En la aldea de los irreductible galos, Albert Uderzo tenía un héroe favorito: Obélix, el repartidor de menhires. El fortachón que de niño se cayó en la poción mágica del druida Panoramix, lo que le otorgó una fuerza física extraordinaria, era una creación propia del dibujante que en 1959, junto al guionista René Goscinny, dio vida a Astérix, el galo.
En cierta forma, el artista nacido en 1927 en Neuilly-sur-Seine, Normandía, hijo de padres italianos, le heredó características propias al amigo inseparable de Astérix: "De Obélix, Albert Uderzo también poseía la sensibilidad al límite y esta generosidad sin cálculo que le valió, a lo largo de su carrera, conocer un cierto número de tiburones atraídos por el éxito comercial de Astérix, la serie con más 375 millones de álbumes vendidos", escribió ayer el diario Le Monde.
Artista autodidacta, admirador de Walt Disney, Uderzo murió a los 92 años en París, producto de una falla cardíaca. En el arte del cómic, el dibujante que nació daltónico era una suerte de Obélix, un gigante de las viñetas. "Para mí Uderzo era un genio", dijo ayer Francisco Ibáñez, el creador español de Mortadelo y Filemón.
Uderzo conoció a Goscinny, un diseñador que venía de Estados Unidos, en 1951, en la agencia Word Press. Y en 1959, en las páginas de la revista Pilote, dieron a conocer juntos por primera vez a Astérix. Uderzo lo imaginó con un aspecto similar al promedio francés, pero Goscinny lo hizo cambiar de parecer: le dio la idea de un héroe pequeño y astuto.
El primer álbum salió en 1961. Para 1967 ya se dedicaban exclusivamente a la saga, que llegó a más de 100 idiomas. Tras la muerte de Goscinny en 1977, a los 51 años, con quien editó 24 álbumes, Uderzo publicó ocho en solitario. En 2013 confió la serie a Didier Conrad (en los ápices) y Jean-Yves Ferri (guión), quienes mantienen encendido el fuego en la irreductible aldea gala. b