Donald Trump aparece en televisión exigiendo que se reponga la pena de muerte en Nueva York y paga 85 mil dólares en anuncios por la prensa con el mismo mensaje producto de un brutal ataque registrado en Central Park. Son otros tiempos en la Gran Manzana. Hace 30 años visitar la urbe no tenía los ribetes turísticos de hoy, sitio sórdido y peligroso, el clima social reinante en la ciudad más famosa de la Tierra hasta que el alcalde Rudolph Giuliani puso orden. Pero en 1989 Nueva York hacía noticia por incidentes como el brutal ataque sufrido la noche del 19 de abril por Trisha Meili, una ejecutiva de 28 años de Wall Street que se dirigió hasta el céntrico parque a practicar running.
Su visita coincidió con una asonada de adolescentes entre afroamericanos y latinos provenientes de Harlem que invadió la zona norte de esa gigantesca área verde de Manhattan con actos vandálicos y ataques a transeúntes que dejaron dos personas inconscientes. A la una de la madrugada Trisha fue encontrada moribunda en medio de unos arbustos, golpeada y violada salvajemente. Perdió casi el 80% de la sangre, sufrió múltiples fracturas -varias de ellas faciales- y daño cerebral. Recibió la extremaunción. Finalmente sobrevivió tras 12 días en coma.
Esa misma noche una mujer de color también fue atacada sexualmente en una azotea por dos tipos que luego la arrojaron al vacío. Aunque sobrevivió, para el alcalde de Nueva York, Ed Koch, el vejamen y golpiza a Trisha, una mujer blanca con altas calificaciones universitarias y posgrados, era "el crimen del siglo".
La policía detuvo a una treintena de jóvenes mientras la fiscal a cargo Linda Fairstein dedujo rápidamente que los responsables del ataque -así, en plural-, pertenecían al grupo de revoltosos que había provocado desmanes y golpizas. Con la misma celeridad la policía estableció que cuatro afroamericanos y un latino, todos de origen humilde y sin conocerse entre sí, habían cometido el ataque sexual que casi acaba con la vida de Trisha. Antron McCray, Kevin Richardson, Yusef Salaam, Raymond Santana y Korey Wise. Los cuatro primeros acabaron en correccionales por ser menores de edad mientras Wise, de 16, fue a dar a la cárcel. Los chicos cumplieron penas entre 6 y 13 años.
Los cinco de Central Park
Korey Wise sacó la peor parte de esta historia. Su condena fue la más larga sufriendo los peores abusos por cumplir el tiempo de presidio con adultos, y fue él quien contactó a la directora Ava DuVernay (46) vía Twitter tras ver su film Selma (2016) sobre una marcha organizada en 1965 por Martin Luther King.
Punto aparte para Ava, la realizadora afroamericana más relevante de la década. Iniciada en el periodismo cubriendo el caso de OJ Simpson, derivó a las relaciones públicas en la industria de los espectáculos y de ahí formó una agencia. Más tarde hizo documentales, siguió con cortos y videoclips hasta estrenar el largometraje I will follow (2011) catalogado por el legendario crítico Roger Ebert como "una de las mejores películas que he visto acerca de aceptar la muerte de un ser querido".
When they see us, su título en inglés, consta de cuatro capítulos asumidos como el relato de las víctimas donde se detalla el accionar de la fiscalía que desde el primer minuto no barajó ninguna otra opción que no fuera la culpabilidad de los muchachos a pesar de que la propia instancia sabía que los testimonios de los jóvenes, obtenidos sin respetar sus derechos básicos por la policía -no se les permitió la compañía de adultos y fueron interrogados sin derecho a comida y descanso-, dejaban en claro que no tenían vínculo alguno y que presionados entre gritos, golpes y los clásicos roles del policía bueno/policía malo ni siquiera sabían dónde se había producido el ataque.
La dirección de DuVernay impone matices que convierten a la miniserie en uno de los mejores estrenos del año de Netflix, sino el mejor. Detalles en las cámaras, los encuadres y la edición que superan el promedio y las maneras habituales. El relato está urdido de tal manera que no se hace necesario el mensaje explícito en pantalla que indica el paso del tiempo. Con fluidez y elegancia se comprende sin obviedades el correr de los años.
Otro detalle es la elección del elenco en una acertada combinación de novatos y algunos actores reconocidos entre los que destaca Jharrel Jerome (21), que obtuvo notoriedad por la cinta ganadora del Oscar Moonlight (2016). Jerome asume el papel de Korey Wise, a quien hoy describe como su "hermano", cuyo caso es el que mejor resume la arbitrariedad del sistema. Wise se involucró en la investigación porque acompañó a uno de los acusados a la policía como un gesto de amistad y solidaridad para terminar detenido, acusado y condenado en una prisión adulta por su edad.
Como si se tratara de una seguidilla de clichés dolorosamente reales, el chico vivió un verdadero infierno golpeado y abusado por reclusos, chantajeado por guardias y sometido a largos periodos de aislamiento. La paradoja es que uno de tantos incidentes sufridos, la verdad del caso salió a la luz y se pudo hacer justicia.
Así nos ven también retrata con crudeza cómo las posibilidades de reinserción tras la libertad para acusados de delitos graves es casi nula en la práctica, y la manera en que esas cortapisas legales y sociales empujan a los ex reclusos sin apoyos ni la fuerza emocional suficiente a buscarse la vida al margen de la ley.
A pesar del vuelco espectacular del caso, hasta el día de hoy la fiscal Linda Fairstein que urdió las acusaciones con la complicidad de la policía de Nueva York, insiste en la culpabilidad de los involucrados. Fairstein, que ha hecho carrera además como novelista policial, se opuso tenazmente a la millonaria compensación económica que la ciudad pagó a las víctimas (y aún resta otro juicio indemnizatorio). Con el estreno de la serie se vio en la obligación de cerrar sus cuentas en redes sociales agobiada por el trolleo porque aún sostiene que "los cinco de Central Park" como los rotuló la prensa, son los culpables de un crimen que no cometieron.
When they see us está disponible en Netflix.