“Definitivamente”, dice al teléfono Lisa Bryant. Segundos después lo repite, subrayando que Jeffrey Epstein, antes que fuese detenido en julio de 2019 y se suicidara en extrañas circunstancias un mes después, “estaba al tanto” del documental que llevaban realizando durante los últimos ocho meses: Jeffrey Epstein: Filthy rich (Asquerosamente rico), centrado en quien, en entrevista con Culto, define como “un maestro manipulador capaz de salirse con la suya toda su vida”.
Poderoso hombre de negocios con una fortuna de dudoso origen, Epstein es señalado como un depredador sexual de menores de edad por decenas de testimonios de mujeres. A su mansión en Palm Beach, Florida, llegaban adolescentes a las que las habría atraído con la excusa de un pago por masajes y luego abusado de ellas. Si bien la primera investigación la lideró en 2005 la policía de esa ciudad y agrupó al menos una treintena de testimonios, la fiscalía del estado presentó un cargo de prostitución en vez de cargos por sexo ilegal con menores, frustrando a los policías y las víctimas, como indica el segundo episodio de la serie disponible en Netflix, luego enfocada en la llamada “Isla de la pedofilia” del magnate.
Un caso que, apenas comenzó a documentarse, a Bryant le pareció estaba cruzado por el poder y el dinero. “No podía creer cómo durante tantos años el silencio y la complicidad simplemente permitieran que su mal comportamiento continuara. Sentí que era una historia importante que necesitaba ser contada absolutamente. Cuanto más aprendí sobre ello, más complejo se volvía. Su red creció y creció, así como el alcance y la escala de la misma. Honestamente, es asombroso”. Más desafiante se volvió, cuenta, una vez que la trama estalló el año pasado, cuando Epstein fue detenido por abuso y tráfico sexual de menores en Nueva York y Florida; no muchos meses antes que comenzara el juicio contra Harvey Weinstein, otro hombre poderoso y rodeado de denuncias, hoy condenado a 23 años de cárcel por agresión sexual y violación (junto a Epstein en fotos en la serie, al igual que Donald Trump).
“Teníamos muchas entrevistas realizadas. De pronto, la historia que había permanecido oculta durante tantos años, ahora era una historia mundial, y cientos de medios de todo el mundo estaban fascinados y vinieron a Nueva York. Nuestro trabajo para lograr que la gente hablara ya era difícil, porque nadie quería asociarse con Jeffrey Epstein. Le temían cuando estaba vivo y ahora cuando estaba tras las rejas todo el mundo intentaba obtener entrevistas”, señala la cineasta, en el proceso junto a Joe Berlinger, productor ejecutivo y director del documental de Netflix sobre Ted Bundy, con quien ya había colaborado en la serie Gone: The forgotten women of Ohio.
-¿Qué tan difícil fue convencer a las sobrevivientes?
-Realmente ellas condujeron la narración. Queríamos que estuvieran cómodas y seguras, eso es lo más importante. Sí, fue difícil y tomó tiempo, pero se trataba de generar confianza en una relación. Cuando se sentían cómodas, lo hacían. O no. No las forzamos ni nada de eso. Es solo cuestión de que sentían que era el momento. El movimiento MeToo ciertamente ayudó.
-¿Hubo algunas presiones para detener el documental? ¿Epstein sabía de este proyecto ante de ser arrestado?
-Él estaba al tanto de lo que estaba pasando, definitivamente. Toqué su puerta un par de veces en Palm Beach. Hablé con el gerente de su casa un par de veces, cuando sabíamos que estaba en Florida. Queríamos preguntarle si daría una entrevista, pero el gerente siempre decía que no estaba. Definitivamente estaba al tanto, (pero) en verdad no sentimos que él estuviera intentando evitar que avanzáramos. Sin embargo, tomamos precauciones antes de comenzar el proyecto, porque él estaba vivo y queríamos asegurarnos de que no pudieran hackear nuestros computadores. Pusimos todo lo relacionado con el programa en una caja fuerte en una habitación cerrada con llave, era una sala de seguridad especial, en Radical Media. Teníamos todo respaldado y nadie más en nuestro edificio tenía acceso. Había cámaras allí para asegurarnos de que todo nuestro personal se encargara y nadie pudiera romper o hackear nuestro servicio.
-¿Cómo cree que esta historia mezcla el abuso infantil, a un hombre poderoso y la impunidad?
-Espero que demostremos cómo el sistema está roto, que la justicia equitativa debiera ser la norma y no la excepción. Definitivamente fue la excepción en este caso. Los casos de agresión sexual de todo tipo necesitan ser tratados con respeto, son delitos y deben ser tomados en serio. Creo que el espectador que no sabe mucho sobre esta historia es probable que se enoje más y más en cada episodio, porque el alcance se hace más grande y más indignante, y luego está el tráfico internacional, es una red completa de gente. Debería ser un llamado a la acción, en todo el mundo podrían estar sucediendo cosas como esta. El tráfico sexual es grande en todos los países. Sucede justo en las narices de las personas, y espero que el conocimiento y la exposición de estos sujetos ayuden en todos los lugares a ver que esto no está bien.
-¿Es posible comparar el caso Epstein con el de Harvey Weinstein?
-Creo que ambos son horrendos, cometieron delitos horrendos. Personalmente creo que los crímenes de Epstein son mucho peores, en su mayoría menores, al principio, y niñas. Creo que Epstein es peor porque su alcance y escala es mayor, y probablemente por más tiempo. El abuso fue peor. Pero sí, ciertamente hay similitudes, dos hombres ricos y poderosos que logran ocultar sus crímenes durante años. Son muy parecidos.
-En el documental un exempleado de Epstein, Steve Scully, dice que vio a Bill Clinton durante una visita a su isla privada, así como también al Príncipe Andrés. A partir de lo que usted investigó, ¿qué concluye hoy su participación?
-No tengo una conclusión personal. Tenemos dos testigos que ubicaron a Bill Clinton allí. Queríamos mostrar que teníamos dos personas con las que hablamos que lo han visto allí. Pero más allá de eso, no tengo ninguna información sobre su participación, no hay nada que diga que hizo algo malo por parte de los testigos con los que hablamos. No lo sabemos. Con respecto al Príncipe Andrés, lo mismo. Lo identificamos como el que vio a Virginia Roberts en topless. Sentimos que ella era creíble. Virginia ha contado su historia durante mucho tiempo y sabemos que él acaba de dar una entrevista con BBC, donde dijo que nunca la conoció. Nosotros mostramos la evidencia que reunimos.
El futuro del caso
“¿Cómo en este mundo sucedió esto? ¿Cómo en este mundo se le permitió continuar por tanto tiempo? ¿Por qué tanta gente miraba a otro lado? ¿Quién más está involucrado? ¿Esto es solo la punta del iceberg?”. Lisa Bryant trata de imaginar las preguntas que se esparcen entre los espectadores que han visto el documental, aunque es cautelosa. “Creo que la gente quiere saber quién más está implicado. Eso no es simple. Conocemos personas que de alguna manera tienen relación con él, pero no tenemos las pruebas”, afirma sobre las limitaciones legales de acusar a otros, evitando referirse a la filtración de Anonymous del domingo pasado, con un listado de celebridades vinculadas a Epstein.
Uno de los principales nombres que figura en el documental es el de Ghislaine Maxwell, expareja de Epstein y mencionada por varios testimonios como reclutadora de nuevas víctimas para el empresario y en algunas situaciones relatadas tan implicada como él en abusos. Si el magnate sólo pasó 13 meses en la cárcel con beneficios luego de conseguir un acuerdo de culpabilidad en 2008 por dos cargos de prostitución -con el fiscal federal Alexander Acosta-, Maxwell se estima que está oculta y evitó dar entrevistas para la serie.
Lejos de terminar con su muerte, el caso sigue ganando desarrollo. El viernes pasado, dos días después del estreno del documental, se dio a conocer que el fondo de compensación de las víctimas podría activarse pronto, luego que llegaran a acuerdo la fiscal general de Islas Vírgenes, los abogados de las denunciantes y el patrimonio de Epstein -tasado en US$ 636,1 millones-, sin que eso implique que las víctimas no puedan demandar a otras personas ligadas a él. Ante el anuncio, la directora de la serie valora “la presión de la atención de los medios y la atención del documental, espero que sucedan más cosas”.
-¿Siguen investigando este caso para otro documental, por ejemplo?
-En este momento seguimos viendo lo que sucede. Todavía hay tantos detalles que emergen todos los días, está cambiando, en este momento es más una noticia de última hora. Sin duda nos mantenemos atentos y la gente de Radical Media, la productora, está trabajando. Y Netflix ciertamente está informado. Si Ghislaine Maxwell es arrestada, eso podría un nuevo episodio, algo más que una pequeña noticia. Creo que necesitamos desarrollo para poder hacer otro capítulo o algo realmente grande. De lo contrario, es demasiado difícil seguir estas cosas que siguen cambiando.