Hace un año el cartel del Kings Theatre de Brooklyn iluminó durante tres noches tres palabras: Beastie Boys story. Ausente de los escenarios de Nueva York, y el mundo, desde 2009, la banda de rap volvió a la ciudad que sacudió a partir de los 80, aunque en una dimensión alejada del alto voltaje que la hizo conocida.

Dos miembros en vez de tres, un ambiente más nostálgico que desenfrenado, un público cómodamente sentado en vez de apretujado y sudado, y como hilo conductor del espectáculo, el relato de historias del pasado en vez de la interpretación de sus himnos capaces de remecer a cualquiera.

Es el formato que hallaron Michael Diamond (Mike D) y Adam Horovitz (Ad-Rock) para saludar y abrazar, quizás por última vez, a la agrupación que se desintegró con la temprana muerte de Adam Yauch (MCA) producto de un cáncer, en 2012, a los 47 años. En colaboración con Spike Jonze (Her), el director con el que trabajaron desde “Time for livin’” hasta un video de su último disco, la dupla elaboró un show difícil de clasificar, volcado en su guion a mirar desde los inicios de la banda, más atentos al punk que a los ritmos que los hicieron populares globalmente, hasta la separación.

Solo los asistentes a esas tres noches en Brooklyn, más una antes en el Tower Theatre de Filadelfia, pudieron vivir la experiencia en abril del año pasado, pero el documental Beastie Boys story –que Apple TV+ estrena mañana en todo el mundo– revive lo que fueron esas presentaciones, una especie de complemento a las contundentes memorias que publicaron en 2018, Beastie Boys book.

“Lo peor de Beastie boys story es que es básicamente una charla TED en la que Adam Horovitz y Mike Diamond cuentan anécdotas sobre su carreras”, escribió NME en una de todos modos positiva reseña, en que luego apuntó: “Lo que hace que valga la pena ver esta película es la franqueza con la que Horovitz y Diamond cuentan las historias detrás de las canciones que has escuchado miles de veces”.

Ahí están entonces “(You gotta) Fight for your right (to party!)” y cómo les atrajo el público que justamente no querían, tipos de fraternidad estadounidense. También la manera en que su temprano éxito los llevó a tocar fondo, hasta que reanimaron su carrera en los 90, particularmente con Ill communication (1994). Menos orgullosos recuerdan la manera en que alejaron a su primera baterista, Kate Schellenbach.

Y derechamente lucen emocionados cuando se trata de hablar de Yauch, retratado como un tipo clave en el engranaje de la banda, en su búsqueda de nuevos sonidos y tecnologías, a través de imágenes como cuando crea en presencia de sus compañeros la línea de bajo de “Sabotage” (cuyo video fue dirigido, por lo demás, por Jonze). Hacia el final, uno de los dos presentes estalla en lágrimas por su ausencia.

Concediendo que las dos sobrevivientes no interpretan música en vivo, Variety lo comparó con Springsteen on Broadway, el espectáculo que “el Jefe” dio entre 2017 y 2018 en un teatro de la popular avenida de Nueva York relatando su vida y tocando sus canciones (luego transformado en un documental de Netflix). “Es una saga más de estrellas pop mayores y más sabias que filtran sus historias del circo de rock and roll a través de todo lo que saben ahora”, señaló el medio.

Parte de la positiva reacción de la crítica, IndieWire opinó: “¿Cómo se infiltró un trío de niños judíos de clase media de Nueva York en la escena hip hop de los 90 y se convirtió en uno de sus grupos más destacados? Beastie Boys story ofrece una explicación encantadora y conmovedora de cómo lo lograron”.

Como la propia historia de la banda, el camino del documental tampoco ha estado exento de desvíos. Primero se iba a estrenar en el festival South By Southwest (SXSW) e incluso llegaría a los cines estadounidenses en formato IMAX a inicios de abril. El coronavirus lo impidió, y se lanza en Apple TV+ en la misma semana que había planificado, como una de las estrellas de días atiborrados de estrenos en el streaming, y funcionando como una dosis indispensable de honestidad y calidez en tiempos difíciles.