Al tiempo que la crisis del coronavirus se agudizaba y el mundo encaraba de golpe cambios radicales, Westworld se revelaba de manera similar: desde mediados de marzo, a partir del estreno de su tercer ciclo, ya no volvería a ser la misma serie que había emitido su último capítulo hace casi dos años. Una de las producciones más escurridizas y ambiciosas de la televisión sellaba su cambio de piel en medio de un periodo de pura incertidumbre.
La historia de HBO sobre parques temáticos, inteligencia artificial, robots y humanos dio un giro definitivo asomándose al exterior y respondiendo a la incógnita de cómo sería el mundo en cuatro décadas más. En cierto sentido, un nuevo arranque, pero retomando sus acontecimientos sólo tres meses después, manteniendo a la heroína principal (Evan Rachel Wood) y sumando a Aaron Paul y Vincent Cassel entre sus caras nuevas, moviéndose por puntos como Londres y Los Ángeles en el año 2058. Ensanchando su apetito, saltó a países como Singapur y España para grabar parte de sus escenas, mientras internamente se revolucionaba.
“Estábamos creando un mundo que nunca antes había existido. Teníamos los vestuarios contemporáneos de las temporadas anteriores, pero nos dimos cuenta que todos estaban en el parque, y este es realmente un mundo nuevo. Podíamos expandirlo enormemente. Y creo que se convirtió en algo un poco más futurista que en las temporadas previas”, dice al teléfono con Culto la británica Shay Cunliffe, diseñadora de vestuario de la ficción que terminaba anoche (todos las capítulos en HBO GO).
Aunque nunca había hecho una serie ni una historia situada en el futuro, los creadores Jonathan Nolan y Lisa Joy la convocaron para este ciclo, en que Dolores (Wood) está ante un objetivo distinto y presenta una renovada apariencia, incluido un impresionante vestido negro que se transforma en uno dorado en el primer episodio, y que muchos creyeron era obra de efectos visuales, pero en verdad era el trabajo de Cunliffe.
“Nunca tuve una idea completa de adónde íbamos a terminar. Yo necesitaba saber el propósito de cada personaje, por lo que tuve muchas conversaciones y pude acercarme a tener una idea de cómo se les presentaría”, afirma la diseñadora de vestuario de películas como Bourne: El ultimátum (2007) y 2012 (2009), en colaboración con los creadores y el diseñador de producción para conseguir que “la tecnología fuera realmente el cambio y lográramos que sólo fuese un paso hacia el futuro”.
Emitidos siete de sus ocho episodios -es la temporada más breve-, surgieron cuestionamientos en torno al curso que tomó la historia y algunos personajes; motivó dudas por ejemplo el rol de Paul, un exmilitar con problemas de memoria que adquirió preponderancia fundamental pese a que en el intrincado mapa elaborado previamente jamás había aparecido. También generó divisiones el incremento de las escenas de acción, muchas veces en reemplazo del misterio y las interrogantes que fascinaron -y frustraron- en su inicio. Balance dispar de una tercera parte que para todos de una u otra manera marcó cambios.
“Cuando trabajo con un actor realmente hablamos sobre el arco y todo el proceso que va a vivir su personaje”, señala Cunliffe, detallando que en este caso fue distinto. “Evan no estaba acostumbrada a saber adónde iba la historia. Ella estaba muy bien con eso, no lo cuestionó. Sus preguntas eran: ‘¿Es cómodo? ¿Se ve bien? ¿Y funciona para mucha acción?’. Porque sabíamos que cada escena iba a terminar en algún tipo de secuencia de acción para ella”.
Aunque la audiencia cayó en este tercer ciclo (el primer episodio tuvo una baja de un 57% versus el debut de la temporada anterior y cada capítulo ha estado por debajo de la cifra promedio que tenía la ficción), lo cierto es que Westworld terminó de asentarse con una espectacularidad visual digna de superproducción. Fruto, explica la diseñadora, de que “es parte de cada miembro del equipo y cada departamento llegar al mismo estándar, el trasfondo realmente nos importa. Si alguien caminaba por la calle tenía que verse bien, así como el actor principal”.
Respaldando a su título más grandilocuente después del fin de Game of thrones, HBO confirmó el cuarto ciclo antes de la emisión del penúltimo episodio. “Supongo que todos tendrán mucho tiempo para trabajar bastante en los guiones y que los capítulos de la siguiente temporada sean los mejores”, dice Cunliffe. “Nunca hablamos sobre lo que vendría cuando hicimos esta tercera temporada. Podrías ir al final del mundo, pero espero que no, espero que en vez de eso estén pensando en un fabuloso nuevo mundo”, añade.
Sin embargo, considerando la paralización de la industria, el de anoche perfectamente pudo haber sido el último episodio de Westworld en mucho tiempo. “No visualizo que vayamos a estar de vuelta en nuestro lugar en uno o dos años más”, sostiene sobre la industria en que trabaja desde los 80. “Es muy difícil. Me pregunto si a la gente de mi posición de alguna manera se nos despojó del último capítulo de nuestras carreras. Creo que está bien, creo que los jóvenes necesitan comenzar justo después de esto. Pero me pregunto si Westworld fue mi último trabajo de diseño, y no lo pensé en ese momento. Eso se me pasa por la cabeza”.