Durante el último año se escribió mucho sobre Euphoria. Su extrañamente realista, asfixiante y a la vez lisérgico viaje a la Generación Z, guiado por una gran Zendaya, fue tan comentado como el look de sus protagonistas, que luego incluso saltó a las alfombras rojas y pasarelas. Pese al ruido generado y la aclamación de la crítica y público -su segunda temporada llegará este año-, tanto los Emmy como los Globos de Oro la ignoraron.
Quizás no importó. Con Euphoria HBO le dio una de sus mayores joyas -y menos accesibles, por su tono- a un fenómeno que se arrastra desde hace un par de años y parece estar acelerándose a pasos agigantados, particularmente de la mano de Netflix: las series sobre adolescentes contadas en distintas claves y acentos. Está la comedia astuta y de buen corazón (Sex education), el culebrón de carga erótica (Élite, que regresa este viernes), la fantasía con notas de humor (El mundo oculto de Sabrina) y la distopía ligera (The society), todas lanzadas por la plataforma en el último año y medio y con nuevas temporadas en proceso.
[caption id="attachment_121084" align="aligncenter" width="616"]
Zendaya en Euphoria.[/caption]
La encarnación más reciente del boom, Esta mierda me supera, tiende a agrupar elementos. Desde su premisa -la turbulenta adolescencia de una chica que perdió a su padre y sufre ataques de ira que desencadenan poderes telepáticos- suena familiar. Salpicada por referencias que van desde las películas de los 80 de John Hughes a Stranger things, Sex education y The end of the f***ing world (con la que comparte director), la serie ha recibido comentarios como el de Rolling Stone, que afirmó que "a menudo se siente como una colección de influencias en busca de una historia".
Pero eso, en su conexión con la audiencia, afectó poco y nada. Esta mierda me supera fue la serie de ficción de Netflix más vista durante la última semana en EE.UU. En Chile el arrastre también se sintió, pues pelea por los primeros puestos según la nueva herramienta que habilitó la compañía a fines de febrero en el mundo, que despliega un top 10 diario.
La producción liderada por Sophia Lillis es, coincidentemente, junto a la segunda temporada de Sex education, el gran triunfo e Netflix en lo que va del año, ambas tal vez por sobre Locke & Key, en la que se profundizó en el mundo adolescente que sugería la obra de Joe Hill y Gabriel Rodríguez. Todo es parte de una apuesta que la compañía no dejará de explotar, por ejemplo en los meses que vienen con Cursed que reimagina la historia del Rey Arturo a partir de una joven interpretada por Katherine Langford, la protagonista del debut de 13 Reasons why. Quizá ese título sea la consolidación de la tendencia, estimando que la serie de 2017 -que terminará con un cuarto ciclo- fue una explosión, al abordar el suicidio, el abuso sexual y diversas problemáticas asociadas al mundo adolescente.
Por otro lado, con menos temor al ridículo, el mismo año salió Riverdale, que actualmente emite su cuarta temporada por Warner Channel -hasta la tercera en Netflix- y se ha encumbrado como uno de los fenómenos del género, incluso sumando un spin-off (Katy Keene, que debutó este viernes en HBO). Distintas encarnaciones de una fijación que no para de crecer.