EE.UU. vuelve a los shows y Chile alista fórmulas para la música en vivo

Shows Arkansas
Los asistentes al show de Arkansas se sentaron en grupos separados por 3 metros.

El cantante country Travis McCready se presentó en Arkansas ante 229 asistentes con mascarillas y separados por varios metros. A nivel local se avanza en los autoconciertos y festivales sin público.


La revolución tuvo lugar en un antiguo templo masón de Forth Smith, en el conservador y evangélico estado de Arkansas. Hasta el recinto, rebautizado como TempleLive, llegaron esta semana más de 200 personas para presenciar el primer concierto que se ha realizado en ese país en los últimos dos meses, desde que el gobierno local comenzó a impulsar una serie de medidas restrictivas frente a la pandemia del coronavirus y orientadas a la política del “quédate en casa”.

Luego de que el propio gobernador de Arkansas quitara el permiso al evento -lo que obligó a suspender la fecha original pactada para el 15 de mayo- y aprovechándose de la normativa de dicho estado, que permite que las iglesias permanezcan abiertas en medio de la pandemia, la noche del lunes se realizó finalmente el polémico recital de Travis McCready, músico local de country y blues y vocalista del conjunto Bishop Gunn.

Y aunque según los reportes del público y de la prensa presente en el show éste se desarrolló sin mayores contratiempos, estuvo lejos de ser un concierto normal. Que la velada haya comenzado con Fight for your right (to party) de los Beastie Boys sonando por los altoparlantes, como una suerte de arenga de los organizadores a defender el derecho a la juerga y el esparcimiento en medio de la pandemia, dio a entender de entrada que en el evento, además de una parte del futuro de la industria de la música, se jugaban también los derechos civiles de un puñado de personas que clama al gobierno de Trump por mayor libertad.

“Están haciendo historia!”, exclamó McCready al inicio de su espectáculo, frente a una audiencia de 229 personas para un teatro con capacidad para 1.100 asistentes. Reducir el aforo del recinto fue una de las primeras medidas de los productores, como parte de una serie de restricciones especiales que obligaron al público a sentarse en grupos pequeños o parejas, tomarse la temperatura al ingresar al recinto y usar mascarilla en todo momento, además de mantener una distancia de 3.5 metros con el resto.

“En la superficie, el concierto tuvo todas las características de un típico show de rock & roll. Las luces del escenario dan el ambiente, el público aplaudió y algunos incluso bailaron en sus asientos”, detalla el sitio de Rolling Stone en su crónica del evento. “Pero cuando los reflectores iluminaron un teatro casi vacío de 1.100 asientos durante el set de McCready, la realidad de la situación fue clara: el primer recital con distancia social en Estados Unidos se sintió más como un ensayo general que como una experiencia típica de concierto”.

Iniciativas en Chile

Lo ocurrido en Arkansas es visto de cerca por algunos productores chilenos. Y aunque por ahora no hay planes concretos de implementar los shows con distancia social, sí se estudia reducir la capacidad de algunos recintos y fórmulas como los “autoconciertos”, ocupando la lógica del autocine.

“Lo que nosotros vemos es que antes de llegar a lo que pasó en Arkansas vamos a pasar primero por una etapa de ‘drive-in’ y después de eso vamos a empezar a hacer conciertos con capacidad reducida, con 30 o 25 por ciento menos y así ir subiendo hasta que volvamos a la normalidad, estimo que en un año más”, dice Daniel Merino de Bizarro, productora detrás de diversos espectáculos en vivo del país y de eventos masivos como el Festival de Viña.

La compañía es una de las que tiene algunos de los hitos más próximos en la cartelera chilena que todavía siguen en pie, como el concierto de Aleste en el Teatro Teletón y las fechas pendientes del violinista holandés André Rieu en el Movistar Arena, ambas en agosto. Y aunque Merino subraya que “la salud es la primera prioridad” y que “si hay que botar todo para 2021 lo vamos a hacer”, no descarta ir probando nuevas fórmulas para sacar adelante eventos confirmados para el segundo semestre, en base a lo que dicte la autoridad sanitaria del país.

“Lo único que estamos haciendo ahora es trabajar en un protocolo de autorregulación para establecer un camino interno que nos diga cómo avanzar. Y una vez que pase el peak, entre junio y julio creemos, tomaremos decisiones. Vamos reprogramando a medida que vamos llegando a las fechas”, explica el productor.

Por otro lado, ya hay al menos un par de recintos que evalúan estrenar en el país el formato autoconcierto, una alternativa que surgió en Europa y que ha tenido réplicas en varios países, donde los asistentes presencian un recital frente al escenario pero sin bajarse de sus autos, sintonizando el audio desde una frecuencia radial.

Además de una cadena de casinos nacional, los administradores del Movistar Arena también evalúan la idea, como una manera de solventar el semestre y apoyar a los músicos nacionales, los únicos que por ahora podrían participar de esta iniciativa. “Estamos trabajando en ese proyecto, lo hemos conversado preliminarmente con varias autoridades. La principal duda por ahora es la cantidad de usuarios versus el costo del evento”, explican desde el recinto.

En paralelo, este mes ha tomado más fuerza la segunda oleada de conciertos por streaming, cada vez más cercanos a la experiencia “en vivo”. Es el caso del festival Stgo Music, ciclo de conciertos que diversos grupos harán desde junio en el club Amanda, por streaming pero desde un escenario y en formato banda. Una idea que el 8 de mayo estrenó el grupo Prófugos, tributo local a Soda Stereo, con un show gratuito por Zoom desde una parcela en Talagante. “Instalamos luces, pantallas, como un show en vivo de verdad, no como los que se arman en casa, pero con poco personal, distancia y medidas sanitarias”, cuenta su vocalista, Felipe Reyes.

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