En los primeros 20 minutos de su rutina, Ernesto Belloni ya se había despachado varios chistes sobre gases y del tamaño del pene. Entró al escenario en medio de fuertes aplausos, echando por tierra las predicciones de pifias, ante un público mayor, benevolente y que habría aplaudido a Ricardo Meruane si le hubiese tocado esta noche.
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"He cambiado, soy otro, he escuchado a la gente, a las mujeres", dijo Belloni, conocido desde los años 80 por sus chistes misóginos y homofóbicos y otrora "niño símbolo" de Morandé con Compañía. Apelando al cariño de la gente que había en la Quinta Vergara, tardó varios minutos en arrancar una rutina incómoda, extraña, surrealista a ratos y que provocaba vergüenza ajena la mayor parte del tiempo. Ese morbo del que se nutre muchas veces este evento.
En su primera vez en el Festival de Viña -luego de 35 años de carrera-, nunca pareció muy convencido de su propia rutina, titubeaba, parecía no recordar lo ensayado y tenía silencios y momentos incómodos, que remitieron a un tipo de ¿humor? que pareció sacado de los años 80, con una estructura centrada en su matrimonio y familia, si es que pudiera hablarse de una "estructura", además de menciones a los matinales de TV, que pretendieron ser irónicas, pero solo fue ramplonería.
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Sin razón justificada, habló de cómo antes sufrían los de "condición sexual" diferente y tributó al asesinado Daniel Zamudio, para dejar en claro que no haría humor sobre los homosexuales, pero resultó una movida antojadiza y tremendamente utilitaria.
Tras poco mas de media hora de show, vino lo peor, esa escena incómoda que han dado varios humoristas en Viña del Mar: comenzó a llorar y dijo que hacía un mea culpa por haber "callado durante 35 años" y que ahora respetaba "a las mujeres, a los gordos". La gente lo aplaudió a rabiar, en una escena más de su incómoda presentación.
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Comparar su show con lo realizado por Stefan Kramer y Javiera Contador las dos noches anteriores sería injusto. Lo de ellos fue puro profesionalismo, talento y risas. Lo de Belloni no. Porque salvo un par de pasajes bastante mínimos, no contó chistes ni hizo algo mínimamente gracioso.
Entonces, ¿por qué ganó Gaviotas y aplausos? Probablemente por lo mismo que han logrado lo mismo otros, en años pasados: por trayectoria previa, por edad y porque la Quinta Vergara suele ser condescendiente cuando alguien termina llorando. Pero, siendo sinceros, Ernesto Belloni no hizo nada realmente para merecerlo. No hubo renovación -cuando intentó hacer humor, fue realmente vulgar-, no hubo "cambio", como tanto lo dijo sobre el escenario, solo un híbrido de comedia de baja estofa, en una presentación que debiera avergonzar a quienes lo contrataron. Que la mitad de su presentación hayan sido agradecimientos, habla de su mediocre performance. No merecíamos ver esto luego de Kramer y Contador.
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