El año pasado tuvieron un segundo semestre dificultoso debido al estallido social y la ubicación donde se encuentran: en calle Morandé al costado de La Moneda. En el foco de manifestaciones y cercado por rejas de contención, el Teatro Nacional Chileno (TNCH) sorteó una programación marcada por los cambios de horarios y las suspensiones, pero en marzo de este año las cosas habían repuntado. El jueves 12 de marzo estrenaron una temporada de la obra Un tranvía llamado deseo, la que tres días después debió cancelarse debido a la emergencia sanitaria por el Covid-19. “Tuvimos que suspender una temporada que estaba siendo muy exitosa, teníamos 300 personas por función. Lo cual es bastante alto”, cuenta Cristian Keim, director del TNCH.
No fue la única sala que se despidió del público por esos días, también los hicieron los otros 22 espacios que se agrupan en la Red de Salas. Con funciones suspendidas y fuga de ingresos por venta de entradas, el teatro es uno de los gremios fuertemente afectados por la pandemia. Una crisis que viven en efecto dominó, ya que el cierre repercute en las compañías, que no pueden presentarse.
La Red de Salas reúne a 23 espacios de teatro de distinta naturaleza. Entre ellos están los universitarios, como el Teatro UC o el Teatro Nacional Chileno, que cuentan con el apoyo de sus respectivas casas de estudios. Otros, como el Teatro del Puente o Sidarte reciben apoyo a través del programa Otras Instituciones Colaboradoras del Ministerio de las Culturas. En tanto, en un estado más expuesto se encuentran el Teatro Camilo Henríquez o Mori, que dependen exclusivamente de su autogestión.
Ante la crisis, el gremio ha alertado de las pérdidas que tendrá el sector producto de esta crisis. El cierre durante un mes implica más de 450 funciones suspendidas y una pérdida de $ 298.573.102 por cese de venta de entradas. La estimación de esas pérdidas podría triplicarse o aumentar incluso dependiendo del tiempo que las salas permanezcan cerradas.
“Nosotros estamos tratando de generar, dentro de los fondos que tiene la misma Red de Salas, ayuda a nuestros espacios como primera instancia. Luego, queremos ver si con los recursos que el Ministerio va a poner para esta crisis, también se podría apoyar a las salas más críticas”, explica Verónica Tapia, presidenta de la Red y directora ejecutiva del Teatro UC.
La cartelera y los sueldos
Uno de los efectos más inmediatos de la emergencia en la escena teatral es la alteración que sufrirá la cartelera, con estrenos postergados y reagendados. “Para nosotros lo fundamental ha sido mantener un contacto con las compañías que estaban programadas y analizar juntos la contingencia para tomar decisiones”, cuenta Freddy Araya, director del Teatro del Puente.
En general todos los teatros tienen la voluntad de reprogramar para el segundo semestre o incluso a inicios de 2021. “Nuestra idea es que puedan estar todas las obras que programamos para este año”, dice Tapia sobre el Teatro UC. Así también lo quieren en el TNCH, aunque reconocen cierta dificultad. “Las obras hechas se pueden remontar y reprogramar con facilidad, pero en el caso de las obras que no han sido estrenadas es muy complejo volver a echar a andar esa maquinaria; no sabemos muy bien qué va a ocurrir”, cuenta Keim.
Desde la perspectiva económica, los ingresos por venta de entradas son la principal pérdida. En el caso de Sidarte, “bordea entre el 30 y 40% del financiamiento total, por lo tanto nos vamos a ver en una complicación tremenda”, explica su director, Carlos Agaray. Mientras para teatros que no reciben apoyo estatal, como Mori, significa más del 70% de los ingresos. “Estamos tomando medidas como acogernos a estas leyes de apoyo al empleo, tratando de aguantar lo más posible pero eso tiene un tiempo acotado”, dice Cristóbal Vial, director ejecutivo de Mori.
Otra de las preocupaciones transversales a las salas ha sido mantener los sueldos de sus trabajadores, un gasto que hasta ahora la mayoría ha logrado cubrir. Una excepción es el caso del Teatro Camilo Henríquez, propiedad del Círculo de Periodistas. “Yo, por lo menos a partir de abril, ya no tengo sueldo del teatro”, cuenta su directora Paulina Urrutia. “Voy a seguir trabajando para poder mantener el sueldo de los demás trabajadores, porque el Círculo lo que quiere es que los empleados tanto del Círculo como del Teatro puedan seguir con sus sueldos, que por lo demás son muy bajos”, añade.
Alfredo Castro, director del Teatro La Memoria, plantea una situación específica para los teatros que reciben fondos concursables. A falta de ingresos propios, buscan redestinar el dinero que reciben del Estado para mantener los sueldos de sus trabajadores. “Lo que estamos pidiendo es que se terminen los aportes propios (cofinanciamiento) y lo otro, que nos permitan traspasar fondos de un ítem a otro, para poder garantizar que la gente pueda recibir sus honorarios. Esto no tiene que ver con el Ministerio de Cultura, tiene que ver con Hacienda y Contraloría”, dice.
Medidas e iniciativas
Con la incertidumbre sobre una nueva fecha de apertura, el regreso a la actividad teatral se proyecta recién para el segundo semestre y en una realidad distinta. “Puede que nosotros volvamos a ponernos de pie, pero eso es muy distinto a que la gente pueda pagar una entrada”, comenta Paulina Urrutia.
Algunos han optado por medidas dentro de sus recintos a pesar de no recibir público. Por ejemplo, el TNCH incrementó la frecuencia de sanitización de su sala. “También se están reparando los baños, cosas que de alguna manera están imposibilitadas de hacer a propósito de la afluencia de público”, cuenta Keim.
En el aspecto creativo, las salas han buscado reinventarse. Teatro Mori trabaja en un proyecto de cuentacuentos en conjunto con Tele13 Radio. En tanto, Sidarte abrió una convocatoria virtual para su iniciativa Sonido Exquisito. “Se va a hacer una especie de podcast con una estructura dramática y narrativa”, cuenta Agaray.
Pero la escasez de recursos puede frustrar la supervivencia de espacios más vulnerables. Por ello la Red de Salas ha concentrado sus energías en mantener conversaciones con el Ministerio de las Culturas en busca de apoyo. “Mi sueño es que las salas más críticas puedan tener una inyección de dinero, por lo menos para que no cierren. Si eso no sucede, de los 23 teatros de la Red de Salas, por lo menos 10 pueden quebrar”, concluye Verónica Tapia.