The Strokes vuelve con The New Abnormal, un disco donde se empeñan en restaurar los 80 encontrando la atención de los mayores de cuarenta. Julian Casablancas, el desanimado pero carismático líder, ex alcohólico, que en un tiempo cantaba sostenido apenas por el micrófono, tiene ya cuarenta y un años y es padre. Así las cosas, el disco se justifica como inquietud real. Dadas las limitaciones que ponía el coronavirus para actuaciones en vivo, Casablancas pensó en postergar su lanzamiento, pero finalmente decidió liberarlo el 10 de abril, lo que para muchos fue de las mejores noticias en plena pandemia, una instancia para poner entre paréntesis el miedo a la enfermedad y enfocarse en la punzante soledad que como siempre alivia la música. En esta oportunidad los pegajosos ecos del pasado nos fijan en tiempos en que de otra forma también estábamos solos.
Pero la recepción no es unánime, hay quienes los aplauden ya en la primera reproducción porque es cierto que el disco es de un líquido bastante permeable, con sus sintetizadores siempre dóciles que van equilibrados con potentes guitarras liberadas para sonar solas (una en manos de Albert Hammond Jr). Y le damos la vuelta rápido. Fue un público más joven el que no se conformó, acusando a la banda de insistir en ritmos repetidos. “Mis amigos se fueron, pero no me extrañan”, dice en la primera canción. ¿Se adelanta Casablancas a un posible rechazo? Pero en la revista Rolling Stone son grandes entusiastas del disco. En su reseña de hace una semana señalan que si bien su corazón es de los 80 suenan como ellos mismos: “cuán fácil debió ser para The Strokes hacer un disco tan dulce, bastaba que lo quisieran hacer. Las canciones que primero se sienten como ideas repetidas acaban siendo sorprendentemente satisfactorias”. Pero en puntuación estuvieron lejos de su primer disco Is This It, que obtuvo 5 estrellas, aquí solo 3 y media.
En la rápida y contagiosa, “The Adults are Talking” (que debió editarse mejor al final porque el coro vuelve demasiadas veces) nos dan una pista sobre su referencia a los 80 que a lo largo del volumen va conformando un manifiesto: “So let’s go back to the key, old tempo, everything” dice la letra. Y en “Brooklyn Bridge to Chorus”, una de las mejores (ocupa la estratégica pista 3), Casablancas es más directo al son del new age y a The Human League: “I want new friends but they don’t want me”, canta resignado, “and the ‘80s bands? Oh where did they go? “. Con “Bad Decisions” hay una gruesa evidencia: toman la melodía de “Dancing with myself” de Billy Idol (quien les cedió los derechos) con un fondo muy New Order. En “Eternal Summer” el tono alto de Casablanca acude al indie, algo influenciado por Arcade Fire mezclado con synthpop a lo Talking Heads. La canción conmueve con un aire amargo. Alude al calentamiento global “Summer is coming, won’t go away… they got remedy/ But they won’t let it summer.
Tres piezas del disco aparecen hoy en Spotify como las más populares del grupo. Destaca “Brooklyn Bridge Chorus” que alcanza un poco más de cuatro millones de descargas, “The Adults are Taking” con más de 3 millones y “Selfless” con 2 millones setecientos dándole un rotundo éxito al grupo que se formó a fines de los 90 y brilló con Is This It. Todo comenzó cuando el padre de Julian Casablancas lo mandó a un colegio suizo por su mala conducta, fue ahí dónde conoció al guitarrista Albert Hammond Jr. Años más tarde se reencontraron cuando ambos vivían en edificios frente a frente. El 2001, tras lanzar su primer álbum, se los etiquetó como los salvadores del rock. La banda tocó hasta el 2007 incorporando dos nuevas obras, Room on Fire y First Impressions of Earth. Ese año se dieron un aire con proyectos personales. Casablancas cantó para Queens of Stone Age y Hammond grabó un disco solo. El 2011 volvieron a juntarse y lanzaron Angels y el 2013 Comedown Machine cuyo sencillo “One Way Trigger” fue publicado gratuitamente en la página del grupo y los solicitantes la recibieron por mail. El 2014 en una edición especial de la Revista NME con las 100 bandas más influyentes, The Strokes ocupó el número 5.
El título The New Abnormal, que nos habla de lo bizarro de estos días fue de casualidad porque lo pusieron a principios de febrero cuando los casos de coronavirus no eran declarados pandemia ni habíamos entrado al confinamiento. Pero lo tomamos como viene, The Strokes nos consuela con madurez y la certeza íntegra de que no es necesario exigir sonidos vanguardistas cuando se nos puede iluminar con los fundamentos básicos. La nostalgia tiene aquí potentes promotores.