Guillermo Machuca tenía un grupo de amigos que estaba constantemente preocupado por él. Por eso, cuando el teórico del arte dejó de responder el teléfono hace unos días, ellos se preocuparon. De este modo, ayer y desafiando la cuarentena, la artista Natalia Babarovic, la editora Marcela Fuentealba y el escultor Adolfo Martínez fueron a verlo a su departamento ubicado en la comuna de Ñuñoa, donde lo encontraron sin vida.

Tras ser enviado al Servicio Médico Legal con el fin de esclarecer las causas de su muerte, el cuerpo de Machuca será cremado. Sus amigos cercanos esperan poder dedicarle una ceremonia una vez que pase la pandemia y puedan reunirse para homenajearlo.

Nacido en 1962 en Punta Arenas, Guillermo Machuca fue un destacado formador de artistas y teóricos en el Magister en Artes de la Universidad Chile. Fue en ese misma casa de estudios donde se formó en los años 80 con profesores como el escritor y pintor Adolfo Couve. De personalidad provocadora y encantadora ironía, Machuca supo ir más allá de la mirada académica a través de la nitidez en su lenguaje, cualidad que se puede apreciar en sus ensayos como Después de Duchamp (2004), Alas de Plomo (2008), o Astrónomos sin estrellas (2018).

“Machuca es de esos últimos intelectuales con humor negro, sarcástico y mal entendidos; querido, odiado y respetado. Un intelectual autodestructivo, que se inventó a sí mismo pero que nunca dejó de ser un chico tímido de Punta Arenas que hizo de su vocación de hablante una escuela, de la que hay decenas de exalumnos, ayudantes y admiradores nuevos que en los últimos años lo seguían y que lo acompañaron en sus últimas tardes vagando por Santiago”, relata el artista visual Patrick Hamilton, quien lo conoció en la Universidad Arcis.

Hamilton fue uno de los amigos que se comunicó en las últimas semanas con Machuca, así como la pintora Natalia Babarovic y el filósofo y teórico Federico Galende.

“Lo llamaba directo al celular cuando podía, la última vez hace tres semanas. Estaba contento de estar encerrado leyendo y más contento de estar escribiendo un libro que quería publicar este año”, cuenta Patrick Hamilton desde Madrid.

Entre los autores favoritos de Machuca estaba Nietzsche, a quien leyó durante las últimas semanas. “Amo a Nietzsche”, decía un mensaje de Whatsapp que le envió a Natalia Babarovic, una de sus más cercanas amigas. “Estaba bastante entusiasmado escribiendo y parece que había recuperado su biblioteca, estaba leyendo a Nietzsche de nuevo. La verdad es que no estaba deprimido, yo creo que le pasó algo súbito”, dice la pintora.

“Con Machuca las relaciones siempre eran difíciles”, afirma el argentino Federico Galende, quien recuerda con cariño su amistad con el curador, aun con su intrigante personalidad. “Era un amigo al que yo quería mucho y que admiraba profundamente, que tenía también una reserva muy profunda y en ese sentido me pasaba lo que debe haber pasado a todos sus amigos, que en un punto lo conocías bien y en otro punto lo desconocíamos. Esa era una fórmula de Machucha”.

Galende estuvo a cargo de la presentación de los últimos dos libros de Guillermo Machuca, El traje del emperador (2011) y Astrónomos sin estrellas (2018), y también le había escrito una reseña. Machuca, por su parte, reseñó el libro Filtraciones: conversaciones sobre arte en Chile de Galende. En medio de ese intercambio de reseñas, les quedó algo pendiente.

“Entiendo que Álvaro Matus le encargó que tuviéramos una conversación los dos sobre este libro (Filtraciones…) y esa conversación quedó pendiente, aunque alcanzó a decir algo en una reseña muy bella y provocadora que publicó en la revista Santiago hace unos meses atrás”, cuenta Galende.

Uno se sus proyectos pendientes fue su próximo libro, el que Machuca esperaba pudiera ser publicado por la editorial Ecfrasis. Con ellos también colaboraba frecuentemente escribiendo columnas de opinión. “Contamos con varios textos en nuestra bandeja de entrada que poco a poco iremos compartiendo con ustedes, como también esperamos compartir su próximo libro. Nos pasó un conjunto de textos que esperamos llevarlos al formato impreso, un fetiche que a Guillermo le permitía hacer fijar tradicionalmente sus ideas”, señala la editorial en una publicación de Instagram.

Encerrado en su departamento en medio de la pandemia, ocupado en sus lecturas, dedicado a escribir y a hacer clases online, Guillermo Machuca mantenía a su círculo de amigos siempre pendientes de él. No solo porque vivía solo, sino también por los problemas de apnea que sufría. “Tenía una apnea bastante severa, a veces le daban una especie de ataques en que dejaba de respirar y después volvía, entonces uno se pasaba la película de que se podía morir en algún momento”, cuenta Babarovic.

“De pronto le perdimos la pista. En los amigos y amigas siempre había alguien preocupado de cómo estaba o en qué estaba Machuca. Eramos muchos los que siempre estábamos atentos, porque vivía solo y sabía jugar muy bien con nuestros sentimientos. He conocido pocas personas en la vida que tuvieran un corazón más noble que él”, concluye Galende.