Hay momentos en las últimas dos décadas que parecen perdidos. Es como si la hiperconexión y la digitalización de nuestras experiencias nos llevaran a un estado de liviandad respecto a hechos que, aunque lejanos, nos parecen recientes. Así, nos vemos sorprendidos con aniversarios de discos, fechas y otras curiosidades que nos remontan al calendario.
Dentro de aquellos hitos, el más reciente libro sobre Jorge González —a estas alturas mucho más que el líder de Los Prisioneros— de título homónimo y escrito por Constanza Gutiérrez (Castro, 1990), rescata una carta publicada en el extinto Fotolog del músico.
El texto, publicado recientemente por la editorial Hueders como parte de su colección “Hueders chilenos”, hace un repaso conciso de la vida del sanmiguelino desde la primera infancia, su época como cabeza y mente del grupo más importante de la historia del país, hasta sus actuales días, retirado y alejado de la música tras haber sufrido un infarto isquémico cerebeloso en 2015.
Uno de los pasajes del libro nos remonta a 2009, época en donde Jorge González residía en Valencia, España, junto a dos de sus hijos y quien por entonces era su esposa, la fotógrafa Loreto Otero. También momentos en que su ex guitarrista y amigo, Claudio Narea, firmó con una editorial para lanzar la primera de sus memorias bajo el rótulo de Mi vida como Prisionero. Ahí parte esta historia.
Tras haber publicado “su verdad”, como lo describió en diversas entrevistas tanto en Chile como en Perú, Narea apuntó en gran parte de sus líneas a González como responsable directo de diversos hechos que atravesaron su vida. Desde infidelidades y golpes, hasta tramas de magia negra, obsesiones y una supuesta homosexualidad escondida que hacía a la voz de “Estrechez de corazón” estar pendiente permanentemente de él.
La carta, sin titular, partía así:
“Voy a comunicarme con todos esos amigos que siempre entran a este fotolog a compartir las músicas que he grabado en todos estos años, la mayoría demos caseros y desconocidos pero que para mí significan tanto como aquellas canciones que se cantan en estadios de fútbol. He recibido por correo y por myspace muchas peticiones de entrevistas en estos días, veintiocho veces más que las que recibo cuando hago música nueva o doy conciertos. Pero entrar en una telenovela a través de los medios de comunicación no reviste ningún atractivo para mí, aún sabiendo que significa que cualquier calumnia o injuria va lentamente a ser repetida de un diario a un portal, de una radio a un programa de copuchas y puede pasar a ser la verdad en la cabeza de muchas personas. Pero, ¿le importa a alguien realmente lo que los tipos de la farándula hacen con su vida?, no creo mucho”.
González, por esos días retirado del formato canción y enfocado en su proyecto electrónico Los Updates, hizo una pausa para volver a escarbar a su propio pasado. El mismo que Narea usó para publicar su primer libro.
“Leí el libro del Claudio en PDF. Tiene cosas muy emotivas de la niñez, tiene cosas muy penosas que le pasan a la gente cuando se casa a los veintipico años. Y tiene cualquier chamullo, invento y grupo, aunque extrañé las partes censuradas de la brujería y todo eso que le daban el toque Zeppelin al rollo. Pero no voy a decir qué de ahí es grupo y qué es parecido a como fue y qué es la pura y santa verdad. No tengo nada de ‘Flanders’ (y Dios sabe que a veces me hubiese convenido ser mas cartucho) y disfruto como chino de ese morbo picaresco, asombrado, admirativo del que ve a los ‘personajes de la farándula’, porque, ay, así se representa ahora a Los Prisioneros, digo, comprendo la descarga en las revistas del corazón que hace el hombre ciudadano consumidor semi esclavo de a pie, que se niega a vivir porque no puede mandar a la chucha al jefe o a la iñora o a sí mismo pa empezar. Que el que quiera creer aquella o esta otra parte bien le sirva de ‘enterteinment’, sobre todo en esos momentos en que la molestia estomacal y el ansias de lectura se aúnan (y no lo digo peyorativamente)”.
Sigue: “Me dejó una tristeza mi compadre tan amargado después de 20 años, sacando historias exponiendo a sus hijos y a la madre de ellos a que cualquier ‘Nelson’ le apunte y diga ‘ah-ha’. Y me da lata, harta lata el festín que los pasquines se dan basureando al bueno de Jorge González por la envidia que provoca que a mis 44 sea tan buenmozo, talentoso, editando vinilos en Europa y Japón y no pesque”.
Además de confirmar haber leído el libro en un formato digital, el compositor abordó abiertamente las dudas sobre su sexualidad que el guitarrista siembra en medio del texto.
“Lo sabroso es que se pongan tan excitados con la idea de que puedo o no ser fleto. ¿Voy a insultar a mis queridos amigos y amigas que prefieren parejas de su mismo sexo ofendiéndome por esa ‘acusación’? Si hasta de Oscar Wilde dijeron que era coliza. Pongan una foto de Loreto Otero y digan quién tendría una preciosura así como pantalla, pero igual no pierdan de vista esto: para ser gay asumido en Chile hay que ser bien machito, y conozco varios que si fuesen gay serían mucho más hombrecitos”.
La carta, que tuvo repercusión digital en algunos portales, contrarío a lo que esperaba González, “esto es para mis amigos del Fotolog, no para que lo reproduzcan los diarios como si alguien le interesan las pelotudeces de los músicos del ‘rock and roll’”, fue poco considerada en el “historial oficial prisionero” hasta el libro que Gutiérrez lanzó a comienzos de este año.
Cómo seguiría la historia es bastante más conocido. Tras ser éxito de ventas bajo la editorial Norma y luego de cinco años, Narea decide relanzar el libro de manera independiente con el nombre de Biografía de una amistad (2014) agregando más capítulos bajo el rótulo de “censurados” y actualizando la historia hacia el presente.
Aunque mediático y comentado, el libro fue lanzado meses antes de que Jorge González sufriera sus ya conocidas complicaciones de salud que terminarían en su retiro definitivo de la escena musical.
Pese a aquello, y en una de las últimas giras que el cantante brindaba cuando decidía dejar Alemania y pasar un tiempo en Chile, fue increpado por el extinto programa de farándula SQP. En una conversación que al principio partió cordial, la notera emplazó a González a referirse al nuevo libro. “Yo no puedo hablar con calma cuando me preguntan tonteras, te tengo que dejar”, dijo.
La escena termina, lamentablemente, con la notera del programa persiguiendo al músico junto a su camarógrafo. Pese a aquello, Jorge diría: “Yo le deseo a Claudio y a Miguel lo mejor, porque fueron compañeros míos en Los Prisioneros. Si ellos brillan, de rebote brillo yo también”. La respuesta no dejó conforme a la periodista y desató, probablemente, la última furia de González contra la prensa.
“Me vienes a faltar el respeto, me tiras el micrófono encima y luego yo aparezco alterado en la tele, ¿cachai? (...) Yo te dije que no quiero dar una entrevista. Yo te dije y no me entiendes. No quiero salir en la tele. A mí no me importa lo que es noticia. No soy responsable de lo que es noticia. No tengo por qué vivir de eso, ¿me entiendes? No, no lo entiendes. Chao linda”.
La nota saldría al día siguiente bajo el rótulo “La noche en que Jorge González perdió la calma”. La notera dijo: “Jorge González, para variar, reaccionando de mala manera contra los medios de prensa”.
El epílogo vendría días después. Aprovechando su estadía en Lima, en donde realizará algunos shows con su banda, González subió una declaración a Youtube.
Allí dice: “Entiendo que hubo un quilombo, que un chico escribió algo y del cual no estoy muy enterado. Yo no tengo Facebook, no abro nunca los links que me mandan y vivo mucho mejor así, hace rato que hago esa práctica (...) No puede ser tu enemigo otro músico, el enemigo es otro. A veces nos fuerzan a pelear entre nosotros para desprestigiarnos (...) El problema conmigo, es que si me buscan la pelea, la encuentran. Yo no estoy ni ahí. No me gusta desbocarse y mandarlos a la chucha, ¿pero qué le voy a hacer?”.
En el video, que puedes revisar íntegro acá abajo, González aprovecha la cámara de su computador y la soledad del hotel para mandar un mensaje, el último a los ex Prisioneros: “Reafirmo una vez más. Quiero a los hueones que tocaban conmigo, a Cecilia Aguayo, a Robert, a Claudio, a Miguel. Yo los quiero, son parte de mi vida y quiero que les vaya bien. Si los flacos brillan, brillo yo también. Si ellos hacen música buena, eso me llega a mi. Si ellos se empiezan a oscurecer y eso también me refleja a mi. Yo los adoro. No somos amigos ahora, son cosas de la vida. Aparte, ¿quién se ve y es amigo con los compañeros de colegios? Casi nadie pero… I love you guys, I love you deep in my heart”.
Años más tarde, y en el retiro, Jorge González lanzaría su propia autobiografía bajo el rótulo de Héroe (Avenida La Novena, 2017) en donde aborda sin tapujos varios puntos de su vida. Actualmente con Claudio Narea no tienen ningún tipo de comunicación. El tercero en esta historia, el baterista Miguel Tapia, volvió a tener contacto con él tras su enfermedad y lo acompañó en su despedida de los escenarios en 2015. También posee una banda con el guitarrista bajo el nombre de “Los Prisioneros Narea y Tapia”, tocando regularmente en Chile y gran parte de Latinoamérica.