El Robo del Siglo, el nuevo hit del cine argentino
La película sobre el histórico asalto a un banco porteño lleva dos millones de espectadores. Su director Ariel Winograd detalla los mecanismos del filme que mañana se estrena en Chile.
Eran seis, burlaron a la policía durante siete horas, no dispararon un sólo tiro y hasta le cantaron cumpleaños feliz a una abuela que estaba en la fila del banco. Al término del robo se llevaron más de 15 millones de dólares y dejaron un mensaje en un papelito que decía: "En barrio de ricachones, sin armas ni rencores. Es sólo plata y no amores".
El suceso policial del 13 de enero del 2006 fue llamado "el robo del siglo" en Argentina y durante 14 años todo el mundo en ese país esperaba que se hiciera la película. Finalmente se rodó y en pocos más de dos meses lleva 1.999.155 espectadores. Un éxito rotundo.
Protagonizada por Guillermo Francella como el uruguayo Mario Vitette y Diego Peretti en el rol de Fernando Araujo, El robo del siglo del realizador Ariel Winograd (1977) entra mañana a los cines chilenos.
La historia siempre tuvo todos los elementos para hacer un thriller: personajes carismáticos, villanos identificables, proeza técnica, contexto social. Pero además contenía una buena dosis de humor, ingrediente que entregaron las circunstancias y los involucrados.
En El robo del siglo, que se estrenó el 16 de enero en el país vecino, se relata la preparación del asalto (les tomó dos años), el atraco en cuestión y los días que siguieron. La mecánica del robo fue ambiciosa: hubo que construir un túnel desde el alcantarillado hasta el Banco Río de Acassuso, apertrecharse de un bote inflable para huir por esas mismas aguas subterráneas y agregar un dique para despistar a la policía. Lo más importante, sin embargo, fue vaciar 147 cajas fuertes del banco.
Mientras el verborreico uruguayo Vitette distraía a los más de 300 policías apostados en la calle, Araujo (el cerebro del grupo) vaciaba una a una las cajas. Empezaron al mediodía y se fueron al atardecer.
Ninguno de los involucrados tenía antecedentes penales. Por el contrario, eran buscavidas con algo de estudios y talento: Araujo era campeón de jiu-jitsu y pintor; su amigo Sebastián García Bolster, alias El Marciano, era ingeniero.
Tras algunos días de gozo, empezaron a caer uno a uno por un lío de faldas: uno de ellos, Alberto de la Torre, engañó a su esposa con una mujer más joven y la cónyuge lo delató a la policía. Tras algunos años en prisión, hoy están todos libres y, se dice, aún guardan parte del botín, que superaba los 15 millones de dólares.
Desde Buenos Aires, el realizador Ariel Winograd conversa sobre el filme, una mezcla de supenso, acción y algo de comedia.
¿Siempre se consideró incluir humor en la historia?
En rigor, no hay nada de humor que le agreguemos por nuestra cuenta. Todo lo que observa el espectador efectivamente sucedió. No es que yo esté a favor del robo de bancos ni de la toma de rehenes y quiera hacer a los ladrones más simpáticos de lo que son: la genética de la historia era así. Todos esos detalles están en los expedientes judiciales: las armas eran de juguete, el cumpleaños que le festejaron a una abuelita, el papelito. De alguna manera es un robo muy argentino, con todo lo bueno y lo malo de eso. Los tipos simularon un robo exprés para despistar y él que negociaba había estudiado teatro para ponerse en carácter.
Hay bastante química entre los actores Guillermo Francella y Diego Peretti.
Hay cosas en común con sus personajes. Si usted se pone a revisar videos de Luis Mario Vitette, el ladrón uruguayo que interpreta Guillermo Francella, podrá encontrar bastantes similitudes. Lo mismo pasa con Fernando Araujo, que es encarnado por Diego Peretti: es un tipo muy filosófico, que se mueve en la cultura canábica, con una particular concepción de la vida
¿Qué mecanismos ocupa para cautivar al espectador cuando ya se conoce el desenlace?
Hay que contar una aventura, una historia con todos sus resortes. Más allá de que el público conozca o no lo que pasó en la vida real, la película debe ser capaz de mantenerlo agarrado a la butaca. Afortunadamente creo que en Argentina logramos enganchar a la gente. Vamos en los dos millones.
¿Por qué el público argentino es fiel a su cine a pesar de competir con Hollywood?
Hay una audiencia espectacular en nuestro país. Es un tipo de espectador al que le interesan las historias bien contadas. Por otro lado, usted me habla de los tanques estadounidenses, pero un filme como El robo del siglo no deja de ser un tanque local: costó mucho dinero, hubo que reconstruir todo el banco y el túnel por donde se hizo el robo. Además, esta producción en particular era bastante esperada entre los argentinos. La historia del robo es famosísima acá. Todo el mundo se preguntaba ¿cuándo se irá a hacer la película?
¿Hubo gente que se identificó con los ladrones y su mensaje?
La identificación es más bien con personajes que quieren cumplir un sueño y lo logran. Además fue muy mediático: fue el primer atraco de este tipo que se transmitió en vivo y en directo por la televisión argentina y, por si fuera poco, no hubo ningún herido. Por otro lado, hacía poco que veníamos saliendo del corralito y muchos interpretaron el hecho como una especie de venganza contra los bancos. Fue un "robo analógico", antes de las redes sociales, con celulares que sólo servían para llamar. Definitivamente ya no se podría hacer un algo así.
¿Cómo fue la colaboración de Fernando Araujo en el guión, que fue el cerebro del robo?
Eso es toda una rareza en el mundo del cine. Me refiero a estar haciendo una biopic con la persona al lado. Eso sí, siempre hubo mucho respeto. Una de las pinturas que aparece en la película, la que es en 3D, es del propio Fernando Araujo. Además hace un cameo en la película: entrega la pizzas en el banco durante el asalto.
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