Tal vez dos tempranas muertes en la familia fueron demasiado para la cineasta chilena Gabriela Bussenius (1887-1975). Quizás había que escapar de ese oficio para huir del peligro y vivir, como ella lo hizo, con cierta longevidad. Primero murió su esposo Salvador Giambastiani en el año 1921, afectado del Mal de Chagas. Luego, su hermano Gustavo fue acribillado a balazos en junio de 1932, durante las revueltas del golpe encabezado por el militar socialista Marmaduke Grove.

Ambos habían trabajado en su película La Agonía de Arauco (1917), la única que Gabriela Bussenius hizo en su vida antes de dejar la cámara y dedicarse a escribir. Con la desaparición de su esposo y hermano se fue también la película, probablemente conservada en las instalaciones de la compañía Andes Films, en pleno centro de Santiago. Hay indicios de que hubo un allanamiento que terminó con el material fílmico de la empresa que muchos años antes había creado Gustavo Bussenius bajo el premonitorio nombre de Chile Films.

Hoy, a 103 años del estreno del que podría ser el primer largometraje de ficción chileno, hay un vacío espectral que pretender ser llenado por dos mujeres procedentes de diversas disciplinas: la cineasta Dominga Sotomayor (34) y la escritora y académica Mónica Ramón Ríos (41). La primera dirigirá la película que reconstruirá el filme perdido de Gabriela Bussenius y la segunda trabaja en un libro sobre esta pionera chilena del cine. Ambas, a su vez, comenzarán a escribir el guión del largometraje que busca reinventar una hoja arrancada del cine local.

"Nos conocimos a través de una entrevista que Mónica me hizo en el 2018. Ella me comentó de la investigación que realizaba hace muchos años sobre Gabriela Bussenius y su película perdida", comenta Dominga Sotomayor en una improvisada conferencia vía skype junto a Mónica Ramón Ríos, cada una en casa por las precauciones frente al coronavirus.

¿Pero cuál era aquella investigación? "Cuando me encargaron un estudio desde el Ministerio de las Culturas sobre cine hecho por mujeres, descubrí apenas seis largometrajes entre 1990 y el 2008. Antes habían algunos realizados en el período del exilio, entre 1973 y 1990. De ahí había que irse a la época del cine mudo para encontrar películas de mujeres, donde encontré tres largometrajes. Eso es algo absolutamente insólito, pues ya las escritoras de esa época eran muy pocas", explica Mónica Ramón Ríos, que es doctorada en Filosofía.

"Lo primero que sentí fue una mezcla de rabia y curiosidad por no poder ver esa película. Rabia al constatar lo poco cuidadosos que somos con nuestro patrimonio. Pero además experimenté una curiosa conexión con una mujer de más o menos mi misma edad y que hace un siglo atrás hacía cine", se explaya la realizadora de Tarde Para Morir Joven (2018), filme ganador de Mejor Director en el Festival de Locarno.

En la cadena de acontecimientos que llevaron a la cuasi desaparición de La agonía de Arauco de la memoria cinematográfica chilena hay una serie de circunstancias curiosas. Ríos detalla: "Hay hechos muy raros. Por ejemplo, supuestamente hasta el año 2007 el guión estado guardado en la Fundación Imágenes en Movimiento. En el año 2014 consulté por esto a Luis Horta, coordinador de la Cineteca de la Universidad de Chile y quien había trabajado en la Fundación Imágenes en Movimiento, pero cuando él fue a buscar el guión a la Fundación lo que encontró fue apenas un sobre vacío. Ya no estaba el guión. Nadie tiene idea de que pasó, pero yo sigo creyendo que alguien puede tener ese guión en sus manos".

La libertad de la viudez

La trama del filme estrenado el 26 de abril de 1917 es sorprendente: tras la muerte de su esposo e hija en circunstancias bastante aciagas, una mujer de la alta sociedad decide reinventar su vida y viaja al sur de Chile, donde conoce a un niño mapuche llamado Catrileo. De cierta manera, lo adopta.

"Es la historia de una mujer que enviuda, pero que al mismo tiempo queda libre. En esa época, las únicas mujeres que podían disponer libremente de su dinero eran las viudas", precisa Mónica Ramón Ríos, que ha investigado el tema junto a los descendientes de Gabriela Bussenius, así como en libros, archivos y prensa de la época. Entre los primeros ella destaca la ayuda de Daniela Bussenius, bisnieta de Gustavo Bussenius, y Teresa Mercado, sobrina de la cineasta.

La investigadora también recalca el significado reivindicatorio de algunos aspectos de la trama: "En el clímax de la película hay un cartel que dice: 'Catrileo, no le dejes nada a los invasores: vuelve y quémalo todo'". Esta es una de las muchas conexiones con la actualidad que a ella y a Dominga Sotomayor las movilizan en un proyecto cuyo guión harán este año con el objetivo de filmar en el 2021.

"Mónica ha hecho una gran investigación a través de los años y sabemos claves importantes de la película: fue una gran producción, transcurría en varias locaciones de Chile, se subdividida en 38 capítulos. El resto será nuestra aproximación", dice sobre La Agonía de Arauco. También hay un dato infame: durante un buen tiempo no se le reconoció el rol de directora a Bussenius y se consideró que la había realizado su esposo Salvador Giambastiani, que en realidad fue el director de fotografía.

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Mónica Ramón Ríos, que trabaja junto a Dominga Sotomayor en la película, enseña en el Pratt Institute Nueva York.[/caption]

"Condición drag"

En la película, que fue filmada en varias ciudades (desde Valparaíso hasta Puerto Montt), la protagonista Isabel toma contacto con Catrileo, que a su vez es encarnado por la misma niña actriz que había interpretado a su hija ya muerta. Es un cambio sintomático, que a juicio de Ríos merece ser destacado y reforzado en una eventual futura versión fílmica.

"Hemos conversado que hay que hacer muy explícita la condición drag de la chicaque interpreta al niño mapuche. No sólo es alguien que hace de niña y luego es niño, sino que además es primero una persona de la alta burguesía y posteriormente es un chico mapuche. Hay un doble cambio", enfatiza la autora del libro de relatos Cars on Fire, de próxima aparición en inglés, creadora de la editorial Sangría Editora. Y reflexiona: "Tanto la mujer como el niño mapuche son personajes desposeídos y los une una misma orfandad y el hecho de ser parte de una minoría sin acceso al poder".

"Es imposible que aquella decisión no haya sido deliberada. De alguna manera se víncula la condición femenina con la condición de pueblo mapuche", puntualiza al respecto Dominga Sotomayor. "Esta es probablemente una película que a mí me gustaría dirigir ahora: hay una trama familiar, que transcurre primero en un entorno burgués, hay una mujer que vive al mismo tiempo una crisis y una oportunidad y existe un giro inesperado que la lleva a encontrarse con un niño mapuche. Creo que hay algo circular al respecto y no estamos muy lejos de esa trama en este momento de la historia de Chile", comenta la cineasta.

Pero además es la propia figura de Gabriela Bussenius la que despierta la mayor de las admiraciones. "Ella tiene la oportunidad de hacer una gran producción y escoge un tema con resonancias políticas. Eso es muy bonito y significativo. Es alguien que, como todas las mujeres de la época, no tiene derecho a voto y que se las arregla para filmar una película con un argumento de cierta manera revolucionario e incómodo, donde se llega a cuestionar la propiedad de las tierras en la zona mapuche", agrega la directora de De Jueves a Domingo.

La creación en la que están embarcadas Dominga Sotomayor y Mónica Ramón Ríos será probablemente el gran paso en la visibilización de una cineasta que primero ni siquiera figuraba como autora de su propia obra y que ahora encuentra una segunda oportunidad en su país.