Existía un acuerdo de 500 mil dólares. Según The New York Times, los iba a pagar el propio Plácido Domingo a la Asociación Americana de Artistas Musicales (AGMA) bajo la condición de que no se revelaran pormenores de la investigación que el organismo realizaba sobra la conducta sexual del cantante lírico. Pero hubo un fusible que reventó y la agencia de noticias Associated Press (AP) reveló ayer detalles de las conclusiones investigativas a partir de fuentes que prefirieron guardar su anonimato.
Tras la filtración, los abogados de Plácido Domingo retiraron la oferta de los 500 mil dólares a la AGMA, pero en todo el mundo se supo al menos lo siguiente: el informe concluía que 27 mujeres afirmaban haber sufrido las conductas sexuales inapropiadas y el abuso de poder del cantante lírico más importante del mundo entre los años 90 y los de la primera década del nuevo siglo.
Fue tras el público conocimiento de esta investigación que el tenor de 79 años decidió hablar otra vez por las acusaciones de acoso sexual en su contra. Pero esta vez cambió de libreto y dejó de negar las denuncias. Por el contrario, le dio la razón a quienes vienen imputándolo desde agosto del 2019.
"Siento mucho el daño"
En el párrafo más importante de su declaración, Plácido Domingo afirma: "Me he tomado el tiempo durante los últimos meses para reflexionar sobre las acusaciones que varias colegas mías han hecho en mi contra. Respeto el hecho de que estas mujeres finalmente se sintieran lo suficientemente cómodas para hablar: quiero que sepan que realmente siento mucho el daño que les causé. Acepto toda la responsabilidad de mis acciones, y he crecido a partir de esta experiencia".
Las palabras de Domingo llegan seis meses después de que la agencia AP publicara un reportaje con las denuncias por acoso sexual de 12 mujeres en contra de Plácido Domingo. En aquel artículo del 19 de agosto del 2019, la única que revelaba su identidad era la mezzosoprano Patricia Wulf.
La ex cantante, en ese tiempo empleada en la Opera de Washington donde Domingo era el director, sostuvo: "Era acoso totalmente. No tengo ninguna duda de que aquello era acoso. Yo estaba allí y estaba siendo acosada. Él quería que fuera a su casa y evitaba que me marchase a la mía. Él quería que me fuera con él esa noche".
La investigación encargada por el organismo sindical estadounidense (que reúne a cantantes, bailarines y demás trabajadores de los teatros clásicos), fue llevada a cabo por el estudio de abogados Cozen O'Connor desde septiembre a diciembre del año pasado e incluyó entrevistas a 55 personas. Más allá de las 27 mujeres que dijeron haber sido víctimas de algún tipo de asedio del tenor, hubo otras 12 que sostuvieron estar al tanto del comportamiento sexual de Domingo, un secreto a voces en el mundo de la ópera.
Mientras lo investigaban Plácido Domingo rechazó en todo momento ser responsable de las imputaciones de acoso sexual. Además, negó haber abusado de sus posiciones de poder en las óperas de Washington y Los Angeles: donde fue director durante décadas.
Negación y "mea culpa"
Durante el año pasado, Plácido Domingo rechazó varias veces las denuncias en su contra. Tras el primer artículo de la agencia AP de agosto, hubo otro en septiembre, con los testimonios de otras 11 mujeres.
En esa época el cantante madrileño decía: "Los muchos que sí me han tratado saben que yo nunca me he comportado del modo acosador, agresivo y vulgar como en el que me han acusado". Pero paralelamente a esas afirmaciones, la Metropolitan Opera de Nueva York y la Opera de San Francisco cancelaban las presentaciones del músico en sus escenarios.
Pero el cantante también daba indicios en frases ambiguas. Decía, por ejemplo, que creía que sus eventuales "interacciones" habían sido "bienvenidas y consensuadas".
A inicios de octubre, él mismo renunció a su posición de director de la Opera de Los Angeles, compañía que aún no concluye su propio proceso investigativo.
En la suerte de mea culpa de ayer, Plácido Domingo se permite incluso una clase de autoconsejo y promete renovar su actitud: "Estoy comprometido para que haya un cambio positivo en la industria de la ópera y que nadie más tenga esa misma experiencia. Es mi ferviente deseo que el resultado de todo esto sea un lugar de trabajo más seguro para todos en la industria de la ópera. Y espero que mi ejemplo en el futuro anime a otros a seguirlo".
Con su virtual desaparición de los escenarios norteamericanos, es difícil que ahí al menos pueda dar algún ejemplo. La realidad europea es otra cosa: sus contratos con La Scala de Milán, la Royal Opera House de Londres o la Opera de Viena gozan aún de salud. En el Teatro Bolshoi de Moscú lo lo han recibido como héroe y también tiene espaldarazos del Teatro Real de Madrid.
Aún así, tras las declaraciones de ayer es probable que en Europa comience otro capítulo. Aún no está en un callejón sin salida como en Estados Unidos, pero nadie da garantías de lo contrario.