Hay un momento hermoso en el documental No direction home de Martin Scorsese. Y es cuando Bob Dylan en su juventud se convirtió durante un periodo en un “expedicionario musical”. Es decir: alguien que investigó a fondo en esos discos inconseguibles de bluseros y folkies de la América profunda (su propia versión de la universidad de la calle) y que le permitieron descubrir quién era realmente y qué era lo que quería lograr en la música: una suerte de conocimiento ancestral y atávico que muy pocos pueden conquistar.

Fue, a su modo, una temporada en el infierno. Porque también significó un reordenamiento de coordenadas en relación al instrumento: con la guitarra y la forma de tocarla. Cuando volvió a los escenarios después de eso, sus compañeros y amigos le preguntaron si había estado en un crossroads, en un cruce de caminos donde el diablo entrega lo suyo (sus dones) y pide algo a cambio (preferentemente un alma).

Es una pregunta comprensible: cuando te metés en ciertas profundidades significativas el entorno social empieza a mirarte con desconfianza. La sociedad parece decirte: si tu meta no es capitalista algo falla dentro tuyo. Desde esta perspectiva, el camino que emprendió el periodista argentino Cicco (que hace muchos años llevaba adelante lo que llamó "periodismo border") dentro del Islam tiene ese nivel de confrontación con las expectativas habituales de realización occidental. Y eso es, entre otras cosas, lo que cuenta en el fascinante libro Rock and roll Islam (Tusquets): cómo alguien que tenía una vida entregada al placer, la autosatisfacción, la acumulación y la experimentación de situaciones extremas (desde actuar en una película pornográfica hasta presenciar la disección de cuerpos en una morgue, entre otros hits) para contarlo en sus notas pasa ahora mismo a volverse musulmán y sufí en un recorrido que implica despojamiento y búsqueda de la Verdad, con todo lo que eso significa.

¿Cuántas vidas es posible tener en lo que dura nuestro paso por la tierra? Evidentemente: muchas.

Editado por la premiada periodista Leila Guerriero dentro de una colección que dirige, Mirada crónica, Rock and roll Islam. La conversión menos pensada se vuelve el retrato de una experiencia personal extraordinaria (en su sentido más literal y expansivo) para luego abrir las puertas a todo un universo (el islam como forma de vida) que estuvo sometido a malentendidos, distorsiones y, directamente, mentiras (y acá Hollywood y la industria del entretenimiento fue el brazo armado ideológico que trata de vincular, constantemente, terrorismo con los musulmanes). Escribe Cicco (que ahora es Abdul Wakil) recordando su vida mientras hacía un periodo de retiro de 40 días: "En mi caso, entre otras truculencias, descubro que Dios colocó un don en mí —el de la comunicación— y lo usé sistemáticamente para el autobombo y la demolición pública. Me burlé de medio país y me ascendieron por eso y me dieron premios. Le di duro a vivos y muertos, a locales y extranjeros. Bajé el pulgar y me reí mucho, con mi risa de dientes torcidos. Todo eso vi en la seclusión y todo eso lamenté". Esto es cerca del final del libro. Pero para llegar a este momento de iluminación real y concreto, el periodista contó (con delicadeza, rigurosidad y, sí: hay que decirlo, poesía) las distintas experiencias de musulmanes y sufíes en Argentina (con un glosario incluido tan necesario como revelador) queriendo vivir su religión en plenitud (también conocida como Paz) o armando comunidades de estudios o memorizando (proeza de proezas) el Corán o edificando una vida donde el Islam es el corazón de la escena y el centro de la existencia con un sentido real, trascendente.

Y se trata de vivencias que se replican a lo largo de todo el mundo ya que el Islam representa al 25 % de la población mundial.

Con Rock and roll Islam (una obra única en su especie), Cicco asegura que creó lo que llama "periodismo místico": un tipo periodismo que busca transmitir el universo musulmán sin traicionarlo ni distorsionarlo y a su vez ejerciendo una pedagogía para aquellos que quieren conocerlo a partir de una voz que ya está en ese camino. Y bien mirado desde un posicionamiento, digamos, rockero (esto es algo que emerge cuando se termina el libro) podría decirse que el Islam es la última trinchera que Occidente no puede fagocitarlo para sí y volverlo moda y por lo tanto anular su poder, su magnetismo, su radiación.

Pensar y recordar cuando el boxeador Cassius Marcellus Clay Jr. encontró en el Islam su identidad verdadera (según sus palabras) y se volvió para el mundo Muhammad Alí: la revolucionó que causó fue instantánea pero también sospechosa y finalmente objeto de burla. Sin embargo, él siguió adelante y se lo pudo aceptar (con las particularidades del caso) en toda su renovación flagrante. Rock and roll Islam trata de eso: de encontrar el camino más difícil y seguirlo. Y que no hay aventura más grande que esa.

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