Columna de Daniela Lagos: Fuerza Espacial: ¿Dónde está el piloto?

Steve Carell
Steve Carell en la serie.

La serie trata de presentarlo todo y se queda corta, los capítulos se sienten livianos de chistes y, peor, sin muchos buenos chistes. Una gran apuesta que va sin mucho rumbo y que, tras grandes publicidades y anuncios, termina siendo una decepción.


En diciembre, Estados Unidos fundó oficialmente, a pedido de Donald Trump, sus Fuerzas Espaciales, una nueva rama de las Fuerzas Armadas dedicada a velar por los intereses del país en el espacio. Listos para combatir fuera de la Tierra. Y sí, la idea suena tan descabellada, tan ridícula y tan innecesaria, que fue el punto de partida para una serie.

Greg Daniels y Steve Carell fueron los que pensaron en convertir esta idea en una comedia, la que llegó el viernes a Netflix entre altísimas expectativas, en gran parte por esos dos nombres: Daniels ha sido guionista y productor de comedias como Los Simpson y Parks and Recreation, y su mayor crédito es haber estado detrás de la adaptación estadounidense de The office, que vivió sus épocas de mayor gloria cuando Carell era su protagonista. Y para sumarle talento, otros de sus protagonistas son John Malkovich y Lisa Kudrow.

En esta nueva comedia, de 10 episodios, Carell interpreta a Mark Naird, un general recién ascendido y puesto a cargo de la nueva rama de las Fuerzas Armadas, que suena como un chiste para todos. El problema, en pantalla, es que no es un gran chiste.

Fuerza espacial es una comedia que se mueve por distintos territorios, en una mezcla que no termina de cerrar del todo bien, porque a ratos se muestra como una trama de personajes inútiles con demasiado poder, a veces se pasa al lado más incorrecto con festivales de insultos tipo Veep, pero también se reserva momentos para la emotividad y otros casi épicos, de esos para empezar un aplauso lento. El problema es que cuando han presentado a un personaje como un pelmazo capaz de hacer despegar un cohete con un pie por equivocación, es difícil conectar cuando se lo ve dando un emocionante discurso que parece no tener nada de comedia.

Pero la serie tiene su mayor problema en los chistes: no son suficientes ni lo suficientemente graciosos. Cuando una serie habla sobre un programa militar innecesario y tiene entre sus personajes un espía ruso con poca capacidad de disimulo, claramente lo que se espera son sobre todos risas, mucho más que grandes emociones o revelaciones profundas.

Fuerza espacial trata de presentarlo todo y se queda corta, los capítulos se sienten livianos de chistes y, peor, sin muchos buenos chistes. Una gran apuesta que va sin mucho rumbo y que, tras grandes publicidades y anuncios, termina siendo una decepción.

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