Jimmy Cobb lo recuerda al final del prólogo que escribió para Miles Davis y Kind of blue: la creación de una obra maestra (Alba, 2002), del periodista musical Ashley Kahn: es el único músico viviente que grabó Kind of blue en el 30th Street Studio de Nueva York en dos sesiones durante la primavera de 1959.
En aquella iglesia refaccionada como estudio por Columbia Records, se registraron durante una primera sesión el día 2 de marzo la cara A del disco, los temas “So what”, “Freddie freeloader” y “Blue in green”, mientras que el 22 de abril se completaron “Flamenco sketches” y “All blues”, las pistas del lado B.
Jimmy Cobb fue el primero en llegar a la sesión para montar su instrumento, donde ocurriría la magia de la mano de un parnaso de músicos notables: Bill Evans, Wynton Kelly, Paul Chambers, John Coltrane, Cannonball Adderley y Miles Davis.
“Aquel día de primavera de 1959, recuerdo que me levanté por la mañana con una cierta excitación: tenía una sesión de grabación con Miles Davis; me vestí y preparé el instrumento. Fui al estudio de Columbia de la calle 30, entré la batería y la monté. Esperé a los compañeros, que fueron llegando, expectante por lo que íbamos a hacer”, escribe el músico.
"Siempre me gustó aquella iglesia —continúa—, tenía una acústica fabulosa. Empezamos a mirar algunos temas y, cuando nos metimos en ello, la cosa sonaba de maravilla, con una suavidad total. Sin hacer ningún esfuerzo, sin tensiones, muy relajados. El grupo sonó compacto en todo momento. ¿Cómo iba a sonar mal con los músicos que había? Al piano, Bill Evans y Wynton Kelly. Paul Chambers, el mejor contrabajista de entre los jóvenes en aquellos tiempos, y John Coltrane y Cannonball Adderley.
Al escuchar las pistas que iban grabando empecé a pensar en lo bien que tocaban, en el origen de su sonido, su técnica y sus ideas. Cuando pienso en Bill pienso en alguien que fue obligado por su madre a tocar toda su vida, que fue a varias escuelas de música y conservatorios, que tocó mucha música clásica, pero que no encontró su propio estilo hasta que se estableció por su cuenta. Y Wynton, que amaba a Errol Garner por su manera de tocar, de sentir las cosas, y por su manera de ‘sinwgar’ (a veces Garner sonaba como dos pianistas a la vez). El espíritu y el sabor de Wynton provenían de sus raíces antillanas. Paul, cómo no, procedía de la escuela de Jimmy Blanton y Oscar Pettiford: se notaba en su manera de tocar. Cannonball, y eso lo puedo asegurar, era resultado de Benny Carter, Charlie Parker, tal vez un poco de Earl Bostic en lo que se refiere a técnica, y Johnny Hodges en cuanto al sonido. Las referencias de Coltrane eran Ron Byas, Coleman Hawkins, Lester Young, y en su última etapa, Sonny Rollins, y algo aprendió, también, de Earl Bostic. Miles venía de… bueno, todos los trompetistas proceden de Louis Armstrong. Siempre quiso tocar como Dizzy. Escuchaba a Howard McGhee y a veces también a Harry “Sweets” Edison. Miles vivía con Clark Terry. Estoy seguro que aprendió mucho con él, y lo admiró durante toda su vida. Yo crecí escuchando la orquesta de Billy Eckstein con Art Blakey; también escuchaba Gene Krupa, Buddy Rich, Shadow Wilson, Max Roach y Philly Joe Jones. Para improvisar como lo hacían habían tenido que aprender de los gigantes del jazz. En la grabación de Kind of blue se puede sentir el espíritu de todos estos músicos", sintetiza el baterista.
Jimmy Cobb explica que Kind of blue "fue también un tipo de música distinta de la que Miles había tocado hasta entonces. Era el principio de lo 'modal'. Creo que todos los músicos, en el mundo del jazz, se fijaron en las innovaciones de Miles Davis para ver hacia dónde se dirigía el jazz. The birth of the Cool fue el primer cambio importante desde Parker y Gillespie. Supuso el inicio de una nueva tendencia en la música; una tendencia que, en mi opinión, se había fraguado con el tipo de orquestación que concibió Gil Evans para la banda de Claude Thornhill en los años cuarenta. La instrumentación de The birth of the Cool estaba directamente relacionada con aquel sonido, como lo estuvo sin duda alguna Kind of blue, y la colaboración decisiva posterior de Gil Evans con Miles Davis".
Al cierre del prólogo del libro de Ashley Kahn, el músico asegura: “No llegamos a concebir en ningún momento que Kind of blue pudiera llegar a convertirse en lo que es: uno de los álbumes más famosos de la historia del jazz. Cuesta creerlo… y aún me cuesta más creer que soy el único que queda para contarlo. Me hubiera gustado que algunos de ellos estuvieran todavía entre nosotros para dar su opinión. Pero no es así. Me ha tocado hacerlo a mí. ¡Viva Miles Davis! ¡Viva Kind of blue! Estoy muy orgulloso de formar parte de esta obra”.