Hey, mujeres: el lado femenino de Corazones a 30 años de su estreno
El 20 de mayo de 1990 fue lanzado el disco de Los Prisioneros que no sólo mostró la otra cara de Jorge González, sino que también tuvo a lo femenino como eje, adelantándose en varias décadas a un tema que hoy es universal. “Fue revolucionario”, dice hoy el cantante.
Un álbum que mostró otra cara del rock chileno. Pero, sobre todo, que mostró otra cara de su principal autor: Jorge González concibió Corazones como un testimonio profundo y personal, y como una obra que lo distanciaba de su pasado inmediato, al hablar de amor, sensualidad, erotismo, de lo femenino y del desgarro que provoca una pasión no correspondida. Ya se habían acabado las letras de protesta y sensibilidad social.
La portada con su corazón sangrante –la misma que llegó a las tiendas el 20 de mayo de 1990, hace tres décadas- transformaba el dolor en canciones vivas, y las heridas en melodías pop y radiales.
“Fue revolucionario, defendí mi individualidad, aparece lo femenino. Claro, tuve madre y me crió. Me chupaba un huevo lo que pasara, tenía cosas que contar”, dice hoy Jorge González, apelando a ese otro matiz de lo que muchos consideran su primer título en solitario más que otro disco de Los Prisioneros: su acercamiento a la figura de la mujer como su nuevo eje creativo, lo que incluso derivó en manifiestos feministas cuando ese concepto escaseaba en la sociedad chilena, como sucedió en el hit Corazones Rojos, una de sus creaciones más trascendentes.
Por lo mismo, las mujeres fueron el gran telón de fondo del álbum. Y no sólo por la relación que sostuvo con la esposa de su ex compañero de grupo, Claudio Narea, por esos instantes ya fuera del conjunto. Otras protagonistas fueron el colectivo artístico Las Cleopatras, parte de la vida del músico durante el proceso de creación de las composiciones. Ellas estaban formadas por las actrices Jacqueline Fresard, Tahía Gómez, Patricia Rivadeneira y Cecilia Aguayo.
“Corazones se hizo en un tiempo en que la relación entre Jorge y nosotras era estrecha, había un mutuo enamoramiento de las personas, no en el sentido romántico, estábamos fascinados los unos con los otros y hacíamos cosas creativas. Jorge estaba abriéndose al mundo femenino. Los discos anteriores eran súper masculinos, nada que ver con la sensibilidad femenina”, dice Gómez.
Rivadeneira agrega: “Jorge era muy cercano. Primero por la Jacqueline (Fresard, quien fuera su primera esposa) y luego por su amistad con Cecilia. Por eso fue natural trabajar con él. Los Prisioneros estaban con tiempo y Jorge era una persona que siempre trabajaba. Hizo una composición para Las Cleopatras llamada ‘El rostro de los dioses’. A partir de esa canción surgieron otras, grabamos demos con la idea de hacer un disco. Jorge estrechó sus lazos profesionales con Cecilia para invitarla a ser parte de Los Prisioneros”.
“En esa época éramos íntimos amigos, nos contábamos todo y buscábamos casa para vivir juntos”, recuerda hoy Aguayo. “Yo trabajaba de médico por las mañanas y estaba medio triste. En ese contexto él me cita al Parque O’Higgins y me dice ‘¿quieres tocar teclado conmigo y Miguel en la banda?’. Respiré profundo y le respondí que sí. No me cabía la menor duda. Nos miramos entusiasmados con el nuevo gran proyecto”.
Búscate un trabajo, estudia algo
La incorporación de Cecilia Aguayo a la banda para tocar al teclado los temas de Corazones en una gira fue un momento de orgullo también para sus compañeras. Así lo recuerda Rivadeneira: “Que ella estuviera ahí era magnífico, divertido, lindo que hubiera una mujer. Era un cambio súper fuerte en una banda tan masculina, desde el nombre, Los Prisioneros. Era fantástico, emocionante ver a la Cecilia buscando su voz en ese espacio. Difícil, un desafío también para ella”.
Tahía Gómez también compartió la misma alegría: “Era una declaración de libertad, integrar a las mujeres con toda la dignidad que se merecen, dándole ese lugar a la Cecilia. Fue una forma de honrar su vínculo con las mujeres, sanó su relación con el género a través de incorporar una mujer a Los Prisioneros. A ese nivel de sensibilidad llegó él y fue súper prolífico, tuvieron giras maravillosas”.
Treinta años después, Jorge González también considera un hito rupturista el arribo de Aguayo a una agrupación donde antes sólo había hombres. “Era pianista y piola, es una crack. Me pareció lo más fuerte poner a una mujer al frente, por el alto pelotudismo machista del mundo. Además, Cecilia es mi súper amiga hasta hoy”.
Para la aludida, también era una misión cuesta arriba reemplazar a Narea, uno de los fundadores del trío. “Que fuera mujer fue relevante, era difícil reemplazar a Claudio por otro músico así nomás. Les pareció atractiva la nueva formación con una mujer. No era un reemplazo, era una expansión. Jorge ya me conocía sobre el escenario en mi trabajo con Las Cleopatras y de lo que era capaz en los teclados, sabía lo que buscaba de mi. Yo venía de la represión de la dictadura, entonces, tenía una necesidad de explorar la libertad y la expresión general. Sobre esto construía mi performance, pero intuitiva y espontáneamente. En las partes que no tocaba, no podía estar inmóvil o sin comunicar, seguramente venía de mi pasado como bailarina y del performático, donde uno no deja momentos off si estás en el escenario”.
Espaldas débiles de mujer
Con respecto a Corazones rojos, Jorge González protestaba contra el machismo con un grito machista, en un mundo machista, en un país que vivía sus primeros meses en democracia y donde el patriarcado gozaba de su reinado en plenitud. “La canción surge de estar con Las Cleopatras, del hip hop, de lo que vi como algo natural desde muy niño. Era la figura de un hijo de perra... yo, los hombres... me enorgullece esa canción en especial, porque me muestra y nos muestra”.
“Corazones Rojos” es el feminismo hecho canción 30 años antes de que las marchas feministas se posicionaran como parte habitual de la coyuntura. Originalmente fue compuesta para Las Cleopatras. Tahía Gómez recuerda cómo partió todo: “Necesitábamos establecer un himno de independencia femenina, Jorge razonó mucho eso y creó el tema, respondió a esa necesidad”. Rivadeneira rememora cómo reaccionaba el público cuando presentaban la canción incluyendo una performance: “La gente no sabía que Jorge componía algunas de las canciones. Pese a la dureza del texto, ‘Corazones rojos’ no schockeaba a nuestro público, trabajábamos con la ironía y la canción se insertaba en esa dinámica. Nuestro público entendía que era para denunciar el machismo”.
Mejor, compremos chocolates
Pese al dolor que propició la creación del disco Corazones, es ineludible y genuina la sensación de enamoramiento con el álbum. Es hasta hoy el trabajo más popular a nivel de ventas de Los Prisioneros, el que más suena en todo el continente y el que tiene algunos de los temas más queridos por su líder, como Tren al sur.
Cecilia Aguayo: “Corazones es un disco magnífico, todas sus canciones son buenas, no hay canciones de relleno. No por nada ha sido el más exitoso de Los Prisioneros, dentro y fuera de Chile. Hace poco fui de viaje a Cuzco y la primera canción que escuché allá fue Amiga Mía en una tienda de souvenirs. Y no fue la única vez en ese viaje. Siento mucho cariño por esa experiencia, y una complicidad con Jorge y Miguel”.
Tahía Gómez: “Lo siento personal, tan inspirador. Significa algo profundo, tiene un poco de mi identidad, es súper fuerte escucharlo, pero lo amo. Él era un volcán de emociones, no era un guerrillero, tenía un discurso político súper poderoso por una parte, pero él es un romántico tremendo con un nivel de emociones intensas para amar, para buscar y vivirse el amor. Esa parte de Jorge se ve claramente en Corazones, tiene mezclado el amor con la creación”.
Patricia Rivadeneira: “Es mi disco favorito, o uno de los favoritos... es tan romántico. Tiene ese romanticismo extremo, desgarro amoroso, tan del mundo femenino. Eso ya existía en el mundo de los cantantes hombres del mundo de la canción romántica, no tanto en el rock. Este disco fue como decir ‘los hombres del rock también lloran’. Corazones es un disco emblemático que marcó un momento importante para nosotros”.
Pero Jorge tampoco olvida el otro telón de fondo de Corazones: los problemas sentimentales de esos años y el triángulo amoroso que precipitó el quiebre en la formación clásica de Los Prisioneros. “El disco es para una mujer, la mujer de ‘Fe’. Ese primer álbum solista es la continuación de Corazones. Por ese atado perdí la banda, pero conocí el cielo, valió la pena. Mis discos son cartas abiertas. Cuando lo hice estaba muy enamorado del género femenino”.
“Jorge estaba enamorado, pero también lo estaba de nosotras, cada una aspectaba algo de él súper poderoso, se nutrió un montón de eso para vivir ese romance tremendo que tenía, fue súper doloroso, bien dramático” , recuerda Gómez.
Cecilia Aguayo agrega: “La temática se hizo más universal aún, el romance, el amor y su tragedia. Podría parecer un poco contradictorio con la imagen que se tenía del grupo, pero no, yo decía que las letras eran tan atrevidas como antes, pero para hablar de amor”.
Para el cierre, González guarda una síntesis de su obra cumbre: “Las canciones te ponen en un estado especial, pueden ser espejos...yo he tenido estrechez de corazón. En esa época estaba decaído, sufriendo de amor perdido, ahora agradezco conocer el amor, sufrirlo y gozarlo. Esa fragilidad se hizo música. Creo en mi debilidad, desconfío de mi fuerza. Es lindo mostrarse impotente al destino y que salgan canciones. Esas canciones muestran otro macho que me encantó encarnar. EMI me hizo un gran contrato por cuatro discos, al segundo renuncié, no podía ser Luis Miguel o Chayanne, el macho mentiroso, rechacé la plata y la fama. En ese momento no entendía, éxito y pena, me lo lloré todo. Pero pasó y creo que aprendí a querer y reconozco el amor”.
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