Jorge González sabe de qué se trata que tu destino cambie drásticamente de la noche a la mañana. Sobre todo cuando esos cambios tienen que ver con habituarse a una rutina puertas adentro y renunciar a gran parte de la vida que habías conocido.

En febrero de 2015, el cantautor sufrió un infarto isquémico cerebeloso que hasta hoy le dejó diversas secuelas en el habla y en la motricidad, lo que lo obligó a retirarse de los escenarios dos años después, abandonando con el tiempo toda actividad vinculada a la música.

Su día a día desde hace mucho se remite a su departamento en San Miguel, el que comparte con su actual pareja, y que hasta hace poco sólo abandonaba para continuar con su recuperación en un gimnasio del sector oriente de la capital. O para cada cierto tiempo salir a almorzar con algunos aliados históricos, como el músico Gonzalo Yáñez o el ingeniero de sonido Francisco Straub, uno de los productores del disco La voz de los 80.

De alguna manera, González ya se había acostumbrado a la calma y el reposo que entrega la vida conjugada más hacia adentro que hacia fuera.

“No me complica estar en casa. Estoy en el encierro, como todos”, expresa el músico a Culto, como una forma de reportar de modo conciso lo que han sido sus últimas semanas bajo la emergencia del coronavirus. Su caso por lo demás es sensible: debido a la enfermedad que arrastra, tiene totalmente restringida las salidas, para evitar cualquier posibilidad de contagio.

Un trance personal, pero también global, que ha seguido como habitualmente se informa de esta clase de hitos, tal como pasó con el estallido social del año pasado: más que a través de la TV, elige el universo digital y los comentarios que le envían sus amigos o familiares a través de la mensajería virtual.

¿Qué sensación se te viene a la mente con todo lo que está pasando? Todo el mundo aislado, con distanciamiento social, no podemos salir ni vernos con el resto de las personas, y casi todo el planeta ha entrado en una fase casi apocalíptica.

Antes en el mundo la gente se unía. Pero esta enfermedad está diseñada para matar a los viejos y los pobres.

¿Te parece que es lo más cercano que hemos vivido a un cambio de era o a un cambio de modelo?

El mundo ya cambió, dense cuenta.

¿Qué resguardos has tomado para no contagiarte?

Estar en casa. Estoy en el encierro, como todos.

¿Te parece que el gobierno debería declarar cuarentena nacional?

Urge eso.

¿Has escuchado algún disco o algún músico puntual en este estilo de vida más hermético de las últimas semanas?

Ana Tijoux, Camila Gallardo y Denise Rosenthal.

¿Recomendarías alguna serie o película para que la gente pueda ver durante estos días?

Es antigua: El Reemplazante.

Hace tiempo que ya no escribes canciones y muy de vez en cuando tocas música en tu casa. Pero, en esta situación de todo el mundo aislado y en silencio, ¿no te han vuelto aunque sea por un rato las ganas de escribir o tocar música?

No, soy un vago feliz.

¿Te cuesta estar tanto tiempo encerrado?

No, no me complica.

Ha sido llevadera entonces esta situación.

Es el mejor tiempo de mi vida.

¿Por qué?

(Estoy) enamorado.

El amor ha cruzado casi sin excepción la obra de Jorge González. Pero hay un amor que, en este mismo diálogo, él desliza como el más primario de todos: el afecto incondicional hacia los animales.

“Muy de bebé ya conocía el amor de los animales”, asegura.

A fines de enero, el artista anunció que editaría su primer libro de ficción, Historias de gatos, un compilado de cuentos acerca de los distintos felinos que ha conocido a lo largo de su vida. El texto tenía fecha de salida para marzo, pero el COVID-19 torció los planes.

Para escribirlo, el músico cuenta que practicaba un método efectivo: “Me levantaba a escribir cada mañana rodeado de muchos gatos cachorros. Me relajaba mucho, es lo que me gusta”.

Entre ellos estaba Ru, su mascota actual, una gata que se pasea sigilosa por su casa y que, como huellas irrefutables de su presencia, ha arañado gran parte del sillón del living donde González se sienta todos los días a descansar, mirar por la ventana, escuchar música o ver televisión. Sobre los muebles de su hogar, también hay fotografías, dibujos y figuras gatunas de los más diversos tamaños y colores.

Cuando se le pregunta qué otros felinos han marcado sus días, es generoso en mencionar sus mascotas de distintas épocas: “Marino, Ru, Chico, Juan, Bombillo, muchos”.

Una fascinación por lo demás elocuente en su carrera. Ya en los lejanos años 80 posaba con gatos en distintas fotos promocionales, para después grabar una suerte de homenaje al animal en las sesiones previas a Corazones (G.A.T.O., que nunca vio la luz de forma oficial, aunque está disponible en su álbum Demos). El lazo se hizo más fuerte y público en 1999, en la portada del álbum Mi destino (confesiones de una estrella de rock), que además incluía el tema Carita de gato.

¿Qué es lo especial que para ti tienen los gatos?

Esa capacidad de hacerte sentir bien sin hablar.