Octubre del año pasado y Teju Cole (1975) se percató de que algo sucedía en Chile. Lo que el autor nigeriano/estadounidense consideró relevante como síntoma del malestar social mundial de a poco le interesó por otras razones. Ahora estéticas. Cole comenzó a fijarse en varias escenas del viernes 25 de octubre - la gran protesta del "estallido social"-, en base a lo que denomina "el lenguaje de los cuerpos".
Pero no solo eso: el historiador de arte, escritor y fotógrafo se interesó en Chile porque asimismo tenía una visita planeada para noviembre del 2019. La cual suspendería y re-agendaría: el autor de la novela Ciudad abierta estará en La Ciudad y las Palabras este 26 de marzo a las 13.30 horas, en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica.
"Digamos que mi actitud no será reactiva, sino receptiva. Iré con los ojos abiertos y quiero dialogar. Además, ¿sabes algo? La realidad en Estados Unidos no es muy distinta a la de Chile. Estamos lidiando con la anti-migración y el cambio climático. Estamos lidiando con la desigualdad de ingresos. Estamos lidiando con violencia policial".
Publicado en 2007, el debut literario de Cole fue Cada día es del ladrón, novela escrita en formato de blog y originalmente solo publicada en Nigeria. En esta un joven médico regresa a su Lagos natal, aunque la ciudad de su infancia ya no existe; en su lugar hay una sociedad carcomida por el consumismo y la globalización. Luego de eso vendría Ciudad abierta, sobre Julius, un introvertido psiquiatra residente en la Universidad de Columbia. Con esta novela Cole ganó el PEN/Hemingway.
"No creo que sea responsable tener esta conversación sin tocar temas importantes", comenta Cole desde Harvard, donde es profesor. "No puede ser como, 'Oh, este libro tiene buena prosa y el protagonista pasea por la ciudad'. No creo que los chilenos quieran leer solo eso. No digo que todo tenga que ver con protestar, pero debe haber una actitud de seriedad. A ciertas personas esto les ha costado su vida".
Las novelas de Teju Cole -así como varios de sus ensayos- caminan por la ciudad y por entre los pensamientos de sus personajes.
¿Cómo recuerda el proceso de publicación y recepción de su novela Ciudad abierta?
Comencé a escribir Ciudad abierta en 2006. Y prácticamente terminé el borrador en 2009. Luego vino un año de edición. Por lo tanto, fue un libro cuidado. Se publicó en 2011 y me cambió la vida debido al tipo de atención que tuve la suerte de obtener. Esa atención fue una confirmación de que podía ser libre en mi trabajo. Porque esa novela ya por sí era un gesto de libertad. Ciudad abierta fue una especie de sorpresa. No era una saga familiar generacional, ni un libro sobre inmigrantes africanos; no era lo que la gente esperaba.
Ciudad abierta juega con los géneros literarios...
Sí, muchos se preguntaron: "¿Es esto una novela?" Otros decían que eran unas "memorias veladas". Luego se dieron cuenta de que, por supuesto, era una novela. En esas páginas había mucha invención. Y de alguna manera Ciudad abierta creó su propio destino; creó su propia realidad. El problema es que al tener éxito, muchas personas querían que escribiera un libro igual. Pero para entonces yo era como un caballo que había escapado de los establos. Ja. Y a partir de ahí mi único compromiso es que cada proyecto sea diferente del anterior.
Vamos al momento en que escuchó que algo sucedía en Chile, tomando en cuenta que tenía una visita planeada.
Inmediatamente lo conecté con lo que está pasando en el mundo. Este es un momento de agitación, es un momento de cuestionamiento. Y pensé: "Ok, esto también sucede en Chile, de la misma manera que sucede en Haití, tal como está sucediendo en el Líbano, en muchos lugares por distintas razones". Estamos en un tiempo en que la gente saca sus cuerpos a las calles para demandar y protestar. Y, por supuesto, lo de Hong Kong ha sido tan intenso y sostenido que cuando Chile estalló hice una conexión mental.
Me comentaba que ver protestas en Chile lo lleva a pensar la forma en que estos movimientos sociales se "capturan" en una fotografía.
Sí, y la pregunta que hago en el caso de Chile es: "¿Qué se está protestando con estas protestas?" Y siento que se está protestando algo que en realidad es bastante difícil de poner en la portada de un diario. Mira, las portadas de diarios son muy buenas para mostrar un incendio. Son buenas para mostrar a jóvenes con máscaras. Pero lo que es más difícil de mostrar es que a una protesta llegue gente de barrios marginalizados y asimismo de barrios afluentes y que ambos se juntan en el centro de la ciudad. Esa distancia es difícil de mostrar.
En varios de sus ensayos sobre la fotografía habla del "lenguaje de los cuerpos". ¿De qué forma ha visto esto en las manifestaciones en Chile?
Bueno, he estado mirando las manifestaciones chilenas con profundo respeto y me gusta pensar en la idea presentada por John Berger; es decir, que una protesta no necesariamente conducirá a los resultados que la gente quiere, pero a lo que lleva es a una especie de ensayo. Las protestas son un ensayo para la revolución. Las protestas son una colección de cuerpos. Y las masas de cuerpos siempre llaman la atención, pero en Chile los números son absolutamente increíbles. Ya de por sí estos números se convierten en un mensaje propio e importante. b