En pleno desarrollo de su noche inaugural el pasado domingo 23, cuando en las inmediaciones de la Quinta Vergara se sucedían los saqueos y uno de los espacios más legendarios de la ciudad, el hotel O'Higgins, era asediado por una turba, Pablo Morales, uno de los productores ejecutivos del Festival de Viña, arengó a su equipo para que no se dejaran doblegar: "Esto lo vamos a sacar adelante como sea. No nos vamos a dejar rendir por esta gente. Les vamos a ganar", fueron las palabras del profesional.
Todos los que estaban en ese minuto, muchos de ellos ya con varios festivales en el cuerpo, tuvieron una sospecha que se confirmaría con los días: estaban empezando a enfrentar su experiencia más difícil en un Festival de Viña. "Nunca nos había tocado así", es la frase que repiten desde ejecutivos hasta personeros del transporte. "O sea, ir a buscar a un artista a un hotel con autos quemándose, eso no había pasado jamás", enfatiza uno de los integrantes de la plana mayor del espectáculo.
Aunque Viña es una instancia que se prepara con meses de antelación, la entrega reciente ingresó en tierra derecha el miércoles 19 de febrero, cuando todo su equipo, partiendo por los animadores María Luisa Godoy y Martín Cárcamo, llegó a alojarse al hotel Sheraton Miramar. Las apariciones públicas que tenían agendadas eran limitadísimas y las entrevistas eran nulas, ya que se quería evitar que cualquier alusión al estallido precipitara reacciones adversas. Sólo el viernes 21 dieron una rápida conferencia donde abordaron el tema de modo general.
El sábado 22 por la tarde, todo el staff se trasladó a la Quinta Vergara, donde bajo fuertes medidas de seguridad concretarían el ensayo general. El anfiteatro contaba con numerosa presencia del personal de la PDI, esta vez bajo la responsabilidad de custodiar el lugar, remitiendo a carabineros al perímetro exterior. En su segunda vez sobre el escenario, los anfitriones, vislumbrando una semana dura, se hicieron acompañar de su círculo más privado. Mientras Godoy estuvo con sus tres hijas; su esposo -el abogado y por años colaborador de Sebastián Piñera, Ignacio Rivadeneira- y su madre, la ex diputada RN Carmen Ibáñez, Cárcamo fue apoyado por su actual pareja, la maquilladora Alejandra del Sante; el diseñador Sergio Arias y el productor de Canal 13 Claudio Contreras.
El domingo 23, el calendario marcaba con letras estelares el inicio de la fiesta. La ciudad funcionaba bajo la serenidad de un domingo, aunque cerca de las 14 horas una imagen pareció el preludio de la fricción: una figura gigante del perro conocido como "Negro Matapacos" comenzó a recorrer la ciudad a bordo de una camioneta.
Alrededor de las 18.30 horas, un grupo de 300 manifestantes llegó hasta las cercanías del O'Higgins, prendiendo barricadas, arrojando piedras y tomando las pocas vallas de seguridad que había para arrojarlas contra los ventanales. El ataque contra el lugar desató el pánico entre los 380 huéspedes del recinto, mientras los encargados de seguridad intentaban repeler a los encapuchados con extintores. La poca seguridad con que contó el lugar -"solicitamos ayuda y nadie nos resguardó", acusó después su gerente comercial, Marcela Figueroa- facilitó la destrucción de su frontis. Minutos después, la turba quemó seis autos.
A sólo un par de cuadras, en el acceso principal de la Quinta y custodiados tras una reja, los ejecutivos del Festival y el Intendente de la región de Valparaíso, Jorge Martínez, empezaron a mirar la columna de humo que comenzaba a propagarse. Ahí la preocupación fue más específica: en el O'Higgins estaban alojados los bailarines y cantantes de la obertura, los participantes de las competencias y algunos humoristas, como Javiera Contador.
Dos productores de Viña partieron corriendo hacia el hotel, entraron por su magullado acceso central -a esa hora casi irrespirable- y comprobaron el estado de algunos artistas: estaban en shock por lo que estaba ocurriendo. No podían llevar a cabo ni el acto inicial ni las competencias bajo esas condiciones. A las 21 horas, media hora antes del inicio, el Festival decidió alterar su libreto: los animadores partirían dando la bienvenida, lo que, según testigos, hizo que ambos evidenciaran "mucha tensión y nervio" en esos primeros minutos sobre la Quinta.
El estrés se extendió a casi todos. Para los directores ejecutivos de los canales organizadores, TVN y Canal 13, Francisco Guijón y Maximiliano Luksic, respectivamente, era su primera vez en el certamen bajo esa jefatura. Luksic comenta a Culto: "Viña no estuvo ajeno a la realidad social del país. De hecho, se hicieron ajustes a los hitos tradicionales y se tomaron las medidas para garantizar la seguridad del público asistente, los artistas y los trabajadores de la producción. Fue muy relevante el trabajo coordinado y en equipo. Como organización tomamos todas las medidas de seguridad en torno al parque Quinta, para asegurar a los asistentes, a los trabajadores y a los artistas".
José Antonio Edwards, productor ejecutivo del evento por TVN, adhiere: "Otro aspecto clave fue que, dado el contexto social, estuvimos en constante coordinación con las policías, que nos dieron el respaldo para garantizar la seguridad de los asistentes. Estuvimos comunicados en todo momento y nuestra principal preocupación fue la seguridad del público y los artistas. Dentro de la Quinta todo funcionó de manera óptima. (Ese día) no consideramos cancelar el show, ya que los más de 14 mil asistentes habían llegado, y también los artistas".
En otro punto de la ciudad, en el hotel Sheraton Miramar y cerca de las 20 horas, Ricky Martin se preparaba para salir hacia la Quinta a inaugurar Viña 2020. Antes de partir, los encargados de las tres camionetas Suburban sugirieron que esta vez se fijaran láminas de protección para blindar el auto. Un recurso que pocas veces había sido usado en el país, debido al contexto más pacífico que cubría las calles antes del 18 de octubre. Ahora fue lo que protegió al cantante y su comitiva de los piedrazos que recibieron en la esquina de las calles Álvarez y Quinta.
Ya el lunes 24 en la mañana, la noticia llegó hasta la firma estadounidense Creative Artists Agency (CAA), representantes de Martin y también de Maroon 5, quienes debían estar en la misma ciudad un par de días después. Uno de los ejecutivos de CAA llamó directamente a Martin para saber si era conveniente viajar: el puertorriqueño les dijo que sí, que la ciudad funcionaba y que en la Quinta estaba todo bajo control. Según otras versiones, los mánagers de Ana Gabriel también telefonearon a Martin.
La mañana después de la convulsa primera noche fue de temor. Si se repetían los ataques contra los artistas, todos podían cancelar su visita. Fue la misma mañana en que la alcaldesa Virginia Reginato hizo un llamado a Piñera para que reforzara la seguridad en la Ciudad Jardín.
La segunda jornada se desarrolló con tranquilidad, aunque la gente reaccionó con cánticos contra Piñera y carabineros en el show de Mon Laferte. Edwards asegura: "Era esperable que los artistas se manifestaran. Nunca pensamos en censurar sus opiniones y el público también es libre de expresarse. Todos los cantantes manifestaron sus posturas de forma respetuosa, sin descalificar ni agredir, y así es como se vive en democracia".
Tras ese lunes, la organización sintió que se había sorteado la valla más áspera. El evento luego marchó con fluidez, hasta ayer, cuando los disturbios volvieron a la ciudad. Viña cerraba su fiesta tal como la empezó: en medio de su propio estallido