Pedro Aznar habla de sus gatos, su disco favorito de The Beatles y el encierro: “Pertenezco a esa gente que se lleva bien con la soledad”

Pedro Aznar

El músico habló ayer, desde su casa en Buenos Aires, con el programa Sesiones íntimas de Culto que se emite por La Tercera. Además, admite que llegar a los 60 años le cambió la vida, que es un momento de inflexión en su existencia y concluye: “Estoy en paz conmigo mismo”.


Distante pero cercano. Solo en el estudio de su casa en Buenos Aires, sin productores, intermediarios ni su banda de acompañamiento, pero secundado de su gata Chardonnay (uno de los tres felinos con los que vive, a los que considera “su familia”), un teclado y de una nueva guitarra manufacturada por un luthier amigo que lleva su firma y que luce sin disimular su orgullo.

Desde su encierro, Pedro Aznar, uno de los músicos más activos durante la pandemia, conversó anoche con La Tercera durante una nueva emisión del espacio Sesiones Íntimas de Culto, donde aprovechó de cantar algunos de sus éxitos, analizar estos días de “sentimientos encontrados” y por qué prefiere ver este periodo “más como un retiro espiritual que un confinamiento”.

Una trance áspero, pero que en su caso coincide con un hito: el año pasado cumplió 60 años, lo que define como “un momento de inflexión”.

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“Me di cuenta que la persona pública podía ser la misma que la persona que se desarrolla en la intimidad. No tiene por qué ser un doblez donde las puntas no se tocan. Pueden fundirse. Este trabajo tiene la mirada pública, por lo que hay un sentido de responsabilidad de no decir cualquier cosa”, especifica al mirar su nueva fase, la que celebró en una colosal fiesta de cumpleaños donde se disfrazó de Elvis Presley.

“El de lentejuelas de Las Vegas, pero sin patillas. Y canté los temas más tempranos de Elvis, todos estaban alucinados”, apunta.

Luego sigue: “Este paso por este número redondo de los 60 lo quiero marcar fuerte, quiero sentir que empieza un nuevo momento. Me siento cómodo en el hoy, siento que es un buen momento para mí, incluso con esto que estamos pasando. Es un buen momento para repensarnos como sociedad. Lo celebro pese a lo difícil que es: es un instante de cambio. Me quiero a mí mismo en un buen sentido, como persona humana, como parte de algo, no como un asunto ególatra. Me costó llegar hasta aquí, por muchas razones, sobre todo el aprender este desdoblamiento de lo público y lo íntimo”.

Hablando de los gatos, ¿qué es lo que siempre le llamó la atención de ellos?

Tuve gatos durante toda mi infancia, así que estoy habituado a que existan gatos en la casa. Son tremendamente compañeros. Tengo una que se llama Angelina, un angelito que nos curó el dolor por haber perdido otras gatitas. Otras que se murieron. A los gatos los pasé a entender un poco más, a pesar de lo incomprensible e independientes que son, hace un tiempo. A pesar de que mucha gente los ve como algo caprichoso, yo lo veo como una marcada independencia, ellos viven de la manera que quieren. Hay que aprender a amarlos.

“Los gatos reconocen las emociones de uno, lo saben, se dan cuenta cuando están tristes, se dan cuenta cuando estás feliz o se dan cuenta cuando estás enojado. Cuando acercarse y cuando uno. Y yo diría que esta última tanda de vivir por mi cuenta, los gatos han sido un disfrute absoluto, porque aprendí a compartir mi casa con ellos. Son almas que laten a la par con uno y te ayudan intensamente a vivir”.

Además de la música, ¿hay algo más de lo que se haya tomado para hacer más llevadero o encontrar respuestas a este encierro?

Sí, no sé si respuestas pero al menos una actitud positiva y de calma, que es muy importante. La meditación ha sido una herramienta valiosísima y también tener hábitos saludables, tratar de mantener horarios estables, tratar de hacer gimnasia todos los días, de cocinar rico y sano, de estar atentos a cómo está mi familia y mis amigos. Hablo periódicamente con ellos para conversar o compartir una comida, para que no se sienta tan fuerte la soledad. Para que la sensación de soledad no le ganara al sentirse acompañado y todo eso fue una enorme ayuda.

¿Cómo se lleva con la soledad?

Se podría decir que pertenezco a ese grupo de gente que se lleva bien con la soledad, porque no siento que la soledad sea necesariamente trágica. La soledad es dura cuando uno no está bien con uno mismo, ahí pesa. Pero cuando uno está en paz con uno mismo, la soledad no se convierte en una cosa pesada.

"Si bien esto que vivimos es distinto a irse a un retiro espiritual y poder decidir cuánto tiempo uno va a estar allí, la soledad es un espacio que yo disfruto, por supuesto con momentos de interacción social, desde luego, pero la soledad me sirve para muchas cosas, para componer, estudiar, pensar, idear, diseñar".

"Y para todas esas cosas es necesario tener un encuentro con uno mismo y tener el oído abierto con lo que pasa adentro. Hay gente que por naturaleza es más extrovertida, más de salir a la calle, y aunque a mí también me gusta salir a comer con amigos, no se puede hacer y lo haremos a través de una pantalla de celular o de una tablet. Creo que hay maneras de esquivar el lado oscuro de todo esto, aunque por supuesto que tiene aristas trágicas en muchos puntos".

¿Cómo ha visto la fuerza que ha tenido la música en estos días, pese a que ya no podemos verla en un escenario? Parece seguir teniendo capacidad de comunión.

Sin duda y creo que a todos nos quedó claro esto. Me pasó a mí también no solo al leer los comentarios generosos y amorosos durante cada una de los shows en vivo de los viernes. También por lo que me pasaba a mí, cómo me conectaba con algo vital, apasionado, que hace tanto bien como es el arte.

"Los conciertos que hice los viernes fueron todos con repertorios distintos, a veces combinando literatura y música. Y toda esa preparación a mí me ponía en sincronización con lo que más disfruto y lo que mi corazón más necesita. Y aparece el disfrute cuando el tiempo se diluye, las preocupaciones se van a otra parte. Era muy conmovedor ver cómo cuando leía algunos cuentos de Cortázar se creaba un clima como de tribu, como si estuviéramos leyendo reunidos junto al fuego, una cosa hermosamente primal. A mí me hizo revalidar este trabajo hermoso. Creo que el arte tiene una potencia que es parte de lo espiritual".

Es interesante esa imagen de la tribu en torno al fuego, porque así partieron los conciertos también.

Eso pasa en los conciertos con presencia física y lo notable es que eso se replica aunque haya en medio una pantalla. Sabemos que hay un diálogo, que es este tiempo presente y no otro. Está mediado por una tecnología pero es maravilloso. Yo nunca había usado tanto esta tecnología para los encuentros, los había usado para masterizar música, cosas del ámbito profesional, pero para el ámbito personal usaba el mail a modo de carta. Esta situación que vivimos hoy puso en una nueva perspectiva todo esto.

"Así como el email pasó a reemplazar a las cartas, la palabra cobró una nueva significación. El email recuperó la carta y esta situación está recuperando una mayor espontaneidad. De alguna manera siempre hay una tecnología al medio, desde el tipo de la tribu que hizo señales de humo a los que estaban en el cerro para invitarlos a escuchar los cuentos y decirles “vengan porque esto está buenísimo”.

Ahora, en muchos casos estamos viendo la intimidad de los músicos, sus casas. ¿Le gusta ese escenario que abrió esta nueva modalidad?

Es hermoso. A mí me pasa como televidente cuando veo documentales por ejemplo, y me pongo a ver qué libros leen. Es una manera de estar en su casa, hay gente que conoce el nombre de mis gatos, les mandan saludos. Es una manera muy realista de estar juntos. En este momento, esta conversación es absolutamente real, la tecnología aparece solo cuando lo pienso pero ahora no pienso que estás a 2 mil o 3 mil kilómetros de distancia

Siempre Revolver

Aznar casi siempre habla en presente y con su itinerario en dirección al futuro: este sábado 23 de mayo, a las 21.30 horas, dará un show “a la carta” vía streaming, con entradas que ya se pueden comprar en la página web tickethoy.live.

Ahí, cada persona podrá escoger los temas que desee; cinco días antes, el propio argentino elaborará la lista con los más votados. “Se han mencionado cerca de 150 temas”, afirma el ex Serú Girán.

Pero el encierro también le ha servido para mirar en retrospectiva. Dice que aún considera a David Lebón y Charly García –los otros sobrevivientes del cuarteto de La grasa de las capitales- sus “hermanos”, aunque no ha sabido de ellos en estas semanas de ostracismo.

Y a la hora de pensar en sus padres inspiradores, The Beatles, no lo duda: para él, el mejor álbum de los Fab Four es Revolver.

“Es el más revolucionario, donde de modo definitivo dejan atrás su primera etapa. Y además por algo emocional, porque fue el primer disco que yo pedí de regalo”, rememora.

Quizás, su arribo a las seis décadas de vida también lo ha hecho pensar en los amigos que partieron –desde Spinetta a Cerati- y en una fecha redonda y simbólica para cualquiera.

“Estoy en una momento de gran paz conmigo mismo. Hay que tener el corazón abierto para que eso ocurra. No es fácil, porque a veces tener el corazón abierto te expone de golpe, pero es la única manear de vivir una vida verdadera, intensa y profunda, y tener la suficiente transparencia para que tu vida dialogue con los demás. O sino te conviertes en una isla, y ser una isla es una forma de locura”.

“Pero, para llegar a esas conclusiones, son centenas de sesiones de sicoterapia y decenas de décadas de sufrimiento. Hay gente que ha pasado por toneladas de otras cosas y en muchos casos no logra llegar a esa paz y vive vidas muy tormentosas, y realmente no hace falta. Depende de cómo cada uno lleva los sentimientos”.

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