Un cambio mayúsculo en la vida de todos en las últimas semanas. Esa frase, apropiada para gran parte del planeta en días de pandemia, resulta estrecha para Camila Moreno. La cantautora ya cuenta más de un año a bordo de uno de sus giros artísticos y personales más profundos.
Luego de un anunciado receso, en diciembre pasado retornó con “Quememos el reino”, una canción inspirada en las marchas del Día de la Mujer de marzo de 2019, pero que -por su título, su letra y su video- resultó algo profética en torno al estallido ciudadano del 18 de octubre. En marzo pasado fue el turno para “Es real", tema de naturaleza sintética, urbana y bailable que no sólo supone una brusca reinvención creativa para una figura nacida en la canción pop rock, sino que también una elocuente liberación sexual y de género, plasmada a través de un videoclip bajo contornos futuristas.
“Fue una historia súper bonita que viví y que finalmente se transformó en esta historia ficcionada donde se presentan estos dos personajes: X, que es mi personaje, y M, que es la actriz Paloma Hoyos. Estas dos chicas se enamoran en este universo un poco distópico queer donde yo también entro en otras realidades”, cuenta la artista, invitada hace algunos días al espacio Sesiones íntimas de Culto que se emite a través de las plataformas digitales de La Tercera.
Luego profundiza: “Esta historia tiene que ver con la apertura hacia una sexualidad más expansiva, hacia una sexualidad queer, pansexual, como lo quieras llamar, y es un descubrimiento del goce. Es un descubrimiento del lesbianismo. También yo venía desarrollando este imaginario que tenía que ver con la distopía criolla, que es algo que vamos a ir presentando. Esta historia de X y M va a continuar durante el año y va a seguir con las canciones, como quien está viendo una miniserie o una película. Está inspirada en esta liberación que yo viví, que también tiene que ver con la música, con el desprejuicio, con la entrega, con el arrojo. Hay mucha reflexión con respecto a la identidad de género. En ese sentido, me parece súper político estar hablando de esto”.
-Como mujer, ¿cuál fue su mayor cuestionamiento de género?
-El proceso tenía que ver con la heteronorma, donde todos hemos sido criados, que finalmente responde a algo muy restrictivo. Nos enseñaron que el amor existe entre un hombre y una mujer, y todas las películas son así, todos los imaginarios son así, y siempre los hombres y las mujeres blancas heterosexuales son las que tienen finales felices en las películas. También pensé en lo que significa el género, qué es ser mujer, qué es ser hombre. Empecé a leer muchas cosas relacionadas, como Judith Butler, cosas que hablaban sobre la reflexión en torno al género y que, finalmente, es una construcción cultural. Yo ya venía hablando de eso en Mala madre: “¿qué es lo femenino?, ¿qué es lo no femenino?”. Básicamente el rol de la mujer: “la buena madre, la dueña de casa, la que quiere tener una pareja heterosexual”. Entonces, todo eso a mí se me desmoronó y se me deconstruyó.
-Usted es madre. ¿Cómo ese cuestionamiento apuntó a ese rol al que muchas veces se le asignan una serie de reglas y expectativas?
-En Chile y en el mundo hay una cosa con respecto a la buena madre y a la maternidad, que es como algo prístino y donde tú estás cien por ciento a gusto con tu bebé y entregada a este proceso, casi como que estás en una nube. Yo la maternidad encuentro que es súper cruda, súper ruda. Tiene poco de esa pristinidad infantil que le han puesto, media pacata, como una Virgen María con su bebé. Me parece terrible verlo así.
“Me pasó investigando a mujeres que para mí son muy ídolas: Violeta Parra, Gabriela Mistral, Cecilia Vicuña, Stella Díaz Varín. Todas tenían un rollo muy fuerte con la maternidad, ya sea porque no fueron madres o porque eran tildadas de malas madres. Entonces, ahí tienes una comparación súper fuerte con Violeta Parra, donde todo el mundo quiere ahondar en la vida privada de ella y en cómo era como madre. En Víctor Jara no hay una discusión en torno a eso. Así ocurre con los hombres, se les respeta por su obra y su vida privada no es necesario saberla. Es injusto y mi sensación es que estas malas madres, que son grandes artistas, vivieron las marginalidades de la sociedad por ser lesbianas, por querer estar ligadas más al trabajo que necesariamente a la familia, y son mujeres que me han inspirados mucho y que terminaron solas, suicidadas u olvidadas”.
Como parte de este mismo proceso, Moreno seguirá en estos días haciendo foco su obra del último tiempo. Por ejemplo, hoy estrena en Youtube un microdocumental de la grabación del video de Quememos el reino, realizado en plenas marchas del año pasado. Además, alista nuevo material, en la línea de sus últimos lanzamientos, incluso con colaboraciones de artistas foráneos.
La realizadora Gowosa, directora del registro, completa: “A pesar de que el escenario futuro es incierto, vamos a seguir sacando material, queremos profundizar en la historia que estamos contando. Esta cuarentena nos ha hecho replantearnos la forma de hacer nuestro contenido y eso es muy desafiante. Quisimos lanzar este microdocumental porque sentimos que hubo un despertar estas últimas semanas de lo que de venía discutiendo desde octubre en Chile, para poder recordar que no hemos cesado la lucha social”.
Ve aquí el microdocumental en torno al video de Quememos el reino: