cierre de una jornada a cargo del dúo argentino Pimpinela.