Sting debe estar sonriendo. Convertida en una especie de himno de la pandemia, Don’t stand so close to me de The Police registra un alza de 135% en streaming, sistema que representa el 56.1% de las ganancias globales de la música grabada, según el reciente informe anual de la Federación Internacional de la Industria Discográfica. Es la paradoja del momento en el negocio de la música y otras tantas áreas productivas.
El sector marca un quinto año consecutivo de ganancias pero desde que el planeta está en pausa una de las sentencias repetidas es que los shows en vivo, la principal vía de ingreso de los artistas sostenida en un ecosistema de productoras, management y agencias, será una de las últimas actividades, sino la última en retomar, y bajo condiciones aún inciertas. Mascarillas. Túnel sanitizador. Distancia social. Recintos a la mitad o un tercio de su capacidad. Todo es probable.
Aunque no hay conciertos y espectáculos en vivo el entramado sigue funcionando y se adapta a la crisis mediante un periodo de ensayo y error. Este fin de semana una serie de eventos de autocine entre Santiago y Coquimbo fueron suspendidos por razones sanitarias.
Sin embargo en EE.UU., la nación más golpeada por el virus, ya se programan espectáculos musicales bajo esa modalidad para junio, una mini gira del músico electrónico y youtuber Marc Rebillet por ciudades como Kansas y Houston. Antes habrá una prueba de fuego. El 15 de mayo el artista de country rock Travis McCready ofrecerá un concierto con distanciamiento social en Arkansas.
En Chile la banda Movimiento Original montó un show online con entradas para ayer viernes y mañana el festival Domingo en casa reunirá en línea a Weichafe, Camilo y Abel Zicavo, Fármacos y Benjamín Walker, entre otros. La veta del concierto en línea no convence a Jorge Ramírez, gerente general de AGEPEC, Asociación Gremial de Empresas Productoras de Entretenimiento y Cultura.
“No tenemos una masa crítica ni un mercado para que esta sea una opción con la que pueda subsistir la industria de la música como la conocemos”.
La entidad informó en abril que de los 800 mil trabajadores del área podrían ser despedidos 160 mil y registrar pérdidas por US$250 millones. La cartelera ya venía resentida tras el 18O con espectáculos suspendidos agendados para este año nuevamente en vilo, o pospuestos hasta 2021. “Letal” es la palabra escogida por Ramírez para definir la combinación del estallido y la pandemia. “Existe un ánimo pesimista e incertidumbre ya que en nuestra industria las medidas para salir adelante y comenzar a operar aún son difusas”.
En marzo el ministerio de las Culturas anunció que reformularía “algunos instrumentos y programas para crear un nuevo plan ante la crisis sanitaria”, o sea, redistribuir 15 mil millones de pesos. Semanas más tarde se informó de un recorte para la cartera de 16 mil millones, medida que afecta a todas las secretarías de Estado.
“Los apoyos del ministerio de Cultura no tienen mucho que ver con las carencias de nuestra industria”, acota Jorge Ramírez. Las soluciones de otros países varían desde el anuncio de préstamos blandos en España, a un detallado plan gubernamental en Argentina revelado a fines de marzo.
Desde el congreso el diputado Amaro Labra, presidente de la comisión de Cultura, artes y comunicaciones de la cámara baja, no tiene claridad sobre cómo opera la medida ministerial.
“El anuncio causó un impacto muy grande por el volumen de dinero pero no estaba muy claro de qué manera se iba a distribuir. Pensamos que tiene que haber transparencia en la asignación de los recursos”. Hasta ahora la comisión ha recibido a distintos representantes del mundo artístico y cultural, pero no ha logrado concretar reuniones con Hacienda y Desarrollo Social para agilizar la ayuda. “Falta coordinación”, reconoce el parlamentario y miembro de Sol y lluvia.
A pesar de la crisis, Alfredo Alonso, director de entretenimiento de Bizarro, se declara de buen ánimo. La productora que entre otros eventos es responsable de la parrilla del festival de Viña, no ha despedido trabajadores. El ex miembro de Diva y Aleste cree que la situación exige creatividad y que el año no está perdido. Apuesta por el último trimestre.
“La gente quiere salir por el encierro. 400 personas lo hicieron el fin de semana pasado a esa fiesta injustificable en Maipú, pero da cuenta de eso. Tenemos que ver como se pueda hacer sin riesgo. Y los artistas están dispuestos. Los sitios de 10 mil personas van a ser para cuatro mil. Se va a generar una buena conciencia, no solo por el Covid, sino de cuidarse más en general”.
Según datos de Live Nation, una de las mayores productoras de eventos en vivo del mundo, el 91% de la afición global a la música en directo quiere volver a los conciertos, más del 90% de los fans mantiene sus boletos para espectáculos reprogramados, 79% planea regresar a shows dentro de los cuatro meses posteriores al levantamiento de restricciones, y el 72% de los espectadores de livestream declara que ver shows virtuales los entusiasma más por asistir a espectáculos en vivo.
Cambio de hábitos
Con los números de streaming al alza plataformas como Spotify, con 14% de usuarios en Chile (Adimark 2018), ha chequeado la evolución en las preferencias en esta pandemia marcada por el encierro. El formato podcasts se impone y las temáticas más buscadas son noticias, superación personal, infantil, salud y estilo de vida, tareas de cocina y limpieza. También se disparan los playlists con música relajada y clásica, y el interés por los artistas que han dado shows online.
El consumo es básicamente digital y en ese sentido las cifras locales en un mercado relativamente pequeño son “interesantísimas”, subraya el gerente de marketing de una multinacional con sede en Chile.
Por ejemplo, en Chile algunas compañías han debido enfrentar la pausa indefinida de artistas como Cami y Denise Rosenthal. “Se afectan equipos, innegable. Estamos para generar productos y facturación aunque las marcas están un poco aturdidas. Nuestro principal negocio es lo digital y las cifras de Chile son muy buenas en el contexto latino. Todavía falta para saber realmente cómo impacta la pandemia a la industria general, recién cerramos el primer trimestre y no ha sido tan delicado”, detalla el ejecutivo.
Entre las tendencias, sobresale el crecimiento del live streaming y sus posibilidades como un negocio con marcas asociadas. “Hay que ver si la gente quiere pagar por un show virtual o conciertos en autocine. Todo depende de la seguridad del artista y el público”, dicen voces del mercado musical.
En una industria con una serie de pymes satélites, las agencias de comunicaciones especializadas en espectáculos en vivo se ven obligadas a la promoción digital de sus artistas. La actividad no decae, asegura Verónica Ulloa de Cactus Medios.
“Se han triplicado plataformas para hacer promociones y lanzamientos con artistas que están cada vez más conectados con los fans por la pandemia”. Aún así la planificación en el área acota sus plazos. “Antes lo que podía proyectar por meses ahora es mes a mes”, explica Natalia Díaz, directora de la agencia Collage que promociona, entre varios artistas, a Alex Anwandter y Princesa Alba.
Para Nano Stern la crisis sanitaria mundial ha sido una oportunidad de detenerse. Con 35 años trabaja desde los 18 y acumula miles de kilómetros recorriendo el mundo como artista. Económicamente se ve afectado aunque redistribuye montos de proyectos pospuestos y salva, no así su staff. “Los músicos podemos hacer cosas, clases online, conciertos pagados, tocar con marcas e instituciones. Pero los técnicos dependen de los shows. Eso es más preocupante”.
Aunque hizo un concierto en línea por radio y dice haber disfrutado la intimidad del medio, cree que es una alternativa con fecha de vencimiento. “El aspecto ritual del en vivo se pierde a través de Internet. Es bonito y emocionante ver a los músicos en la intimidad, pero se agota rápido”.